Al presidente de Israel, Simon Peres, le ha llegado bastante tarde la jubilación. Y es que el mandatario tiene 90 años, una edad avanzada, aunque muchos jóvenes le envidian por su vitalidad intelectual, que le ha mantenido en el cargo hasta ahora y con un currículum intachable.
Tras siete años en el cargo, el premio Nobel de la Paz entregará ahora el cetro. El Parlamento hebreo votará hoy a su sucesor de entre cinco candidatos, dos de ellos mujeres.
Pero Peres, el último presidente de la generación pionera, deja un gran vacío. Su salida del poder podría poner en apuros a Israel, sobre todo en temas de política exterior.
Para el Gobierno de derechas de Benjamin Netanyahu (del partido Likud), que sigue una política a favor de los asentamientos, el dirigente cumplió una y otra vez en el plano internacional el papel de intermediario y mediador. Incansablemente apostó por una solución de paz en Oriente Próximo, mientras que en las negociaciones hace años que no hay avances.
La experta en ciencias políticas israelí Tal Schneider considera que el presidente, cuyo mandato finaliza el 27 de julio, asumió «de facto» el papel de ministro de Relaciones Exteriores del territorio judío. «Siempre defendió en el exterior la política de Gobierno de Israel», indica Schneider. Por esto, es muy respetado y especialmente bienvenido. Y ahora está por verse si su sucesor o sucesora también lo logrará.
De los seis candidatos iniciales quedaron cinco, después de que el postulante del ala socialdemócrata del Parlamento, Benjamin Ben-Eliezer, de 78 años y del Partido Laborista, tuviera que retirarse por graves acusaciones de corrupción a solo tres días de la votación. La campaña fue especialmente turbia este año, pues otro dirigente, Silvan Shalom, del Likud, ya había tenido que apartarse antes también por acusaciones de acoso sexual por parte de una exempleada.
El favorito para convertirse en el futuro jefe de Estado es Reuven Rivlin, de 74 años, del Likud de Netanyahu. A diferencia de Peres, está en contra de la creación de un Estado palestino. «Él representa la típica visión de derecha de Israel», asevera Schneider. Sin embargo, Rivlin ha prometido que, como presidente, no se inmiscuiría en la política diaria.
La analista duda de que Rivlin pueda continuar con los éxitos internacionales de su antecesor. «Él no tiene la posición de Peres en el mundo. Seguramente habrá una cierta decadencia», añade.
Meir Schitrit, de 65 años, del partido Hatnua, es el aspirante centrista. También se postulan para la Presidencia dos mujeres: la exjueza Dalia Dorner, de 80 años, así como la expresidenta del Parlamento Dalia Izik, de 61 años.
El candidato más alternativo es el científico Dan Shechtman, de 73 años, quien fue galardonado en 2011 con el Nobel de Química. Aboga por mejorar la educación y fomentar la ciencia en Israel, para que se transforme cada vez más en un país de alta tecnología.
Sin embargo, Schneider le otorga pocas posibilidades de ser elegido presidente. «Es visto como una persona apolítica», explicó. Si bien el jefe de Estado en Israel tiene una función principalmente representativa, carecer de experiencia política podría ser una desventaja para Shechtman.
Fracaso en campaña
El premier ha sido criticado duramente por su actitud durante la campaña. Según los medios nacionales, primero intentó sin éxito eliminar el cargo de presidente, y, cuando este plan fracasó, hizo todo lo posible por evitar una candidatura de Rivlin, un rival interno dentro del Likud.
Incluso, pretendió convencer al premio Nobel de la Paz judío Elie Wiesel para que se presentase como aspirante, pese a que éste no tiene pasaporte israelí.
El primer ministro, finalmente, reconoció su derrota a última hora y aseguró su respaldo a Rivlin.
Las relaciones entre ambos políticos conservadores se consideran muy tensas. Existen diferentes explicaciones para ello, pero la que se menciona más a menudo es personal: se supone que Sara, la esposa de Netanyahu y de quien se dice que tiene una gran influencia política sobre su marido, sencillamente no aguanta a Rivlin.
