El pasado sábado en la iglesia parroquial de Valdeprados contrajo matrimonio el matador de toros segoviano Emilio de Frutos con su novia Rocío Granado, cubriendo una jornada plena de momentos emotivos y muy taurinos debido a la presencia de varios toreros amigos del contrayente.
En la bien ornamentada iglesia donde se rinde culto a Santa Eulalia de Mérida, ofició la ceremonia el párroco de la villa Ernesto Andrés Sardi, siendo los padrinos Emilia Muñoz, madre del novio y Miguel Granado, padre de la novia. Acompañó al ritual de la misa el coro rociero “Las Marismas” con cantos y salve rociera que transmitió mucha más intensidad a la ceremonia matrimonial.
Después, en el complejo hostelero sitiado a poca distancia de la villa, Finca Aldeallana, se ofreció un vino de bienvenida con aditamentos especiales y variados hasta el comienzo del almuerzo nupcial. En una amplia y bien dotada estructural y ornamentalmente carpa acristalada, los más de doscientos cincuenta invitados degustaron un ágape de alta consideración y perfecto servicio a cargo de un elevado grupo de camareros de ambos sexos, jóvenes y correctos en el trato al comensal.
En mesas distribuidas por todo el amplio comedor, se situó el colectivo de invitados, observándose mesas donde imperaba el sector taurino mayoritariamente.
Hubo vítores a los novios, baile y fiesta en la que participó especialmente la nutrida juventud en tono de fiesta grande con alabanzas a los novios sobre todo.
Asumiendo su faceta de matador de toros y empresario taurino, Emilio de Frutos cursó invitación a gente del toro, que en parte pudo asistir a la boda, como los matadores de toros Andrés Hernando, Andrés Vázquez, Antonio Sánchez Puerto, David Luguillano, Julio Aparicio, Rafael Matute y Javier Herrero, los toreros de plata Alberto Román, Peluche, Miguel Angel Fernández, Alberto Hernández, Miguel Fernández y Jesús Herrero, el ganadero de bravo Julián Escudero y el doctor José Pascual.
De esta manera, Valdeprados vistió galas taurinas y aunque faltaron al compromiso algunos otros taurinos, debido a obligaciones ineludibles, como Jesulín de Ubrique entre otros, el encuentro estuvo matizado por momentos de verdadero afecto y alegre estancia.
Los personajes centrales Rocío en quién resaltaba su belleza natural con mayor esplendor y Emilio todo un torerazo apuntando a galán cinematográfico, formaron el dúo perfecto camino de una larga y permanente felicidad. Felicidad que les deseamos a ambos.