Acosado por todos, el primer ministro británico, Gordon Brown, parece asistir impotente al desmoronamiento de su Gobierno en vísperas de unas elecciones europeas y locales que pueden darle la puntilla política definitiva.
Sus ministros -en este caso ministras- abandonan el barco, que parece ir a la deriva, antes de que se hunda, y entre los diputados laboristas ha comenzado a circular un mensaje electrónico que reclama su dimisión.
Al anuncio del pasado martes de la titular del Interior, Jacqui Smith, de que dejaría el cargo tras los comicios de hoy, en los que, según las encuestas, los laboristas sufrirían la humillación de verse superados incluso por el anti-europeo UKIP, se sumó ayer otro en el mismo sentido de su colega para las Comunidades, Hazel Blears.
Al igual que muchos otros políticos de todos los partidos, las dos féminas se han visto implicadas en el escándalo del abuso del sistema de gastos parlamentarios, del que el propio Blair dijo esta semana que repugnaba a su «conciencia presbiteriana».
Según algunos medios, Blears estaba especialmente furiosa por el hecho de que Brown no la hubiese defendido, sino que incluso hubiese calificado ante las cámaras su comportamiento de «totalmente inaceptable».
Las dos ministras dimisionarias han chafado al premier su plan de esperar hasta después de los sufragios para anunciar a bombo y platillo un reajuste del Gabinete que debería afectar a varias carteras, entre las que podría estar la de Asuntos Exteriores.
Pero no solo Smith y Blears, sino también otros miembros del Gobierno, como el titular de Finanzas, Alistair Darling, y el de Transportes, Geoffrey Hoon, están tocados del ala por el escándalo parlamentario y podrían perder sus cargos actuales.
En una tormentosa sesión en los Comunes, el líder de la oposición conservadora, David Cameron, afirmó que el Ejecutivo se estaba «desmoronando a ojos vista», mientras que el liberal-demócrata Nick Clegg comentó que «el laborismo está acabado».
Para colmo, hasta los medios más afines a Down Street abandonan a Brown, y así The Guardian publicó un editorial demoledor. «La verdad, escribe el periódico, es que Brown carece de visión, de plan, de argumento para el futuro y de apoyo. El público lo ve. Su partido lo ve y también deben de verlo los miembros de su Gobierno, aunque no se hayan aún armado de valor para decírselo».
Y agrega: «Al laborismo le queda un año antes de los sufragios generales. Su líder actual lo echaría a perder. Es hora de desprenderse de él».
A esa conclusión parecen haber llegado también los autores de la carta que, según The Guardian, circula entre los diputados. Estos pensaban hacerla pública después del previsto batacazo electoral en las europeas, pero alguien ha filtrado a los medios.
Los signatarios piden la sustitución de Brown por el ministro de Sanidad, Alan Johnson, un veterano político laborista procedente del ala sindical y que goza de amplias simpatías entre sus correligionarios.
A muchos, el premier les recuerda estos días al malhadado sucesor de la Dama de Hierro, John Major, aunque éste ganó por sus propios méritos unos sufragios generales en 1992, mientras que el actual premier, que sucedió a Tony Blair al frente del laborismo en junio de 2007, no ha sometido su liderazgo al veredicto de las urnas.
El inquilino del 10 de Downing Street coqueteó con una convocatoria electoral en otoño de 2007, pero se echó atrás en el último momento al ver que los sondeos no le eran favorables, lo que sirvió para que los conservadores le acusaran de haberse arrugado y comenzara un proceso de desgaste, últimamente agudizado.
El líder conservador, David Cameron, que se ve ya como próximo primer ministro, volvió a retarle ayer a convocar comicios para limpiar el ambiente, muy enturbiado por el escándalo parlamentario. Brown ha podido resistirse hasta ahora, pero nadie sabe cuánto podrá aguantar.
No será la última en caer
La ministra británica para las Comunidades, Hazel Blears, presentó ayer su dimisión en medio de los escándalos por los gastos de los diputados. La renuncia se produjo un día después de que la titular del Interior, Jacqui Smith, también manifestase su intención de dejar el Ejecutivo cuando se produzca el próximo reajuste del Gabinete.
La decisión de Blears supone un golpe demoledor para el primer ministro, Gordon Brown, en vísperas de las elecciones europeas, que son vistas como una prueba para su supervivencia como líder laborista.
A este respecto, Blears pidió a los votantes que apoyen al partido y manifestó su deseo de volver a las bases. «He comunicado al premier que dimito. Mi política siempre ha estado arraigada en la creencia de que la gente es capaz de cosas extraordinarias teniendo el apoyo adecuado», indicó. «El papel de un Gobierno progresista -añadió- debería ser el de pasar el poder a la gente. Nunca he buscado altos cargos de por sí, o por lo que puedo ganar, sino por lo que puedo conseguir para la gente». Por eso, la fémina destacó su intención de ayudar al laborismo a «conectar» con la población para recordarle que «nuestros valores son sus valores».
