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Gente práctica: ¡cuidado!

por Julio Montero
25 de noviembre de 2020
en Tribuna
JULIO MONTERO 1
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Estoy rodeado de gente práctica. Da gusto con ellos. Si tengo alguna duda enseguida me la resuelven. De todas maneras lo que suele ocurrir es que esa duda me la han creado ellos. Hasta aquel momento, yo vivía feliz y así se desenvolvían también los de mi entorno. Por ejemplo: a mi me parecía que determinada persona estaba trabajando bien y procuraba que siguiera así. Y cuando concluían sus tareas se comprobaba que efectivamente habían hecho su trabajo como se esperaba. Porque los resultados parciales de una actividad no siempre pueden monitorizarse (como se dice ahora) semana a semana; mes a mes, trimestre a trimestre. Tienen otros ritmos: año a año; bienio a bienio…

Lo que plantas hoy no se recoge hasta varios meses después

Para las gentes que viven del campo esto es patente: lo que plantas hoy no se recoge hasta varios meses después. Eso no significa que no se haga nada entre la siembra y la cosecha; pero las tareas que se realizan no aseguran el éxito ni permiten prever sus dimensiones. Y sería de tontos hacer las previsiones de los resultados de la recogida del olivo o de la vendimia sobre los datos mensuales de las aceitunas o las uvas que hay en cada árbol y en cada vid. Y eso aunque fueran muy exactos.

Ahora la gente práctica quiere saber cada día lo que pasa. Tengo para mí, que en este empeño por el dato último hay una buena dosis de placer en el ejercicio del poder; porque implica una continua toma de resultados parciales que tensa la situación, aunque muchas veces no sirvan literalmente para nada. En otras ocasiones, aunque sirvieran, no hay tiempo literal para estudiarlos… y tampoco ayudan para acertar en las decisiones.

Estas personas tan prácticas suelen generar dudas en todos con sus preguntas: ¿cuánto tiempo dedica tal persona a tal actividad? Y otro del séquito, enseguida te ofrece el dato: tantas al año. Pero la cifra no es una solución, es una trampa, un nuevo problema: ¿está cumpliendo o no? ¿son sus resultados acordes con sus metas?

Y no hay más remedio que preguntar a otros para recabar información sobre aquellos extremos. Las preguntas generan preocupación entre los escalones informantes y hasta sospechas sobre lo bien o mal que tal persona está realizando su trabajo. Las respuestas suelen ser cautas: nada de compromisos con un potencial condenado. El resultado raramente es completamente bueno. En algunas empresas se habla de los que “huelen a muerto” para referirse a aquellos sobre los que sus jefes piden datos. Y huelen más cuanto más exactos son los datos que se solicitan y con mayor premura.

La rapidez es signo externo de eficacia o de prisa

Los datos exactos, sin embargo, suelen ser bastante inexactos. Una cifra redonda (o con decimales) difícilmente recoge los aspectos cualitativos de una actividad humana y lo que califica de mejor o peor un trabajo es justamente su calidad, no su cantidad. La famosa definición popular del servicio militar obligatorio (la mili) lo expresaba muy bien: no hacer nada pero a toda ‘leche’. La rapidez es signo externo de eficacia o de prisa.

Y en eso estamos en algunas de las empresas con los aires más modernos del mundo: se mide y se mide… horas, euros, si la gente está contenta o no con los productos o los servicios… y sobre eso se sacan series, ratios y coeficientes y se segmentan y dividen entre mil y una cosa.

A los monos que se pusieron en órbita en los inicios de la carrera espacial les entrenaban en unas órdenes sencillas, por si tuvieran que intervenir en las misiones en casos de emergencia. A base de calambrazos y de dulces entendían que a tal estímulo debían apretar la luz verde, a tal otro la roja. A veces pienso que en las empresas estamos en lo mismo. No acabamos de saber bien qué significan muchas cifras y coeficientes (como los monos los colores) que con tanta exactitud nos dan los expertos; no sabemos bien qué estamos midiendo. Pero la magia del coeficiente es irresistible y antes morir que reconocer nuestra ignorancia. Y se actúa como el mono: apretando el botón con entusiasmo a la espera del premio.

Si además los datos se han obtenido tras colocar una red en la cabeza a un sujeto pagado al efecto, con indicadores de tensión sobre la actividad cerebral, que han pasado a un ordenador que los ha procesado con exactitud milesimal, podemos estar seguros de que eso no nos dirá nada de interés sobre cómo se va a vender el chorizo que se ha probado previamente. Pero si se establece —y si se tiene la paciencia suficiente siempre se logra— que existe una correlación entre esos datos y las ventas del citado embutido estallaremos en gozo al comprobar que hemos sido protagonistas de una auténtica acción de transferencia de resultados de la investigación al mundo real. La publicidad se encargará después de que nos sintamos parte de la sociedad del conocimiento mientras nos comemos el bocadillo de siempre.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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