Fotografías: Enrique del Barrio Arribas
Textos: Florentino Descalzo San Frutos
En el extremo Noroeste del Ochavo de Cantalejo se sitúa Fuenterrebollo, que linda con la Comunidad de Villa y Tierra de Fuentidueña. De su término municipal destacan los amplios pinares, salpicados algunos con pequeñas lagunas, temporales ya en su totalidad, que representan un oasis para muchas especies de animales y vegetales. De hecho, se le conocía como el lugar ‘de las 30 fuentes’. Pero en su paisaje predomina el pinar, que ha condicionado la vida en este municipio. El frondoso verde de su término se ve interrumpido por el afloramiento calizo que alberga a las Hoces del Duratón. También en los límites del pinar alternan matas de rebollos testimonio de la vegetación ancestral a la que hace referencia su nombre.
De la importancia de la masa forestal maderera y su relevancia social y económica da cuenta su archivo municipal, donde consta que en 1761 los aserradores de madera eran 82, mientras que los labradores y sus criados sumaban 16. Estos datos y la pervivencia de algunas industrias y profesionales activos en la actualidad hacen pensar que el monte, bien de pinar o de otras especies como robles o chopos de la ribera del Duratón, ha representado una de las principales formas de vida, y también de ingresos municipales del municipio.

En los siglos XV y XVI, llegó a ser el segundo municipio más poblado del Ochavo, tras Cantalejo. Y tal fue así que en el XVIII, este pueblo, con otros de la zona se dirigió al Consejo Real de Carlos III, para quejarse por la excesiva presión fiscal a que estaban sometidos por el alcalde mayor de Sepúlveda, bajo cuya custodia se hallaban los bosques del ochavo.
La ganadería y la agricultura también han contribuido a la economía de Fuenterrebollo, si bien la calidad del terreno no ha permitido obtener grandes rendimientos por unidad de superficie. En todo caso en los últimos años han surgido explotaciones ganaderas intensivas de porcino, vacuno y avícolas. Igualmente florecieron iniciativas industriales, como molinos, talleres o una fábrica de cuerdas y cordeles, que representaba la continuidad de la tradicional actividad de cultivo y manipulado de cáñamo que se producía en toda la zona.

El pico demográfico de Fuenterrebollo lo tuvo en los años 50 del siglo pasado, con más de 1.300 habitantes. Hoy apenas llegan a los 300. Y no ha bajado más por el emprendimiento urbanístico que ha hecho crecer el pueblo con nuevas viviendas unifamiliares levantadas en la parte este del casco urbano, unas habitadas de forma permanente y otras como segunda residencia. Tanto social como económicamente, Fuenterrebollo está muy ligado a Cantalejo, del que distan tres kilómetros a través de la carretera CL-603, que en sentido inverso conduce a Aranda de Duero. También ha resultado muy vinculante el enlace viario con Sebúlcor a través de un camino vecinal que, aunque asfaltado, supone un firme muy irregular.
Iglesia reformada
La iglesia parroquial de Fuenterrebollo se encuentra en el interior del pueblo. Está dedicada a Nuestra Señora de la Asunción. Cuenta con una única puerta en su parte sur y alrededor se levanta un muro semicircular de piedra. Construida a finales del XVIII sobre otra anterior, consta de una ancha nave de alto techo, formada por bóvedas de crucería enyesadas, que descansan empotradas en los muros y contrafuertes exteriores. El retablo de la cabecera es de estilo barroco churrigueresco. En la parte posterior se encuentra una tribuna con un órgano. En la torre se instala la maquinaria del reloj que en la actualidad está fuera de servicio. Conserva varias piezas de plata entre las que destacan un cáliz y una cruz procesional realizados en Segovia durante el segundo tercio del siglo XVI, y una custodia de sol hecha en Madrid en 1817.

Ermita de San Roque
La original fue construida en el siglo. XVIII para implorar al santo la protección contra la peste. Era un cerramiento cuadrado de piedra. Las puertas se encontraban al Oeste y al Sur. En el interior había un pequeño altar de madera con la imagen del santo. Hoy existe un edificio reedificado y quedan en el exterior algunas piedras del edificio original.
Cruces por las calles
Recorriendo algunas de las calles de Fuenterrebollo puede verse el Vía Crucis con las 14 cruces que lo integran. Se encuentran en buen estado de conservación, todas están elaboradas con piedra rosa de Sepúlveda, que según los canteros, es la más fácil de labrar, y gana dureza con el paso del tiempo. En las celebraciones de Semana Santa era obligado hacer un recorrido por todas ellas para cumplir con las estaciones que forman la etapa de Cristo durante la Pasión.

Lavaderos como museo etnológico
Tienen especial interés etnográfico los viejos lavaderos, ubicados en las proximidades de la ermita. Fueron rehabilitados como recuerdo de una actividad que tuvo durante décadas, hasta la llegada del agua potable a las viviendas. Se trata de un edificio de piedra con dos entradas y que consta de tres pilas, una principal donde cae el agua que corre hacia las otras dos. Actualmente alberga un museo etnológico con una gran variedad de utensilios, aperos de labranza y de trabajo, además de un carro de varas, una antigua bomba de incendios y diversas exposiciones fotográficas.
Manantial del Cubo Terreña
El manantial del Cubo Terreña representa una de las zonas de mayor valor ambiental. Se sitúa junto al despoblado llamado Terreña, en un otero del camino que conduce hacia Fuente El Olmo de Fuentidueña. Se trata de un manantial de forma circular, como un gran cubo, del que siempre mana agua hasta la superficie y que mantiene una temperatura constante. Este espacio ha sido referente para los vecinos del pueblo. Actualmente el nombre de este espacio sirve para denominar a algunas de las pruebas deportivas que organiza el Ayuntamiento.
Un balcón a San Frutos del Duratón
Desde Fuenterrebollo puede accederse por algunos caminos hasta el borde del Parque de las Hoces del Duratón y concretamente a la parte de poniente del Santuario de San Frutos, lo que permite disponer de unas excelentes vistas del Priorato. Se trata de otra perspectiva que brinda la oportunidad de contemplar la majestuosidad de las hoces y los cortados que ha ido formando el río durante siglos.

Carnaval auténtico
Fuenterrebollo ha sabido conservar la denominada ‘fiesta de la vaquilla’. Se trata de la recreación mediante un entramado de madera a modo de escalera, cubierto con tela negra y una cornamenta en su parte delantera, de una vaquilla, que es toreada por los quintos, en una plaza construida para la ocasión con todos sus detalles. No faltan las cogidas y las risas, en una corrida que termina con la suelta de vaquillas para perseguir a los mozos y mozas que corren por las calles del pueblo.
Pequeño pasado industrial
Del pequeño pasado industrial de Fuenterrebollo quedan algunos vestigios. Además de algún taller de madera que relevaron a los antiguos carpinteros y carreteros, o la fábrica de cordeles de la familia Poza, existe un viejo edificio donde permanecen carteles alusivos a la fabricación de harinas, piensos, y también materiales de construcción. Da fe de la evolución en su actividad, al pasar de la molienda al suministro para las edificaciones a comienzos del año pasado. De propiedad privada, hoy se encuentra en desuso este edificio situado junto al Ayuntamiento. A su lado, otro inmueble de fachada de ladrillo visto, y con un letrero que recoge 1922 como el año de construcción, también acogió algunas actividades comerciales como taberna y luego como ferretería.

Plaza de la Fuente, lugar de encuentro
En el centro del pueblo se sitúa la Plaza de la Fuente, un lugar donde los vecinos se reúnen, especialmente en las fechas veraniegas. Este coqueto parque, poblado de castaños de indias que aportan extensas sombras, dispone de un viejo caño que da nombre al espacio, y que además de haberse reformado, está adornado con un pequeño pozo de agua. Hace un tiempo que el Ayuntamiento promovió aquí las reuniones de mujeres para practicar el ganchillo y los bordados, tan frecuentes en otras épocas.
Cofradía de San Antonio
Existía en Fuenterrebollo la cofradía de San Antonio formada por hombres, y que guarda sus tradiciones, como la cesta o el cambio de vara. Cada año, tres de los hermanos de la cofradía son los protagonistas. La elección se realiza por orden de antigüedad en el censo del grupo y los ‘cargos’ se ostentan durante tres años. El primer papel es el de la víspera, denominado cesta, como un año anterior al segundo año, cuando el hermano cofrade portará la vara de San Antonio. El tercer y último año se pasa la vara al candidato que el año anterior ostentó la cesta. Además, durante las fiestas, los miembros de la cofradía tienen por tradición acudir a las casas de estos tres hermanos, donde se les agasaja con bebida, pastas y bollos caseros.
De frontón abierto a salón cerrado
Destaca la actividad social y cultural que realizan en Fuenterrebollo el Ayuntamiento y la asociación ‘Los que roban lo cavao’. Gracias a la construcción de un centro multiusos se organizan muchas actividades. Este inmueble, cubierto, se levantó en lo que en otro tiempo fue un frontón que tradicionalmente acogía importantes juegos de pelota a mano. De ahí que el nombre del actual edificio público sea ‘El trinquete’.

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* Extraido del libro El Ochavo de Cantalejo. Recorrido visual por un territorio histórico (2022).
Editado: Enrique del Barrio.
El Ochavo de Cantalejo. Recorrido visual por un territorio histórico
