Vestido de rosa y oro, Víctor Barrio se plantó en la plaza de Las Ventas, dispuesto a triunfar. El Domingo de Resurrección era su día, el que tantas veces había soñado desde que decidió ser torero. “Sabe lo que se juega”, comentaban la víspera sus más allegados. No podía fallar, así que se preparó su doctorado a conciencia, toreando en el campo, en soledad, una jornada tras otra, durante casi dos semanas. Las sensaciones que transmitía invitaban al optimismo. Se le veía muy motivado. Feliz. Quería dar lo mejor de su arte en el primer coso taurino del mundo.
Durante los días previos a la gran cita, no aparentaba estar inquieto, pero solamente él sabrá cuántos miedos —inevitables— escondió a su entorno. Palabras de ánimo no le han faltado. ¡Cómo olvidar a esa familia de Murcia que dice rezar por él cada vez que se viste el traje de luces!. Ha sentido el aliento, vía Twitter, de sus viejos profesores de instituto, deseándole suerte, y de un buen número de peñas taurinas, como la de Huerta del Rey (Burgos), para quien Víctor Barrio es ya uno de sus diestros preferidos. Pero el apoyo más simbólico ha sido, sin duda, el de Victoriano de la Serna hijo. Con sus llamadas telefónicas, logró establecer un intangible nexo de unión entre su padre, el inventor del “pase de las flores”, y Víctor Barrio. La tradición y la modernidad. Y los dos con raíces sepulvedanas.
No es habitual que un torero tome la alternativa en Las Ventas. Únicamente los más valientes se atreven a tan alta prueba. Y solo dos segovianos lo han hecho: Victoriano de la Serna padre y, ahora, Víctor Barrio. Entre ambas efemérides han tenido que pasar más de 80 años. Una eternidad.
El Domingo de Resurrección es, por excelencia, un día taurino. Ya lo dicen los sevillanos cuando van camino de La Maestranza. “Las procesiones son a la Semana Santa lo que Curro [Romero] al Domingo de Resurrección”. En la capital andaluza, la Semana Santa acaba, invariablemente, en una corrida de toros, costumbre que ha prendido primero en Málaga y luego Madrid, adonde anteayer marcharon, en alegre romería, centenares de segovianos. No solamente de Grajera y de Sepúlveda, también de Riaza, de Cuéllar, de Segovia capital… Nadie se quería perder el acontecimiento. La tarde, soleada, acompañaba.
Quince minutos antes de las seis de la tarde, la furgoneta de Víctor Barrio y su cuadrilla llegó a la ‘Puerta de Caballos’. Algunos aficionados querían hacerse una foto con él a toda costa, a modo de documento histórico. Entró raudo a Las Ventas y se dirigió a la capilla, donde estuvo breves instantes. En su corbatín había colocado una insignia de la Virgen de la Peña, regalo de su abuela Faustina. Luego, el ritual previo a la corrida en el oscuro ‘Patio de Cuadrillas’. Le colocaron un precioso capote de paseo, reciente regalo de la Asociación Cultural Taurina Víctor Barrio. Él estaba serio, resoplaba una y otra vez. Nervioso. El corazón le debía latir rápido, muy rápido. Saludaba a quien le tendía la mano, y sonreía, de forma inconsciente. Miraba al cielo, al infinito. Había llegado el momento. Su momento.
‘Picador’. Así se llamaba el toro de su alternativa. Por casualidades de la vida, “El Fundi”, un veterano torero que ya ha anunciado su retirada y al que Víctor Barrio admira profundamente, tuvo que ejercer de padrino. Ante ‘Picador’, Víctor Barrio dejó improntas de su toreo. Clásico y elegante. Pero pecó de nerviosismo. Y hubo un susto. El animal le corneó en el muslo derecho y, seguidamente le pegó un varetazo en el izquierdo, quedando el diestro colgado durante unos segundos de un pitón. La pata derecha del bonito traje de luces elaborado en sastrería Santos quedó destrozada. Víctor Barrio se levantó, como si nada, y continúo la faena, con muchos aplausos. En la suerte suprema no estuvo acertado, y hubo de conformarse con una larga ovación.
Aunque casi nadie se dio cuenta, ‘Picador’ había herido a Víctor Barrio. No en la pierna izquierda, donde hubo que colocarle un aparatoso vendaje, sino en la derecha. Pero apenas se apreció la sangre. La pequeña esponja que sirve para atar los machos la iba absorbiendo, sin dejar huella al exterior de la rasgadura. Y el torero no quiso ir a la enfermería. No era día para eso. Era día para valientes.
El padre de Víctor Barrio, ‘Quinito’ se comía los cigarrillos. Su novia, Raquel, tenía cara de sufrimiento. Si el torero fue capaz de mirar a los tendidos y distinguir a alguien entre la multitud se encontró con una mirada de afecto, seguro. El mundo taurino segoviano estaba allí, desde ‘Cuchareta’ al joven novillero Pablo Atienza, con la sagrada presencia de Pablo Pastor. Incluso se desplegó una pancarta de la peña taurina de Riaza. Un hecho es claro: Víctor Barrio ha despertado a la afición segoviana, de los cuatro puntos cardinales de la provincia. ¿Cuándo, como el domingo, un bar había anunciado a bombo y platillo que televisaba una corrida de toros, como hicieron ‘El Señorío de Sepúlveda’ o ‘La Violeta’?. Los pocos que quedaron en Sepúlveda tenían los ojos puestos en Canal + Toros.
El segundo del lote de Víctor Barrio no fue buen cómplice para el torero. Al principio parecía tener chispa, pero a los dos muletazos se frenó. Por si era poco, el diestro se percató de que la cornada propinada por ‘Picador’ seguía sangrando. No se quejó, e insistió para intentar sacar juego al animal. No lo logró. Mejoró, eso sí, con la espada, aunque los aplausos fueron su único premio. Víctor Barrio había aprobado el examen, pero él no se conformaba con eso. Él quería un sobresaliente. Su rostro denotaba cierta tristeza, por la ocasión de triunfo perdida y por sus seguidores.
Antes de abandonar Las Ventas, Víctor Barrio pasó por la enfermería, donde le esperaba el cirujano José Antonio Pascual, un segoviano de Carbonero el Mayor. El diestro presentaba una cornada de diez centímetros. Fue operado allí mismo, sin grandes problemas, aunque costó anestesiarle. Víctor Barrio no quiso saber los puntos de sutura que recibió.
Mientras, la afición segoviana se quedó un rato, en las inmediaciones de Las Ventas, comentando la corrida y a la espera de que la flota de autobuses se pusiera en marcha, de regreso a casa. Aunque había quien no ocultaba su desilusión por lo visto, la mayoría cree que Víctor Barrio llegará a lo más alto, que es una figura en ciernes.