Un hecho que quizá pasó más desapercibido en su viaje a Portugal para participar en la JMJ, fue el encuentro que el Papa Francisco tuvo en Cascais el día 3 de agosto, con los miembros de la Comunidad de Scholas Occurrentes, Movimiento Educativo Internacional de Derecho Pontificio creado por decreto del propio Papa en el año 2013, presente en los 5 continentes. A través de su red integra a más de medio millón de escuelas y redes educativas y tiene como misión crear la Cultura del Encuentro entre los jóvenes de diversas realidades y religiones, en una educación que genere sentido, integración y paz a través del arte, el deporte y la tecnología.
El encuentro supuso el cierre del proyecto “Vida entre Mundos”, que consistió en la creación de un mural de 3 kilómetros de longitud, al resaltar la importancia del “entre” que dice el Papa Francisco: el encuentro entre las personas, entre las personas y el mundo, entre el mundo y la vida, y es ahí, donde la vida recupera su sentido. En esta obra de arte participaron ancianos, jóvenes, ricos, pobres, chicos de distintas religiones y no creyentes y jóvenes de distintas nacionalidades.
En el diálogo del Papa con los jóvenes responsables de este proyecto, le explicaron lo que pretendían: “Durante los dos últimos meses, hemos trabajado duro para terminar el mural que visteis en el exterior. Este mural representa realmente el caos. El caos que, muchas veces, cuando lo vivimos, y cuando lo vivimos de cerca, no lo entendemos y es un gran lío. Sólo aparecen líneas al azar. Pero lo cierto es que llega un punto en el que nos distanciamos. Y en esa distancia, empiezas a ver formas, colores; empiezas a darle sentido a este caos, a ser capaces de pensar más de lo que a menudo sólo vemos o sólo sentimos, pero puedes expresarlo” y le preguntaron al Papa: “¿qué sentiste, al llegar aquí, al corazón de este mural, y que no sabemos si realmente es para nosotros el principio o el final?”.
A lo que respondió el Papa Francisco: “Es lindo lo que decís del caos. Había alguien que decía que la vida del hombre, nuestra vida humana, es hacer del caos un cosmos, o sea, de lo que no tiene sentido, de lo desordenado, lo caótico, hacer un cosmos, con sentido, abierto, invitador, global. Yo no quiero ponerme acá catequista, ¿no?, pero si vemos la estructura del relato de la Creación, que es un relato mítico, en el sentido verdadero de la palabra “mito”, vemos que es un modo de conocimiento que usa esa historia el que escribió el relato de la Creación. Entre paréntesis, eso se escribió mucho después que el pueblo judío tuvo la experiencia de su liberación. O sea, primero es toda la experiencia del éxodo del pueblo judío y después miran hacia atrás. ¿Y cómo empezó la historia? ¿Cómo se transformó el caos en cosmos? Y ahí está en un lenguaje poético cómo Dios, del caos un día hace la luz, otro día hace el hombre y va como creando cosas y transformando el caos en cosmos.
Y en nuestra vida sucede lo mismo: hay momentos de crisis que son caóticos, que vos no sabes dónde estás parado, y todos pasamos esos momentos oscuros. Una vida que se queda en lo caótico es una vida fracasada y una vida sin crisis es como el agua destilada, no tiene sabor a nada. Y las vidas destiladas no dan vida, se mueren en sí mismas. Las crisis hay que asumirlas y resolverlas. A mí me cuesta trabajo, en este caos de la “Sixtina” (risas), pensar que hay detrás un cosmos, porque el cosmos, ¿cuál es? Lo están armando ustedes en el mensaje que están llevando adelante. Y ese es el camino de cada uno. Es una vida que siente la crisis como caos, que no entiende nada, y lentamente dentro de sí, y en la comunidad, va transformando la vida personal o la vida relacional en un cosmos. Y de ahí, la importancia del trabajo de las personas que nos acompañan. No olviden nunca esto: de un caos, transformar un cosmos”.
