En estos días de tribulación Nacional, en los que media España, está en contra de lo que ordene otro cuarto de España, junto a etarras y separatistas, quizás tengamos que hacer una reflexión de educación en los valores deportivos o en termino anglo sajón, fair play “ respeto a las normas del juego” que se supone un baloncestista de pro, educado en un Instituto madrileño como el Ramiro de Maeztu, pasado por la ética socialista, como Pedro Sanchez, debe practica y quizás, solo quizás, tratar de respetar.
Me pregunto, dónde está el respeto a las normas, cuando unas elecciones se celebran un 23 de Julio- como decía un hombre sencillo del pueblo, “será legal pero no es moral”, donde han quedado 150.000 votos en correos que no fueron recogidos- ningún partido se ha hecho eco de ello- donde las multas por la utilización de los Consejos de ministros y vulnerar su neutralidad y por tanto la promesa de no hacerlo, que se ha vuelto a repetir y qué decir de un Secretario General del PSOE que para su elección como tal, fue sorprendido detrás de una cortina introduciendo votos en una urna….. La imagen, es imborrable. Los afiliados y simpatizantes del Partido Socialista Obrero Español, creo que tienen mucho de qué preocuparse en la elección de sus líderes y no solo cantar en Ferraz el “no pasaran” famoso pasaje de la Guerra Civil en el Madrid de 1936, con la llegada de las Brigadas Internacionales. Sentí vergüenza como ciudadano y como español. Al menos queda la esperanza, que la mayor parte de la población, casi 80 años después, no sabía de qué hablaban.
¿Interesa a España o a cualquier país democrático de la Europa del siglo XXI ser gobernado con estas “mañas”? ¿qué educación en valores deportivos de respeto al contrario y a las normas queremos transmitir a nuestros jóvenes o es solo importante hacerlo en los campos/canchas de juego, pero después vale todo? A mí me parece que es una vergüenza y esto, por encima de la política, nos lleva a la destrucción como sociedad, que difícilmente por esta vía, puede llegar a nación y nos acerca cada vez más a una banda sin principios.
Estos días de caluroso verano, no paro de leer referencias, libros, artículos de prensa de españoles contemporáneos, algunos anónimos, que con su comportamiento ejemplar como ciudadanos, cada uno en su puesto, son un orgullo para todos: políticos retirados que nos hablan de sus orígenes humildes y de su entrega a España, médicos, campaneros de su pueblo, organistas que sin reconocimiento alguno cuidan de nuestro patrimonio cultural y musical, agricultores y ganaderos que nos facilitan que podamos comer, transportistas ( ¿alguien se acuerda de la pandemia y de las actividades esenciales?), investigadores y científicos entregados al bien común, funcionarios brillantes y al servicio del administrado, religiosos al cuidado de nuestros enfermos y en general, ciudadanos que no merecen ser gobernados por tramposos que desde luego no practican el fair play que se supone aprendieron algún día y que ahora practican la patada en el tobillo, la zancadilla, el engaño al árbitro y en definitiva una total falta de respeto por el rival, al que consideran enemigo. Pobre España o lo que queda de ella: para este viaje, no hacía falta la hermosa Transición que el pueblo y los hombres y mujeres que Gobernaron el país en ese momento trascendental de nuestra Historia, en el que trabajamos en equipo, respectando las normas, reescribiendo otras para facilitar la convivencia (sin ir más lejos la Constitución del 78), dotándonos de un presente y futuro como nación: nos han traicionado y se equivocan. Con la sola lectura o escucha atenta, de los a mi juicio, sencillos pero profundos discursos del gran Adolfo Suárez (creo que merece mucho más que el nombre en un Aeropuerto), basta para entender lo que fuimos, hemos sido y parece que no volveremos a ser: las próximas semanas y los acontecimientos políticos que vamos a vivir, no invitan al optimismo.