Una de las propuestas más atractivas del apartado de artes visuales de Hay Festival 2018, celebrado en septiembre, era la muestra programada en el Torreón de Lozoya, dedicada al artista Eduardo Arroyo, quien, después del reciente éxito cosechado en la Fundación Maeght en Saint-Paul-de-Vance y en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, reaparecía en el panorama expositivo con la interesante propuesta: ‘Tríptico: Teatro, Arte y Literatura’, los tres pilares sobre los que se basa la obra de este madrileño con raíces leonesas.
Poco podían imaginar hace unas semanas los organizadores que esta muestra sería la última que se realizaría en vida de Arroyo, quien falleció esta mañana, a los 81 años, en su casa de Madrid, tras una larga enfermedad. Según las informaciones facilitadas por la familia a las distintas agencias, Arroyo murió en paz, rodeado de los suyos.
Esta triste noticia convierte en más importante aún la visita al Torreón de Lozoya, para disfrutar de las obras que recoge ‘Tríptico: Teatro, Arte y Literatura’, que puede visitarse hasta el 18 de noviembre. Con el comisariado de Fabianne di Rocco y los patrocinios de Acción Cultural Española y de la Fundación Caja Segovia, la exposición reúne más de medio centenar de piezas, integradas por esculturas, estampas, libros y proyecciones de producciones teatrales y operísticas que han contado con escenografías de Eduardo Arroyo, así como del documental ‘Arroyo. Exposición individual’, realizado por Alberto Anaut, con producción del Círculo de Bellas Artes de Madrid, estrenado en 2012.
FIGURACIÓN NARRATIVA Arroyo es una de las figuras fundamentales de la llamada ‘Nueva Figuración’ o ‘Figuración narrativa’. Con raíces en el municipio leonés de Robles de Laciana, él nació en Madrid y comenzó su carrera artística en París, en 1958, tras licenciarse en periodismo, y residió en la capital francesa durante muchos años debido a su oposición al franquismo. En el año 2000, recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes otorgada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
Además de pintor, fue dibujante, grabador, escultor y escenógrafo… y en este perfil multidisciplinar de Arroyo, asumido por él mismo con una gran humildad, hace hincapié la exposición que acoge el Torreón de Lozoya, donde, ensambladas como en un tríptico, se presentan unidas las facetas del teatro, el arte y la literatura. La muestra recorre un largo camino cronológico, puesto que las obras expuestas abarcan desde la década de los sesenta hasta el pasado año, testimonio de una insaciable curiosidad, de una admirable versatilidad y de una enorme capacidad creativa.
Además, Arroyo publicó una decena de libros sobre los temas más diversos, un sinfín de artículos, algunos manifiestos y una obra de teatro, ‘Bantam’, estrenada en el Residenztheater de Múnich bajo la dirección de Klaus Michael Grüber. Y su obra ha sido expuesta en París, Milán, Roma, Venecia, Madrid, Nueva York, Berlín o Múnich, entre otras grandes ciudades de todo el mundo.
Arroyo será enterrado mañana en Robles de Laciana, aunque desde esta tarde el mundo de las artes y la cultura le lloran en el tanatorio madrileño de la M-30, al que fue trasladado su cuerpo desde su casa, tras confirmarse el fallecimiento.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, trasladó su “cariño” a Arroyo, su familia y amigos tras conocer la noticia. “Los artistas nunca mueren, su obra siempre perdura. Eduardo Arroyo ha sido un icono del arte español del último siglo”, destacó en un tuit.
