El presidente de las Cortes de Castilla y León, José Manuel Fernández Santiago, apeló ayer al debate «sereno y riguroso» que permita hallar las «ventanas nuevas de oportunidad que abrirá la crisis» y subrayó que el Estatuto de Autonomía, que celebró su vigésimo séptimo aniversario, ha hecho posible la unidad política sin uniformismo, la solidaridad sin privilegios y la diversidad sin imposiciones en lo que entiende como la «mejor garantía de futuro en común».
Fernández Santiago, en esta celebración marcada también por un contesto económico muy delicado, se dirigió a las personas que están pasando más dificultades en su alocución ante las principales autoridades de la Comunidad que asistieron al acto institucional, para trasladarles un mensaje «ilusionado y sincero de esperanza». «Aunque se nos anuncian tiempos difíciles, nunca hemos dejado de saber en esta tierra lo que es el esfuerzo y el sacrificio y siempre hemos sido capaces de salir adelante», afirmó, y pidió el «esfuerzo de todos» para un «sólido proyecto de futuro».
Así, el presidente de las Cortes quiso subrayar que toda la acción política, tanto de los parlamentos, de los gobiernos como de las cúpulas de los partidos, debe apuntar a los efectos de la crisis en el empleo, en la producción, en la inmigración o en la cultura, «reforzando la solidaridad y asegurando la más justa distribución de los recursos». Para afrontar este reto, resaltó que Castilla y León tiene el «liderazgo responsable» de los dirigentes políticos, económicos y sociales, además de una sociedad civil «dinámica, emprendedora y activa que cree en sus posibilidades».
El Estatuto de Autonomía de Castilla y León, aprobado en 1983 y reformado por última vez en 2007, es el acontecimiento político «más trascendente de los últimos doscientos años», resaltó el presidente de las Cortes, para quien esta norma de «convivencia» ha hecho posible la unidad política de la Comunidad, sin uniformismo, la solidaridad sin privilegios y la diversidad sin imposiciones.
Después de realizar esta reflexión, José Manuel Fernández Santiago llamó de nuevo a preservar, desde una responsabilidad que afecta a todos, su «espíritu integrador» que permita seguir percibiendo a Castilla y León, más allá de las «lícitas discrepancias», como una «verdadera oportunidad de avance y progreso para todos».
En presencia de los canónigos de la Real Colegiata de San Isidoro de León, protagonista por la entrega este año de la Medalla de Oro de la institución, glosó la importancia y el significado que supuso la celebración, en el claustro de esta «joya del románico español», de las primeras Cortes en 1188 a las que asistieron representantes del pueblo, lo que se ha visto a los largo de los años como el origen del parlamentarismo constitucional, que impera hoy en los países más desarrollados y que tuvo su germen en aquella Colegiata a la que ayer se rindió un sentido homenaje.
«Fueron el inicio de una larga tradición de defensa de las libertades, que tuvo su continuidad tres siglos después en el movimiento comunero», expresó el presidente de las Cortes, quien trasladó el «homenaje, admiración, afecto y profundo respeto» de la Cámara y de las autoridades presentes al abad de la Colegiata de San Isidoro de León, Francisco Rodríguez Llamazares.
El presidente de las Cortes de Castilla y León destacó también que el debate y el entendimiento para resolver los conflictos, como prometió el entonces joven monarca Alfonso IX en aquella época convulsa, son «aportaciones» del Reino de León al nacimiento y la configuración de las actuales monarquías parlamentarias. «La originalidad histórica de las Cortes de León va a suponer una novedad radical, tanto por la asistencia del estamento ciudadano, como por documentar el pacto», concluyó José Manuel Fernández Santiago.
