El Papa estará en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Río de Janeiro a finales del próximo mes de julio. Así se lo confirmó ayer Francisco a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, durante una audiencia privada de media hora, que ambos mandatarios mantuvieron en la Biblioteca Privada.
El Santo Padre trasladó a la regidora su esperanza de que en el evento haya una gran presencia de jóvenes. Además, señaló que su intención es visitar la ciudad de Aparecida, donde se encuentra la Basílica de la Virgen.
El Papa y Rousseff también hablaron del compromiso conjunto que se requiere para combatir las drogas y mejorar los valores para la juventud, y Francisco recordó que la construcción del futuro depende de las nuevas generaciones.
Respecto a la agenda de la 28º JMJ, ésta podría sufrir modificaciones con motivo de la elección del nuevo Pontífice, según informó la organización del evento.
Así, sus responsables tienen previsto viajar a Roma en cuanto sea posible para plantear a Francisco un calendario más extenso de actividades durante su estancia en la ciudad, explicó el vicepresidente del comité coordinador de la Jornada, Antonio Augusto. Según el cronograma actual, los actos se celebrarán entre los días 23 y 28 de julio.
La organización prevé que la elección de un Papa latinoamericano puede incrementar la afluencia de personas, especialmente muchachos, de otros países del continente a Brasil.
Otra de las reuniones que el Santo Padre mantuvo al día siguiente del Inicio de su Pontificado fue con los delegados fraternos de las distintas Iglesias y comunidades cristianas, así como de otras religiones. En esta audiencia, el Papa trasladó un llamamiento a la unidad de todos los cristianos en un mundo «marcado por la división».
El Pontífice recibió en audiencia a los delegados de 33 Iglesias cristianas, así como de otras religiones y, previamente, se reunió en privado con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolome I, y el Metropolitano de Moscú, Hilarión. Curiosamente, en la recepción general, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, los representantes se colocaron en círculo, en lugar de la distribución habitual en este acontecimiento.
Durante su discurso, el Vicario de Cristo recordó las palabras de Jesús a los Apóstoles cuando les pidió «que todos sean uno» que, según explicó, «es la llamada a todos los que han recibido el bautismo, para dar un testimonio alegre y valiente de este suceso».
Por ello, destacó que «cuanto más fieles seamos a su voluntad con las palabras y las obras, más se caminará hacia la unidad».
Asimismo, el Papa Francisco renovó su compromiso con el diálogo interreligioso y con todo aquellos que, sin pertenecer a ninguna confesión, buscan la verdad, la belleza y la bondad.
