El descarrilamiento de un tren en la localidad gala de Essonne el pasado viernes, en el que murieron seis personas y decenas de viajeros resultaron heridos de diferente consideración, pudo ser provocado. Al menos, así lo insinuó ayer el equipo de investigación, que contempla la posibilidad de que el siniestro se haya debido a un sabotaje tras hallar un trozo de vía suelto que difícilmente se podría haber desenganchado del raíl de manera accidental.
«Esta pieza estaba unida por cuatro pernos y parece extraño que todos los pernos se hayan soltado al mismo tiempo. Hay todo tipo de conjeturas y no se puede descartar un acto malicioso», declaró el presidente del Consejo Regional de Ile de France, Jean-Paul Huchon.
Asimismo, la operadora del tren, la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses, confirmó que la pieza de acero desenganchada, que sirve para unir dos vías, podría ser la causa de este mortal incidente.
Mientras, la compañía francesa de ferrocarriles (SNCF) sopesó que el accidente pudo ser provocado por un desperfecto en una pieza de la aguja de cambio. Según indicó un empleado de la firma, un trozo de metal de la aguja que normalmente mantiene unidos dos segmentos de la vía se había desprendido por causas desconocidas.
El presidente de la empresa, Guillaume Pepy, anunció que todos los componentes similares de las agujas en la red ferroviara gala -unos 5.000 elementos- serán revisadas con la mayor brevedad, al tiempo que insistió en que la velocidad del convoy era la adecuada a la entrada a la estación, situada a unos 40 kilómetros de París
Cuatro vagones del Intercity, que había partido de la estación de Austerlitz, en la capital, y debería haber llegado a media tarde a la ciudad de Limoges, descarrilaron. De hecho, una parte del tren siguió por las vías mientras que otra se estrelló contra el andén. Sobre la misma aguja había pasado, sin problemas, otro tren media hora antes del incidente.
Hasta el lugar de la tragedia se desplazó el presidente del país, François Hollande, quien aseguró que se iba a abrir una investigación para conocer el origen de este siniestro ferroviario, el más grave registrado en Francia en los últimos 25 años. En 1988 perdieron la vida 56 personas cuando un tren se incrustó a causa de un fallo de los frenos de emergencia en un automotor detenido en la estación Gare de Lyon de París.
En esta ocasión, han sido seis los fallecidos, cuatro hombres y dos mujeres, de edades comprendidas entre los 19 y los 82 años, al tiempo que se registraron decenas de heridos, ocho de ellos graves. Además, las autoridades no descartan que se encuentren aún más víctimas entre los restos del convoy, en el que viajaban cerca de 400 personas cuando se produjo el accidente, que también afectó a varios viajeros que esperaban en el andén.
En memoria de las víctimas, en la tarde de ayer se guardó un minuto de silencio en todas las estaciones y trenes de Francia y el ministro de Transportes acudió al lugar del accidente.
Además, el tráfico de la vía afectada quedó suspendido hasta la noche.
