Para saber lo siguiente que va a pasar en Venezuela, ahora que Maduro ha impedido que el presidente electo Edmundo González Urrutia tome posesión, conviene pensar en términos policiales y no políticos, pues lo que está ocurriendo en Venezuela es un secuestro y no un golpe de estado al uso. Hasta los más abyectos golpes de estado tradicionales tienen cierto apoyo entre el pueblo involucrado, se ven obligados a interpretar el sentir de al menos un número significativo de ciudadanos para atropellar la legalidad. El modelo cubano-chavista de “Golpe siglo XXI” implica montar un congreso mundial los días de la toma de posesión fraudulenta y llevar a unos pocos miles de fanáticos activistas al país donde se comete el secuestro masivo. De esta manera, se pueden emitir imágenes con gente alrededor del tirano y se coordina la opinión pública mundial afín: la internacional del terror, cuyo “Silicon Valley” está en la Habana, ha montado en Venezuela un golpe de estado virtual, un golpe sin apoyo popular. El “Golpe siglo XXI” necesita imprescindiblemente unos cómplices locales. Maduro y su camarilla son esos cómplices, son delincuentes, no son políticos.
No es que Maduro y su camarilla se hayan convertido en delincuentes el 10 de enero. Ya lo eran, lo que pasa es que, al violar la Constitución perjudicando la investidura de la más alta magistratura del estado, su condición criminal es lo que se pone en primer plano. Para decirlo de otra manera, a estos golpistas no hay que derrocarlos porque nunca llegarán a gobernar en estas condiciones, son como un holograma que en realidad no tienen pueblo sobre el que gobernar, su único apoyo funcional es la decrépita dictadura cubana, muy inteligente sí, pero que está en plena fase terminal también. El gobierno de Biden acaba de elevar a 25 millones la recompensa por la captura de Maduro (cantidad únicamente ofrecida anteriormente por Bin Laden) y lo ha hecho por delitos de narcotráfico, a los que habría que agregar el de secuestro. Ha incluido también por primera vez al general Padrino López, sempiterno ministro de defensa de Maduro y líder de la élite más corrupta del ejército. Por otro lado, está al caer la orden de captura de la Corte Penal Internacional contra el ya expresidente Maduro, autor material del “Golpe siglo XXI” venezolano.
A partir de este momento la cosa cambia radicalmente. Tras las elecciones del 28J la cúpula delincuencial venezolana ha tenido seis meses para negociar, pero ha decidido romper la baraja. María Corina lo ha dicho en un comunicado tras reaparecer en un mitin arriesgando su vida: “han cruzado la línea roja” y se hará “lo que sea necesario” para recuperar la democracia en Venezuela. Ella fue la que dio la orden de que Edmundo no volara a Caracas tras saberse que habían “artillado” los aviones del ejército y cerrado el espacio aéreo: este traslado se ha postergado, no se ha anulado. La auto proclamación de Maduro ha sido en una habitación blindada, llena de guardaespaldas, y sólo tenía enfrente al verdadero capo del cartel, Miguel Díaz-Canel, dictador de Cuba (el de Nicaragua llegó tarde, borracho y seguramente presionado por el cubano). Nadie estaba en la calle para celebrarlo. El día anterior, por el contrario, salieron a la calle cientos de miles de ciudadanos a todo lo largo y ancho del país para apoyar la que tenía que haber sido la juramentación del presidente electo Edmundo González: esta acción tiene mucho mérito, si se toma en cuenta que la última vez que salieron a manifestarse mataron a 25 y secuestraron a 2000 personas. Desde el día siguiente de las elecciones, cuando la autoridad electoral desconoció el repudio del pueblo al sindicato criminal que lo tiene secuestrado, se han sumado miles de venezolanos a los más de 8 millones que ya han huido del país: en Venezuela no quedan ciudadanos, solo hay rehenes.
¿Y ahora qué va a hacer el gobierno español? Todo dependerá de cuanto necesite Sánchez a Zapatero en su plan de resistencia. Lo más seguro es que siga de perfil, tal como hizo al recibir sin reconocer a Edmundo como presidente electo. Si los fieles a Zapatero le son imprescindibles en el diseño del bunker en el que está convirtiendo al PSOE para aguantar en la oposición la próxima legislatura, irá a rebufo de los acontecimientos. En este caso, España pagará las consecuencias de no haber apoyado a Venezuela cuando más lo necesitaba. De hecho, Edmundo González ha sido muy directo por primera vez: “a los gobiernos que no me han reconocido como presidente electo les recuerdo que en esta hora grave para la lucha por la libertad no queda espacio para la neutralidad”. Aviso a navegantes: María Corina Machado, super-vicepresidente del nuevo gobierno venezolano, no será tan diplomática con los gobiernos “alacranes”, término de la jerga política venezolana que se usa para calificar a los chavistas encubiertos. Ojalá, España, no acabe siendo “alacrán”.
¿Cómo se detiene a un cartel criminal que tiene secuestrado a un país entero? Esta es otra situación inexplorada que los venezolanos resolverán con urgencia y lo harán con acierto, al tiempo. Después del 10 de enero, todo es diferente. La Constitución venezolana establece que había que esperar este día para hacer la trasmisión de mando presidencial. Al no haberse hecho, al secuestrar Maduro y los suyos la voluntad popular, lo que hay que hacer, democráticamente hablando, es hacer cumplir la ley y detenerlo a él junto a sus cómplices directos. La dictadura cubana, autora intelectual y colaborador necesario en este delito llamado “Golpe siglo XXI”, caerá inmediatamente después de la venezolana, su más sofisticada creación.