La reunión en Barbados sigue sin resultados concretos hacia una salida pacífica del drama político, social y económico de Venezuela. No basta la defenestración de Nicolás Maduro, el cambio de directiva del Consejo Nacional Electoral, o deponer al Tribunal Supremo de Justicia ilegítimo, responsable de muchos desmanes, Es imprescindible desmantelar la influencia de veinte mil mercenarios cubanos que el G2 tiene en la Fuerza Armada Nacional, hay que combatir al ejercito de liberación nacional colombiano (ELN), a los cabecillas de la FARC que pernoctan en hoteles cinco estrellas de Caracas, a los capos del cartel de los soles (Alto Mando Militar con Diosdado a la cabeza), asesinos del Medio Oriente, prófugos de ETA, talibanes y otras organizaciones terroristas de distintas nacionalidades.
Pero es que además se deben cortar los vínculos de los sectores militares y policiales con las bandas de sicarios, colectivos al servicio del poder, con las redes de distribución de drogas y con los pranes que tienen sus cuarteles de invierno en los centros penitenciarios del país, liderados por el ministro de prisiones Iris Varela. Basta con ofrecer impunidad a los delitos de lesa humanidad que la guardia nacional, policías y matones han hecho a los presos políticos hasta ocasionarles la muerte por torturas (Capitán de Corbeta Rafael Acosta Arévalo y Concejal Fernando Albán); serán blanco de la caza, así como lo han hecho con los esbirros nazis, sirios, libaneses, libios, egipcios o de ser juzgados ante el Tribunal de La Haya. No, no basta con esa cucharada de amargo purgante para semejantes entero-parásitos; lo que hay que impedir, y esa es la presión que debe ejercer toda la oposición democrática, es que esto sea un reparto de las instituciones, los territorios de la nación y sus recursos, con su respectiva libación de whisky de 18 años más copiosos banquetes de tirios y troyanos frente al mar de la felicidad, con lo cual se han concluido todos los intentos infructuosos de negociaciones anteriores.
Basta, se requiere una solución real a la falta de alimentos, medicamentos, servicios públicos como luz, agua, gas, salubridad, hospitalarios, la inseguridad en la calle o de nuestros hogares. El genocidio sistemático programado por los secuaces en el poder se ha puesto una vez más en evidencia al obstaculizar la ayuda humanitaria, a la distribución de alimentos, medicinas, equipos y enseres quirúrgicos por parte de la Cruz Roja, donados por diferentes naciones y empresas, materia de investigación y sanciones por la oficina de derechos humanos que ha dejado la Sra. Bachelet en su reciente y controvertida visita por el retardado resultado. Basta que los representantes de Juan Guaidó, que asisten de buena fe, continúen en esos infecundos conversatorios que solo oxigenan un régimen que está en sus estertores. Jorge Rodríguez y la comparsa que le acompañan no cederán ni un ápice a la pretensión de quedarse indefinidamente con el poder. La oposición democrática unida solicita la intervención militar de los países alineados para derrotar ésta nefasta mediocre dictadura (Vargas Llosa), pero fuertemente armada antes de que ocurra un nuevo holocausto en el siglo XXI. Los venezolanos somos la mayor diáspora de América en toda su historia (cinco millones).
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(*)Cirujano Pediatra