La penúltima actuación del XI Festival de Narradores Orales de Segovia celebrado en la noche del sábado, no defraudó con las historias del escritor Fernando Iwasaki.
Como se podía prever antes del inicio de la función, la coincidencia con el partido por el tercer y cuarto puesto del Mundial de Sudáfrica dejó menos público que en días anteriores. A pesar de no llenar completamente el patio de la Casa de Andrés Laguna, muchos fueron los que prefirieron las historias de los narradores orales, que hoy no contendrían cuentos fantásticos o de ficción precisamente, aunque dejó tan buen sabor de boca a los asistentes como los días pasados.
Fernando Iwasaki, dejó perplejos a todos, cuando después de un saludo inicial, señaló en una de sus primeras frases “yo no soy un narrador oral, pero Ignacio Sanz me ha persuadido para que esta noche este aquí con ustedes”, con lo que dejó un poco sorprendidos a los asistentes.
Después de una presentación donde resumía algunos antecedentes y su profesión, escritor, dejó ver la técnica con la pretendía enganchar al público, ni más ni menos que el humor, mezclando chistes de humor fácil con otros más reflexivos y profundos.
El inicio conectó pronto al público con el escritor, que hacía las veces de narrador con bastante fortuna y desparpajo a pesar de citar que no era uno de ellos. Pero pronto la narración viró a lo que se convertiría el tema central de la actuación, que pretendía responder a la pregunta ¿por qué soy escritor?, a la que respondió con varios hechos refrendados mediante su experiencia y siempre conectados con alguna vivencia personal.
Los asistentes respondieron con sorpresa al cambio de rumbo respecto a días anteriores, pero pronto entraron en el juego del narrador, que comentaba una serie de situaciones vividas con un discurso poco frecuente en todo el festival.
Según la reacción del público, se podría decir que la respuesta a la pregunta central que más gusto llegó pronto, para ser exacto fue la primera. Iwasaki, peruano residente en España, exponía su reflexión del porqué era “un discapacitado matemático”, y resumía sus actitudes y estilo frente a las ciencias numéricas, logrando auténticas carcajadas en el público asistente. Consideró a las matemáticas “emboscadas existenciales” y con éste y otros términos, comparó a los estudiantes de letras y números.
Durante todo el acto, Fernando Iwasaki divirtió al público con una narración que tenía todas las trazas del monólogo de un cómico, algo diferente a lo visto en los anteriores días de festival.
