«Al belga no le gustan los españoles», dice que dicen de él sus críticos, pero Gérard Mortier cree que resumir así su trabajo en el Teatro Real obedece «al método Jean Marie Le Pen», es decir, «malinterpretar intencionadamente al extranjero», y también, asegura sin ambages, «a la envidia».
En las últimas semanas, Mortier, que ha firmado la primera de las seis temporadas que estará al frente del Real, ha tenido que lidiar con las críticas que le llueven por su comentario de que los cantantes líricos españoles no tenían estilo y cantaban igual Verdi que Puccini. «Lo digo muy claro: eso ha sido utilizado por algunas personas con mala intención. Es el método Jean Marie Le Pen -el líder de la ultraderecha francesa-, el de la mala intención para juzgar al extranjero», afirma en una entrevista.
Y, como tiene 67 años y no ve por qué no puede decir lo que piensa, añade que las críticas también responden a «la envidia». «Mortier da lecciones. Sí. Con mi experiencia y mi carrera, algunos pueden aprender de mí. Es muy simple».
Para empezar, rebate, él no se siente extranjero, sino «un español europeo» al que le gustaría que quien le cuestiona hablara alemán -la lengua en la que piensa- «tan bien» como él consiguió en un año hablar en castellano, y, además, si hay alguien que contrata, y «mucho», a cantantes españoles, es él. «Tenemos muy grandes cantantes españoles, pero fuera. Muchos solo se sienten internacionales cuando cantan en otros países», sentencia.
Su trabajo en el teatro, dice, es «la música, no la escena», dar «nivel» a la orquesta, «que cada semana mejora», y al coro, que ya es, presume, «uno de los más importantes de Europa».
«No acepto que digan que no me gustan los cantantes españoles -insiste-. Cuando he hablado de falta de estilo me refería a los jóvenes que vienen a hacer audiciones aquí. El último año escuché a cerca de 70, y son voces con un color muy bello, pero muchas veces no tienen idea de lo que cantan».
Sus profesores, argumenta, no les explican Mozart o «lo que pasa» cuando se canta Wagner: «No se puede cantar la gran escena dramática de Waltraute en Las Valquirias como si estuvieras diciendo toma la sopa».
Por eso está elaborando el presupuesto para organizar un taller lírico en el Real que supla esa formación. «El problema son los recortes de presupuesto. Nunca he dicho que he hecho un programa fascinante con tres millones menos», presume de nuevo. Le gustaría contratar a «profesores» como Berganza, Plácido Domingo, Raúl Jiménez o José Van Damm y a algunos alemanes.
Su experiencia le permite asegurar que algunos cantantes, «simplemente» no pueden cantar según qué repertorio. «El color oscuro, fascinante, de las voces españolas e hispanoamericanas tiene un problema: les contratan para papeles muy dramáticos, y eso no puede ser. Muchos tenores que deben hacer Traviata o Don Carlo cantan Aida».
Con los directores de orquesta también sucede algo lamentable, subraya, y es que, si antes la mayoría conocía «profundamente» un repertorio de 60 óperas, «ahora se ponen sin haber hecho otra cosa que música sinfónica a dirigir un Mozart».
