Contundente victoria de Alberto Núñez Feijóo en Galicia, donde el Partido Popular no solo mantuvo el Gobierno regional, sino también la mayoría absoluta con 41 escaños, lo que supone tres más que en las anteriores elecciones. Los comicios de esta región fueron analizados desde su convocatoria como una prueba de fuego para la política de Mariano Rajoy, al no tener el componente tan marcado del nacionalismo como el País Vasco, por lo que el presidente del Gabinete central pudo respirar tranquilo al notar el apoyo masivo de su tierra natal. Por su parte, los socialistas no consiguieron sacar rédito del desgaste del PP y sufrieron el castigo de las urnas obteniendo 18 diputados, siete menos que en los anteriores comicios.
Las de Galicia eran las elecciones clave para Rajoy, con la popularidad hundida en las encuestas por sus ajustes, con protestas en las calles contra esos recortes y con la segunda huelga general contra su Gabinete a la vuelta de la esquina, el 14 de noviembre. Incluso, su compañero de partido y cabeza de cartel en la comunidad, Núñez Feijóo, anticipó los comicios por miedo a una sangría de votos si se celebraban en marzo, cuando tocaba, por el más que posible rescate de España y por los presupuestos gallegos para 2013, que serán los más austeros en la historia de este territorio.
La jugada salió bien y el PP consiguió romper el maleficio de la crisis económica, que en la Unión Europea (UE) se ha llevado por delante en las urnas a todos los partidos que han intentado combatirla desde el poder. Con este resultado, el presidente del Gobierno puede decirse a sí mismo que ese mensaje ha calado en los votantes de su partido.
Esta victoria, además, permite a los conservadores mantener el poder en 11 de las 17 comunidades autónomas españolas, la mayor cota de poder en la historia del formación, que también dispone de una cómoda mayoría absoluta en el Parlamento.
«No es habitual que en una crisis como esta, un Ejecutivo reciba tanto apoyo», confesó el vencedor de los comicios, tras conocer que ha revalidado su mayoría absoluta. «Los gallegos acaban de decidir que el Partido Popular de Galicia gane clara y limpiamente las elecciones», explicó Feijóo desde la sede popular en Santiago.
Mientras, la secretaria general de la formación, María Dolores de Cospedal, subrayó el «magnífico» resultado de su partido en Galicia y aseveró que los votantes han «premiado» la labor de Alberto Núñez Feijóo y su forma de «gestionar con sobriedad y con austeridad». «Tomar medidas para empezar a resolver la profunda crisis económica que ya nos acechaba ha dado resultados», indicó.
Fracaso de Vázquez
Precisamente a la crisis y los recortes se aferró el PSOE para pedir el voto de los descontentos con el Gobierno del PP, pero la jugada, a tenor de los resultados, les salió rematadamente mal. Los socialistas (PSG-PSOE), que aspiraban a evitar una mayoría absoluta del PP y pactar con los nacionalistas gallegos de izquierda un gobierno de coalición, obtuvieron 18 diputados, siete menos que en las elecciones de 2009. Ante esas cifras, el candidato a la Presidencia de la Xunta, Pachi Vázquez, solo pudo felicitar a los conservadores por su «amplia» victoria y, además, anunció que convocará a los órganos de su partido para «abrir un escenario de profunda reflexión», tras el cual se mantendrá donde «decida» su militancia.
En su comparecencia ante los medios, subrayó que asume «con total serenidad» la derrota en las urnas, toda vez que se queda con la «sensación» de haber hecho «lo que tenía que hacer».
Por su parte, el escrutinio consolidó el respaldo de los gallegos a Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), la coalición liderada por Xosé Manuel Beiras que se creó en septiembre y ya se cuela en el Parlamento como la tercera fuerza más votada con nueve diputados.
Por otro lado, el candidato del BNG, Francisco Jorquera, admitió el «revés electoral» de su formación, castigada por el nuevo partido de Beiras y que solo pudo sumar siete escaños, cinco menos que en el año 2009.
