Cada vez hay más eventos por todo el mundo de especialidades – no me atrevo a decir deportivas – que saltan a las pantallas de nuestros móviles para demostrarnos que allá donde busques hay gente que está fatal.
Los vecinos de Gloucester (Inglaterra) lanzándose por colina Coopers abajo persiguiendo un queso fueron durante años los máximos exponentes del esfuerzo físico más absurdo y peligroso. Los británicos son especialistas en organizar tropelías con derecho a premio como el campeonato mundial de grandes comedores de ortigas. Ojo, que hay vídeos de eso, que no me lo invento. Los finlandeses, tan serios ellos, aportan al sinsentido competitivo el encuentro de lanzadores de portátiles o la carrera de obstáculos en la que los hombres acarrean a sus esposas. Verídico.
El certamen que busca al bebé que llora más fuerte y que tiene lugar en Japón; y el de imitación de un cerdo, de nuestros vecinos franceses, tampoco hablan muy bien de la cordura de sus promotores. “Hay gente pa tó”, como aseguran dijo el torero Rafael El Gallo al conocer a Ortega y Gasset. Y eso que solo se trataba de un filósofo.
He de confesar que en mi búsqueda de competiciones estrambóticas he dado con una que me atrae: el mundial de Lanzamiento de Piedra al Ras, que no es más que tirar un canto al río y que haga el mayor número de saltos. Todo un arte, sin duda. Se celebra en las Islas Easdale escocesas, en septiembre. De nada.
Sigo con mi investigación, que lo mismo doy con algo que se ajuste a mis cualidades y me voy con la familia. Todo sea por practicar ejercicio, pero sin hacer el ridículo. Les voy contando.
