Es una tarde de viernes tranquila en la soleada Tel Aviv, pocas horas antes de la fiesta judía del Sabat. De repente, suenan las sirenas en toda la ciudad. Los habitantes tienen menos de un minuto para buscar refugio antes de que, posiblemente, impacte un cohete lanzado desde la Franja de Gaza.
Un ataque a Tel Aviv. Poco después, también en Jerusalén. Un cohete cae en las afueras de la ciudad. También aquí suenas las sirenas antiaéreas.
En una cuarta planta en un edificio, una mujer sale corriendo asustada de su vivienda junto con sus dos hijas adultas. Parece como si se hubiera despertado del susto al escuchar las sirenas. «¿Hacia dónde hay que correr? ¿Hacia el sótano o mejor nos quedamos en la escalera?», pregunta la señora a punto de romper en lágrimas. Una de las hijas intenta leer mensajes en su móvil, pero la red se ha caído. La gente corre buscando refugio. Se temen lo peor.
Es la primera vez desde hace más de dos décadas que la alegre metrópoli costera ve escenas así. En 1991, durante la guerra del Golfo, impactaron por última vez en Tel Aviv misiles lanzados desde Irak. Aquella fue la última vez que sonaron las sirenas antiaéreas.
Hasta ayer. La escena ha vuelto a ser revivida gracias a Hamas. Es su respuesta a la ofensiva Pilar de Defensa iniciada hace varios días y que ha dejado ya 24 palestinos muertos, entre ellos el líder militar de la organización radical palestina, que falleció el pasado miércoles, junto a su guardaespaldas, en un atentado selectivo lanzado por el Ejército hebreo. Fue la chispa que prendió el fuego en el que se encuentran inmersos y que cada día, de uno y otro lado, avivan un poco más.
Con los ataques de ayer, Hamas ha cruzado una de las líneas rojas. Un asesor del alcalde de Tel Aviv calificó los ataques con cohetes de una «escalada dramática». Los tres millones de habitantes de la gran ciudad se encuentran ahora dentro del alcance de los misiles de militantes palestinos en la Franja de Gaza, apuntó Eytan Schwartz.
La Franja de Gaza se encuentra a 70 kilómetros de la ciudad, solo a una hora en coche de Tel Aviv, pero ambos lugares son como dos mundos diferentes. Schwartz contempla los ataques como una obra de islamistas fanáticos contra el estilo de vida liberal de la ciudad.
El ministro de Defensa de Israel, Ehud Barak, aprobó ayer ampliar a más de 75.000 el número de reservistas que pueden ser movilizados de cara a una potencial operación a gran escala sobre Gaza. El Gobierno hebreo no descarta lanzar en los próximos días una nueva ofensiva terrestre para responder al lanzamiento de cohetes por parte de milicias palestina.
Por otra parte, el Ejército israelí ha cerrado al tráfico tres carreteras que llevan a la Franja o la bordean, en una aparente señal de un refuerzo militar inminente.
Mientras, miles de personas se congregaron ayer en varias ciudades de Egipto para protestar contra los ataques aéreos que está lanzado Israel en la Franja de Gaza, después de que el presidente del país, Mohamed Mursi, prometiera apoyar al pueblo palestino frente a «una agresión».
El primer ministro de país, Hisham Kandil, visitó Gaza ayer para expresar su solidaridad con el territorio. «Egipto no escatimará esfuerzos para detener las agresiones que se vienen produciendo y lograr una tregua», aseguró.
