Guillermo Martín Duque (9 de septiembre de 1997) ha jugado todos los minutos con el Turégano en Regional de Aficionados: 1.350, solo se perdió uno de descuento ante el Uxama, totalmente agotado. Toda una rareza en una temporada donde las ausencias, pandemia mediante, son rutina. Hasta este sábado, sancionado por acumulación de amarillas. Guille Duque -su nombre de futbolista en honor a la familia de su madre- es central y preparador físico. De sus compañeros y de sí mismo. Aquel juvenil que asomó la cabeza en la Segoviana en Segunda B –ahora entrena a los cadetes azulgranas- afirma que ser profesional no entiende de categorías.
— ¿Cómo se consigue jugar todos los minutos?
— Estamos intentando dar más importancia a aspectos que se nos escapaban antes. La preparación física no existía o se encargaba de ella el entrenador; este año, la estoy llevando yo. Estamos dando un paso más. En mi rendimiento individual lo estoy notando. El club está invirtiendo en el terreno de juego y el míster nos pone entrenamientos de calidad. Si a eso le añadimos la preparación, es más fácil que yo pueda disputar tantos minutos.
— ¿Cómo se cuida la forma de jugadores con sus trabajos, algunos exigentes físicamente?
— Intentando cuadrar horarios de entrenamiento y descanso para dedicar un tiempo extra a lo que nosotros consideramos un hobby. Entrenamos martes, jueves y viernes; si podemos venir los tres días, no mando trabajo extra. Si alguien no puede, siempre hay un trabajo de carrera, fuerza o movilidad que mando de manera individual.
— ¿Cómo acepta un veterano que le digan cómo prepararse?
— Somos un grupo muy joven y eso es una virtud por el rendimiento físico y la predisposición: solo hay un jugador mayor de 30 años. Todos tienen claro mi rol y que cuando preparo los primeros 20 o 30 minutos soy preparador físico, no jugador. En los primeros días era raro porque tengo que controlar al grupo y hacer también mi parte.
— El boom de licenciados en actividad física lleva la ciencia a clubes modestos.
— Es importante entender cómo ha evolucionado el fútbol en Segovia, cómo ha cambiado la profesionalización de los entrenamientos. Ya no es solo llegar al campo, coger un balón y ponerte a hacer ejercicios; hay mucho más allá.
— ¿Cuál es el principal sacrificio que hace por cuidarse?
— Tener un excesivo control de todo el tiempo. Necesito una hoja donde apunte qué voy a hacer cada día de esta hora a esta hora: control de dieta, descanso, cuántas horas voy a dormir. En Human (el centro en el que trabaja) estamos todo el día de pie preparando a gente que, a lo mejor, está seis horas sentada en el sofá. Yo me siento, como mucho, dos horas al día. Le doy importancia a un ejercicio u otro, pero todos los días me tengo que organizar para dormir siete horas porque, si no, no rendiré ni en el trabajo ni en el hobby.
— ¿Competir es hacer que cada segundo cuente?
— La competición es la mejor herramienta para demostrar lo que tú puedes aportar, en cualquier contexto. Me preparo para que mis chicos de la Sego o del Turégano lleguen en las mejores condiciones posibles. Habrá un resultado, pero si hace dos meses daba el 60% de mí y ahora doy el 100%, y eso no se ha visto reflejado en el marcador, no me tiene que importar. Lo que te aporta la competición es ver más allá del propio resultado. Y eso a los chicos les cuesta aprenderlo.
— ¿Cómo asume alguien que ha estado en Segunda B jugar en Regional?
— Tú puedes ser lo más profesional posible y estar en Primera o en Provincial y ser igual de profesional. Lo que cambia es el tiempo que estás entrenando, la velocidad y el número de gente disponible.
— ¿Cuál es su categoría?
— Ahora juego en la categoría que me corresponde, que es Preferente. Salí del fútbol base de la Sego con bastante proyección, alternando partidos con el primer equipo y subiendo al juvenil a Liga Nacional. Intentas hacer lo mejor posible en Segunda B; al final, bajamos a Tercera y yo era jugador de Tercera. Me fui a Tres Cantos, disfruté mucho pero no conseguimos mantenernos y bajamos a Preferente. La categoría no marca el tipo de jugador que eres. Se trata de dar lo mejor de ti mismo en el contexto en el que estés para autorrealizarte. Y en Turégano, lo estoy consiguiendo.
— Turégano se ha asentado en Regional. ¿Es un ejemplo de cómo una estructura pequeña puede dar pasos adelante?
— Se junta que somos un grupo de amigos, casi todos del pueblo o de la zona cercana. Un presidente con muchas ganas de trabajar por el pueblo. Y un entrenador con cierta experiencia que no dudó en ir para adelante cuando nos conoció. Hay patrocinios de gente que se quiere involucrar. Y cada partido que hay en casa, la gente se vuelca una barbaridad. Que consigamos estar más cerca del ‘play off’ dependerá del acierto, pero todos aspiramos día a día a estar lo más alto posible.
—¿Le fastidia perderse sus primeros minutos?
— Sí, me fastidia no estar en Tardelcuende. Me veo en un momento bueno físicamente. A nivel mental, he conseguido cierta madurez para entrenar, competir o nbuscar ejercicios en los entrenamientos que nos ayuden luego en el campo.
— ¿Qué mensaje transmite que haya un jugador como Culebras, que jugó en Primera con el Levante, en el Tardelcuende?
— Que no vivimos de esto, pero sí vivimos para esto: disfrutar del fútbol. Culebras es un ejemplo de lo que representa esta categoría. Es un espejo en el que mirarse, lo que está haciendo para poder seguir disfrutando del fútbol. Tiene más de 40 años y sigue compitiendo a un nivel muy alto. Si eso no es ser profesional, que me digan qué es.
