En memoria de la muerte de Emiliano Alvarado, ocurrida recientemente en Segovia, traigo a la palestra este enigmático cuadro pintado por él, en el año 2.000. Digo enigmático y digo bien .A primera vista puede parecer que es una estampa de un refectorio en un monasterio cisterciense, dada su arquitectura. Siete monjes, dan la sensación de estar pendientes de quien prolongará su mesa en el mundo. Es una mesa cósmica. Fijémonos bien en él y comprenderemos el calificativo de enigmático.
En primer lugar, no es una mesa normal. Está cortada frente al espectador. Casi se desprende el cuenco al borde del corte. Los comensales forman también el número mágico del siete. En la antigüedad Pitágoras consideraba al 7 como mágico, perfecto. La Biblia lo menciona con frecuencia. El número de monjes no es casual. Es perfecto. Estamos ante una mesa inicial emitiendo un mensaje de solidaridad humana. Están invitando a unir las mesas del mundo.
Un día pregunté a Emiliano si podía bautizar este cuadro con el nombre de “Fratelli Tutti”. Me respondió afirmativamente.
Quiero hacer ahora, con este cuadro y con estas líneas, un sentido homenaje póstumo a este intelectual de la pintura artística y temática. Del amplio catálogo de cuadros que conozco del artista Alvarado, me he concentrado en este, porque creo que refleja su alma universal de “Fratelli Tutti.”.
En su hogar, ubicado en en el pueblo, que hace honor a su toponimia, Collado Hermoso, siempre tuvo, Emiliano Alvarado, ampliada su mesa de comensales. Sus amigos disfrutábamos de su profunda fe cristiana .Respondía a una base teológica amplísima. Dialogando con él experimentábamos la sensación de estar ante un hombre polímata. En arte, en filosofía, en historia y, especialmente en teología, mostraba una amplísima formación intelectual. De sus raíces claretianas jamás renunció.
Cuando doblen las campanas por él, doblarán por nosotros también Porque ha muerto en nosotros su compañía física tan culta y tan encantadora.
Algo vale que su presencia espiritual jamás nos abandonará.
