Hace ya unos días, se hacia oficial un secreto a voces, que es la marcha de nuestro país de la multinacional automovilística Nissan.
Como de costumbre, el análisis político de las causas de su marcha, es siempre interesado y dirigido, para no entrar nunca en las responsabilidades culpables de los dirigentes políticos actuales.
Cabe recordar que cuando una multinacional, sea del sector que sea, decide expandirse fuera de su país de origen, siempre tiene encima de la mesa un abanico de posibles países destino, para acoger el nuevo centro de producción.
Y ¿por qué se elige un destino u otro? Pues, básicamente, porque el entorno político, económico y social sea favorable, es decir gobiernos que generen confianza, sistemas fiscales ventajosos y paz social. Estas tres condiciones son indispensables para que las inversiones vayan a un país y no a otro.
Nadie, en su sano juicio, se plantearía ahora mismo invertir en Venezuela, Afganistán o Corea del Norte. De igual forma es verdad que cuando existen crisis económicas las multinacionales se repliegan para ajustar el exceso de oferta o la falta de demanda y ¿de donde se van primero? Pues de los territorios más conflictivos.
Queridos lectores, esto es lo ha pasado en Nissan. La multinacional japonesa está instalada en una parte de España, cuyos dirigentes regionales declararon la independencia en 2017; cortaron carreteras y vías férreas; bloquearon puertos y aeropuertos; organizaron huelgas terribles, parando la producción en toda Cataluña. Dirigentes regionales que decían que “España nos roba” y “emplearemos todos los medios para lograr la independencia “. Dirigentes independentistas, que nunca dicen, que Cataluña es lo que es porque pertenece a un gran país que es España; que, no saben, que muchas inversiones recibidas se realizaron porque, en otros momentos, hubo gobiernos nacionales coherentes y serios que transmitieron confianza y generaron un clima social y económico atractivo, es decir, lo contrario a lo que tenemos ahora.
Lo más triste, y demoledor, es que este gobierno regional independentista es el socio y amigo preferencial del gobierno central, es decir, no sólo no se le planta cara sino que, además, se pacta con ellos y se les apoya y son los que, en definitiva, mandan en España.
Imagínense en una mesa de negociación con los dirigentes de Nissan: al mentiroso Sánchez, que ha dicho en numerosas ocasiones que hay que acabar con el diésel; al vicepresidente comunista, diciendo que hay que nacionalizar y confiscar, por cierto que barbaridad, Sr Iglesias puestos a nacionalizar nacionalice usted los Angeles Lakers y McDonald’s, al memos, tendríamos buen baloncesto y hamburguesas; y, pòr si fuera poco, Torra diciéndole al Japonés que “ Catalonia is not Spain”; también, podríamos llevar también, por si les parece poco, a Ada Colau que decía que debemos aprovechar para acabar con la industria del automóvil.
El problema, queridos lectores, es el gobierno que sufrimos que no genera confianza, ni es fiable y, ojalá, que Nissan sea la primera y la última pero me temo que el futuro económico de España es incierto mientras el gobierno comunista-independentista siga en el poder.
Por eso, la perdida de Nissan es irrevocable y definitiva porque si los que van a negociar son los que acabo de mencionar piensen ustedes mismos en que acabará la reunión.
Me despido diciendo que España es un gran país y lo va a seguir siendo a pesar del nefasto gobierno que padecemos.
Todos debemos poner nuestro granito de arena para lograr que, por el bien de España, volvamos, cuanto antes, a tener un gobierno serio que transmita confianza para que podamos volver a ser destino preferencial de inversiones y progreso.
¡Viva España y gobierno Dimisión!
