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Frente a la cultura de muerte de los espartanos y regresistas

por Ángel Galindo García
19 de marzo de 2023
en Tribuna
ANGEL GALINDO
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En algunas ocasiones los liberales (seguidores de la ley del más fuerte), y en muchas los marxistas (seguidores de la violencia y lucha de clases) han estado a favor de la cultura de muerte y se han querido llamar progresistas, es decir, sujetos del Estado.

Por otra parte, todos coincidimos en afirmar que el aborto consiste en eliminar una vida. Discutiremos si es vida humana o no pero lo cierto y obvio es que se trata de una vida, cosa que no lo es un huevo de cigüeña.

La historia demuestra que el aborto, la eutanasia, la guerra, la pena de muerte y todo aquello que favorece la cultura de muerte es muy antiguo. Los espartanos dejaban morir a aquellos ancianos que decían eran incurables. Hay numerosos testimonios que demuestran como el aborto no es algo progresista sino regresista, propio de las culturas primitivas.

Llegó el cristianismo que, basado en el valor que la biblia concede a la vida, se opuso al aborto, a la eutanasia y favorecerá el respeto a la vida basado en la dignidad de la persona humana por razones religiosas y antropológicas. Deberíamos decir que el cristianismo supone un progreso respecto a las culturas abortistas.

Los cristianos se oponen a la guerra: Muchos cristianos sufrieron persecución por no querer participar en las guerras romanas aunque en muchos casos, cuando se veían obligados a participar en ellas, se dedicaban a cuidar de los heridos y enfermos.

Este año, los obispos españoles, en la Jornada por la vida con el lema “contigo por la vida siempre”, a celebrar el día 25 de marzo, quieren invitar a acompañar la vida humana, la vida de cada persona, en todas las fases de su existencia, desde su concepción hasta su muerte natural, aumentando los cuidados cuando la vida es más vulnerable.

Plantear que eliminar una vida humana pueda ser solución para algún problema es una grave equivocación, como ocurre en el caso de la pena de muerte o en la eliminación de un embrión o un feto en el seno de su madre.
Por otro lado, es alarmante el aumento de suicidios, especialmente entre los más jóvenes. El cristianismo quiere ofrecer su colaboración para estar cerca de los familiares y amigos de las personas que se han suicidado, acogiendo y acompañando con respeto su dolor.

En una sociedad del descarte, los mayores siempre tienen mucho que perder. Es necesario valorar su insustituible contribución social y eclesial y plantear que las personas mayores sean protagonistas. Es clave en este proceso crear cauces para escuchar su voz y para darles espacio en la vida de la Iglesia y de la sociedad. Es cierto que “el cuidado de los ancianos es responsabilidad primera de la familia, pero la familia necesita apoyo y ayudas”. Es imprescindible un diálogo social e institucional sobre la atención a las personas mayores.

La vida humana, que comienza con tanta vulnerabilidad en el seno materno, en muchas ocasiones vuelve a ser frágil en la última etapa de la existencia terrena. La gran tentación consiste en buscar falsas vías, que pretenden eliminar el sufrimiento, cuando lo que están haciendo es acabar con la vida de la persona. La eutanasia y el suicidio asistido legitiman la muerte como solución a problemas que parecen irresolubles.

Una sociedad no puede, al mismo tiempo, mostrar su preocupación por el incremento de los suicidios y legitimar la muerte como derecho que soluciona problemas. La eutanasia no es un derecho, sino la expresión triste de una derrota de lo más esencial del ser humano. La eutanasia no solo nos quita la vida, sino que claudica en el núcleo de la libertad de ser simplemente humanos, vulnerables y dependientes, pero de incalculable valor como seres con valor y no precio. Una ley integral de cuidados paliativos ayudará a acompañar de manera verdaderamente humana a las personas en la fase final de su vida.

El cristianismo se sitúa en el ámbito del futuro, del progreso y de la esperanza. Los políticos “regresistas” están a favor de la muerte. Los seguidores del evangelio de Jesús están a favor del desarrollo humano diciendo NO a la eliminación de cualquier tipo de vida.
——
(*) Catedrático emérito.

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