Aunque el camino parece allanado, a día de hoy Sánchez todavía no ha sido investido presidente y ya resuenan todo tipo soflamas amenazantes que predican la ruptura de España o la instalación del soviet supremo en el Palacio de la Moncloa. Si no fuera por el tono casi golpista de algunas declaraciones, no pasarían de ser algo delirante y que con cierta melancolía nos recordarían a lo que tuvieron que soportar los gobiernos de Manuela Carmena o Ada Colau.
Las razones de este histrionismo calculado son un tanto confusas, uno no sabe si al trío de Colon le preocupa más la propuesta fiscal para las grandes fortunas o que sea necesaria la abstención de ERC y una cierta pacificación en Cataluña para la investidura. Personalmente me parece legítimo que al PP y Cs no le guste que se negocie con ERC una abstención, pero si la razón de su “malestar” es esa, podían abstenerse y permitir la formación del único Gobierno posible y coherente con el mandato mayoritario de la ciudadanía.
Sin embargo todo apunta en otra dirección, la razón verdadera de está beligerancia está en su ADN. Las élites en general y las derechas en particular se comportan como un niño mal criado, siempre han creído que las instituciones y el Estado les pertenecen, que son parte de su patrimonio exclusivo. Si es Aznar el que se apoya en Pujol y Arzalluz para gobernar no pasa nada, pero pobre del que lo intente sin tener el carnet del PP. Las derechas de Colón siguen ancladas en el siglo XIX y se resisten a aceptar una realidad histórica y una evidencia política: que las instituciones sólo le pertenecen al pueblo, vote lo que vote, y que, a pesar de todo, repetición electoral incluida, han perdido las elecciones y no tienen apoyos suficientes para ser alternativa de gobierno.
Ante esta situación, se ve uno en la obligación de pedir al Trío de Colón lo que debería ser evidente, que dejen de incendiar, que dejen el discurso estridente de que “rompen España” y que cumplan con su papel fundamental que es hacer oposición, a ser posible constructiva y dejen al futuro Gobierno que haga lo que tiene que hacer, gobernar.
Ojalá, pero mucho me temo que el gobierno de coalición no va a tener una barita mágica que resuelva todos nuestros problemas, aunque personalmente no me importaría que así fuera. El nuevo gobierno tendrá que afrontar una triple crisis: territorial, institucional y una posible desaceleración económica. A pesar de las dificultades, Sánchez e Iglesias tienen el mandato y la obligación moral y política de reparar el daño social y laboral de la etapa Rajoy, de repartir las cargas fiscales y que las familias y las pequeñas empresas dejen de ser los que paguen toda la cuenta mientras los bancos y las grandes empresas se van de rositas. Se tendrá que abordar la crisis territorial en su amplia dimensión, porque aunque parecía que el problema territorial en España era Cataluña, en eso llego Teruel Existe y Soria Ya y evidenció lo que era evidente para casi todos menos para las élites instaladas mentalmente en el Madrid-Versalles: que nuestro país necesita además de una reconexión emocional, necesita urgentemente un modelo de desarrollo que no deje nuestra España interior, desnortada, y desangrada demográfica y económicamente mientras la periferia mediterránea y sobretodo Madrid engulle inversiones y talento joven como si de un gran agujero negro se tratara.
Por ello, más allá de lo que cada quien haya votado, España necesita un mínimo de estabilidad institucional y un gobierno valiente que afronte los retos que tenemos por delante. Un gobierno que proteja y amplié los derechos conquistados, que proteja a nuestra gente de la precariedad y avance hacia un país mas feminista que ponga a las personas y los cuidados en el centro de las políticas; que afronte el cambio climático modernizando nuestra economía y generando empleo decente, revirtiendo los recortes y sentando las bases de la dinamización de la España interior. Nuestro pueblo no se merece menos y esto y sólo esto será la mejor vacuna contra los extremismos y localismos que surgen de la falta de expectativas y horizontes compartidos.
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(*) Portavoz de Podemos Segovia.
