Así, puesto el nombre y apellidos de esta buena persona, alguno de ustedes se preguntará: ¿por qué este señor tiene esa condición de personaje genuino? Pues muy sencillo, porque es ni más ni menos que el socio número UNO de la Gimnástica Segoviana, y la culpa la tiene que se inscribió en abril de 1946, total: sufriendo durante 76 años los avatares del club de sus amores. Ahora tiene la friolera de 91 años y continúa asistiendo -cuando las condiciones son propicias- a los partidos gimnásticos en La Albuera.
De chaval iba al Peñascal; pero, cuando ya tenía 12 años y no podía entrar gratis, un policía que estaba de servicio le metía en el campo. Gonzalo posee numerosas anécdotas acontecidas en ese antiguo ‘estadio’. En los años 50 los linieres eran segovianos, como Félix (el trucha) o Bermejo (hermano de Merino, el practicante). Este último, en un partido, el árbitro no le hizo ni puñetero caso en tres ocasiones que levantó el banderín; así que, ni corto ni perezoso dejó ese instrumento al lado de la portería y se largó a su casa. En otra ocasión, un árbitro llamado Bartual, jugándose la Segoviana el ascenso a Segunda División contra el Valladolid, se portó muy mal y le tuvieron que sacar por una puerta trasera.
Gonzalo recuerda que, en el año 1949, la Federación tuvo que echar de la competición a la Gimnástica porque no pudo pagar la cuota reglamentaria, y estuvo dos años sin fútbol. Por eso opina que ahora, la Junta Directiva en general, y su presidente Agustín en particular, no se merecen un 10, sino un 100. Así es Gonzalo de comprometido con una causa; por eso, merece ser designado como personaje genuino del deporte segoviano.
