El gran debate que ha generado el acuerdo entre Helsinki y Atenas para que Grecia dé garantías a Finlandia a cambio de su participación en el segundo rescate evidencia de nuevo las fisuras existentes en la eurozona, y si se extiende podría complicar el desembolso del siguiente tramo.
Las críticas al pacto, anunciado el pasado martes pasado y en virtud del cual Atenas hará un depósito en efectivo acorde a la parte proporcional de las garantías de préstamo que aportará Helsinki en el auxilio y que generará intereses con inversiones seguras, se han ido acumulando en los últimos días y el acuerdo ha levantado ampollas en el seno de la zona del euro y la Comisión Europea.
Más aún, ha enervado el acuerdo a los demás 15 países de la eurozona al ser la aportación al rescate por parte de Finlandia, uno de los seis países de la zona euro con una calificación de la deuda AAA, relativamente pequeña, del 2% (unos 1.400 millones de euros).
La agencia de calificación de riesgos Moody’s intentó ayer con una dura advertencia frenar en seco el debate y la cacofonía tan habitual en los últimos meses en el seno de la Unión Europea.
Aseguró que este tipo de acuerdos «podrían retrasar el desembolso del próximo tramo de ayuda a Grecia y precipitar así un impago».
«Las profundas fisuras entre los aparentemente unidos países de la moneda única evidenciadas por estas exigencias generan preocupaciones adicionales» sobre los actuales mecanismos de rescate, afirmó la calificadora en un comunicado, aunque confió en que los países rechacen el pacto entre Finlandia y Grecia.
A su vez, Alemania recordó que el pacto no fue aprobado ni consultado con otros miembros de la zona del euro y que una negociación de esa naturaleza no puede cerrarse en detrimento de otros.
También Holanda, otro país con la máxima calificación crediticia, manifestó su malestar al calificar el pacto de «inválido»,
No en vano, aseguró el Gobierno que si se encontrara un modelo que permitiera la exigencia de las garantías a su país se sumaría al mismo. También otro Estado triple A, Austria, criticó la alianza, pero, al mismo tiempo, sugirió que los bancos que tengan una exposición limitada a la deuda griega reciban más garantías por participar.
Tal es el desconcierto sobre la nueva disputa entre los países miembros, que Atenas ha tenido que solicitar a la Unión Europea, al Banco Central Europeo y al Eurogrupo una solución «política» y un «mensaje claro» a las peticiones de garantías de otras naciones.
