Las muertes del hijo menor de Muamar el Gadafi, Saif al Arab, de 29 años, así como de tres nietos del dictador capitalizaron ayer la actualidad de la contienda que se libra en Libia, cuyo desenlace se muestra cada vez más confuso. Justo como las noticias que fueron y vinieron sobre la identidad de las víctimas del ataque aéreo de la OTAN del pasado sábado.
El coronel no tardó en iniciar su venganza por lo ocurrido, y grupos de leales al régimen atacaron diferentes embajadas en Trípoli, como la gala, la italiana o la británica. Idéntico destino padecieron las instalaciones de la ONU.
Mientras los rebeldes acusaban de mentir al Gobierno sobre los fallecimientos a fin de ganarse a la opinión internacional y los aliados dudaban, el vicario apostólico de la capital libia, el obispo Giovanni Innocenzo Martinelli, confirmó el deceso del descendiente de Gadafi, ante cuyo cuerpo le condujeron las autoridades. El religioso, que permanece en Trípoli desde que comenzó el conflicto, subrayó que había muertos civiles, «y por tanto no se puede hablar de un objetivo militar con total claridad».
«Hemos ido a ver la casa, destruida por los misiles, y después hemos accedido a una especie de depósito de cadáveres. Allí hemos rezado», comentó Martinelli, que pidió a la OTAN que muestre un gesto de «civismo» para demostrar que no solo provoca «barbarie», y que dé una tregua a Gadafi en respeto al dolor de un padre que ha perdido a su hijo.
La reacción inmediata de los leales al régimen resultó tan violenta que a la ONU no le quedó otro remedio que enviar a su personal internacional en Trípoli a Túnez. Londres tampoco se cruzó de brazos ante la réplica, y decidió ordenar la expulsión del país del embajador libio.
Los rebeldes, mucho más contentos ahora con la estrategia de la OTAN que hace un corto tiempo, ven posible que el coronel caiga a corto plazo, y ya están preparando la que consideran «batalla final» en la zona oriental de la nación.
Los insurgentes quizá pequen de optimismo, porque, a pesar de que la ofensiva de la Alianza Atlántica continuó ayer, también lo hizo la de los afines a Gadafi, que retomaron su intento de asedio a Misrata y también lucharon en la frontera con Túnez.
En definitiva, da la impresión de que a esta guerra todavía le faltan varios capítulos.
