Los hospitales vuelven a desbordarse en Haití tras el devastador terremoto del pasado 12 de enero. En esta ocasión por una epidemia de cólera que, según el último informe se ha cobrado la vida de entre 118 y 140 personas. Algunas emisoras locales elevan estas cifras hasta los 142 fallecidos y señalan que son más de 1.600 los afectados, mientras que el diario digital Haití Press Network señaló que hay 1.500 enfermos. El personal sanitario y los medicamentos resultan escasos para la afluencia de pacientes que acuden a los hospitales con la intención de paliar el brote de tipo 01 que se expande en las regiones del norte y el este del país caribeño.
«Estamos en una situación de urgencia sanitaria», declaró el director general del Ministerio de Salud Pública y de Población, el doctor Gabriel Timothée. El médico enfatizó que este tipo de cólera es el más fuerte, y agregó que «con la movilidad de la población, el peligro de diseminación es real». Timothée también señaló que las zonas más perjudicadas se encuentran en Artibonite y Mirebalais.
En Grande Saline, la situación se complicó por el desbordamiento del río Artibonite, que cortó la carretera, por lo que es muy difícil hacer llegar ambulancias. Se han adoptado disposiciones para la prevención y la intensificación de medidas higiénicas, según el doctor, quien apuntó que también se tomaron medidas «al más alto nivel» para la distribución de agua potable.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó ayer que se trata de una epidemia de cólera, la primera en el país en un siglo, aunque hasta el momento lo había calificado de «brote de diarrea».
Los centros sanitarios estaban desde el jueves colapsados con pacientes que sufren una diarrea intensa y las víctimas mueren por una rápida deshidratación, en algunos casos en pocas horas.
Los equipos médicos que integran las fuerzas internacionales que han estado ayudando a Haití durante nueve meses por el trágico seísmo se movilizaron al área del brote, alrededor de la ciudad de Saint-Marc, en la región agrícola central haitiana que recibió a muchos de los supervivientes del terremoto. Los trabajadores humanitarios buscan evitar que la enfermedad se expanda a los extensos campos de refugiados en la capital, donde viven más de 1,5 millones de personas que se quedaron sin hogar después del movimiento de tierra, en el que murieron hasta 300.000 personas.
Por su parte, el presidente de Haití, Rene Preval, tomó ayer cartas en el asunto y declaró que su Gobierno intenta contener la propagación de este virus, que generalmente se transmite por la ingestión de aguas contaminadas. «Puedo confirmar que es cólera», dijo Preval, mientras funcionarios de salud haitianos e internacionales se enfrentan a la mayor crisis sanitaria en la empobrecida nación caribeña.
«Ahora nos estamos asegurando de que la gente esté al tanto de las medidas de prevención que tiene que tomar para evitar la contaminación», señaló el mandatario en la capital, Puerto Príncipe.
Esta trágica noticia ya ha obtenido respuesta internacional y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo informó ayer de que donará 100.000 euros para crear un fondo español para combatir el brote.
