Que sí, que la final fue un partidazo. Que la “Banda del patio” ha vuelto a sacar los colores a su eterno rival, el mismo equipo azulgrana que en apenas unas semanas ha dilapidado una ventaja de puntos que para muchos se antojaba definitiva y ha sido más noticia fuera que dentro del terreno de juego. Ah! Y sigan criticando al Cholo, que se mueve como nadie en ríos revueltos y está empezando a echar las redes con buen cebo de asado , milanesas y alfajores albicelestes. Por ahora las nasas recogidas son de las que se pagan bien en cualquier mesa.
Y más allá de los miles de análisis que se pueden ver, leer y escuchar por expertos y todólogos, y de los muchos “pipis” que van a recibir los clubes…me sigue sin enganchar una competición que ha perdido su esencia en el momento que sus aficionados, los que sufren y disfrutan durante toda la temporada, se ven obligados a verlo por televisión (el que pueda). Lejos quedó aquel término acuñado hace unos cuantos años, que justificaba el visionado de eventos importantes para pasarlo por la televisión pública. Si mal no recuerdo era “interés general”, pero ya ha debido ser desposeído de sus galones y rebajado a soldado raso o cabo chusquero.
Y hasta aquí mi análisis futbolístico, que seguramente mi capacidad de entender y de poder opinar sobre el deporte rey tenga un límite de conocimientos y de líneas para expresarlo, aunque tantos años pasando frío en La Albuera me proporcione una bola extra para seguir manteniendo intacta mi confianza en Ramsés y los suyos. Al fin y al cabo, no dejan de ser cinco goles, los mismos que recibió Courtois, el mejor portero del mundo…y como dijo Vujadin Boskov, famoso por frases como “fútbol es fútbol” tras un partido en Munich contra el Bayern: “mejor perder un partido por nueve, que nueve partidos por uno”. Ese día también le tocó al Real Madrid hacer de tripas corazón, y tragar bilis, que diría otro maestro, “El Loco” Bielsa.
La grandeza del Madrid se apoya en su capacidad para revertir este tipo de situaciones en tiempo récord y pasar del infierno al cielo con la misma normalidad que se enciende un interruptor. Ningún club del mundo lo tiene, y eso le convierte en el mejor de la Historia. Pero el domingo también pudo comprobar que la complacencia es peligrosa cuando juegas contra unos críos con los ojos inyectados con sangre.
Y ojo a este Atleti…(espero no gafarlo), “que manera de subir y bajar de la nubes…”
