Joan Laporta pondrá hoy punto y final a siete años en la presidencia del Barcelona, repletos de éxitos, aunque entremezclados con episodios polémicos que han debilitado su imagen.
Con cuatro Ligas y dos Champions, títulos a los que se añaden una Copa del Rey y un Mundial de Clubes, además de otros menores, Laporta entregará el testigo a Sandro Rosell, ganador de las elecciones el pasado 13 de junio.
Laporta ha concretado con un éxito más que notable una revolución tras llegar en junio del 2003, después de que el Barcelona se viese inmerso en una de las crisis deportivas, sociales y económicas más sonadas de su historia.
Ese año, el equipo acabó segundo, a un paso del título, y la junta pudo cerrar la temporada con déficit cero, aunque algunas medidas económicas impulsadas en las dos primeras semanas de mandato, y correspondientes a la temporada 2002-03, pusieron a Laporta entre la espada y la pared.
Un grupo de socios emprendió una serie de iniciativas contra su junta. Primero para que avalasen el presupuesto y después para que formalizasen elecciones para la temporada 2006 y no la 2007 como pretendía la directiva.
La campaña 2004-05 iba a ser un punto de inflexión, pero al título de Liga le acompañó una cascada de dimisiones (Rosell, Josep María Bartomeu, Jordi Moix, Jordi Monés y Javier Faus) que puso a la entidad contra las cuerdas.
El Barcelona resurgió con una nueva Liga y la Champions, de la mano de un genial Ronaldinho con quien el Barça había dado un estirón deportivo inimaginable en 2003, además de la aportación de futbolistas como Eto’o y Deco.
Tras el sonado exitazo, ni la directiva ni el cuerpo técnico podían dar crédito a los problemas que iban a acontecer en los siguientes años, iniciados con una sentencia que obligó a la junta a poner día a las elecciones a la presidencia aquel verano de 2006, tras el que Laporta salió reelegido.
El desgaste en el vestuario llevó a la plantilla a dos años en blanco y a un estallido de ira por parte del entorno que acabó con una moción de censura contra Laporta en el verano de 2008.
La directiva se salvó por los pelos pero quedó herida, como así se produjo después, cuando en las últimas elecciones el 60 por ciento de los votos en contra se volvieron a congregar en torno a Rosell.
Éxitos
A pesar de aquel varapalo, Laporta volvió a tocar la tecla acertada para poner al Barcelona en el punto adecuado, tras fichar a Guardiola y ‘limpiar’ el vestuario (Ronaldinho, Deco, Motta …).
Con Pep en el banquillo, el Barcelona escribió en 2009 la página más brillante de la historia barcelonista y de cualquier equipo en el mundo, tras obtener seis títulos en dos temporadas: Copa, Liga, Champions (2008-09), Supercopa de España, de Europa y Mundial de Clubes (2009-10).
Al año siguiente, el Barcelona repitió Liga y se quedó en las puertas de la final en Europa, méritos suficientes que creyó Laporta que bastaban para que el barcelonismo siguiese sus consignas en las elecciones a la presidencia, primero aupando a su amigo Alfons Godall, que acabó retirándose, y finalmente a Jaume Ferrer.
El socio no lo aceptó y brindó su apoyo incondicional a Rosell. Ahora, igual que sucedió con Núñez, cuestionado y aplaudido, el aficionado quizá también necesite años para tomar perspectiva y observar el legado que deja Laporta tras siete años.
