El proyecto ‘Frontera cantábrica’, que desarrollan investigadores de la Universidad de León y del Museo Nacional de Ciencias Naturales en colaboración con la Junta y otras instituciones, ha logrado recuperar las primeras evidencias de oso de las cavernas en la provincia de León.
Se trata de restos de tres ejemplares, uno de edad infantil y dos adultos, de esta especie extinguida hace unos 20.000 años. El hallazgo se llevó a cabo en una de las nueve cuevas estudiadas en una campaña que estudia los ecosistemas del pasado, para recuperar y estudiar los registros existentes, cuyos resultados provisionales fueron presentados este jueves en la capital leonesa.
El delegado territorial de la Junta, Eduardo Diego, afirma que estos registros “ayudan a comprender mejor la evolución de la fauna, los ecosistemas y la presencia del hombre, tienen gran trascendencia científica y valor divulgativo y refuerzan el conocimiento de la provincia desde los puntos de vista histórico y natural”.
Los participantes en el proyecto trabajaron en esta campaña sobre un total de once cuevas seleccionadas de un catálogo inicial de 36 y descartaron dos de ellas. De esas nueve consideradas de interés, obtuvieron restos de más de 3.000 ejemplares, entre ellos, de mamuts peludos o ciervos gigantes, de los que los más destacables son los de los tres osos de las cavernas, de los que al sur de la Cordillera Cantábrica solamente se han localizado restos en Palencia, Madrid y Guadalajara.
El paleontólogo del Departamento de Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Darío Fidalgo, uno de los principales responsables del proyecto, ha recordado que los osos cavernarios tenían bastante más envergadura que los pardos, se considera que seguían una dieta más herbívora y su distribución geográfica era más restringida, pero de alguna manera convivían entre ellos.
Los trabajos desarrollados han permitido localizar individuos completos de cabras montesas o cráneos de grandes rapaces, pero principalmente se han encontrado restos de osos pardos de diferentes edades e incluso alguna osera con más de 18 crías de este plantígrado. “El trabajo en este tipo de entornos para recuperar patrimonio tan frágil es bastante complicado”.
La labor del proyecto ‘Frontera cantábrica’, cuyos responsables remarcan la destrucción y expolio que presentan algunas de las cuevas estudiadas, ha llegado también a espacios de gestión privada como las de Valdelajo o Llamazares, para recuperar material de interés que pueda ser exhibido.
La faceta divulgativa de los hallazgos realizados es algo que los expertos tienen claro. La investigadora del área de Paleontología y profesora titular de la ULE, Esperanza Fernández, ha señalado que tras la labor de recuperación de este patrimonio “no tiene sentido si queda en los laboratorios. Hay que tener una trazabilidad del material, lugares de depósito y dar a conocer los hallazgos a la ciudadanía. Hay que dejar un registro de las cosas”.
