La mujer que perdió un ojo durante la huelga general de noviembre de 2012 presuntamente por un disparo de los Mossos d’Esquadra, Ester Quintana, aseguró en su declaración como testigo que cuando un escopetero supuestamente disparó la pelota de goma, la situación estaba “tranquila” y sin altercados en esa zona.
Esto es lo que sostiene también la Fiscalía en su escrito de acusación, en el que pide dos años de cárcel para un escopetero y el subinspector que presuntamente ordenó disparar: que la situación tras la manifestación “no requería en modo alguno el disparo de pelotas de goma y podían servirse otros medios menos lesivos”.
En su declaración ayer martes en la segunda sesión del juicio que se celebra en la Audiencia de Barcelona, Quintana relató que la manifestación había acabado una media hora antes y que había altercados más abajo pero no a la altura del paseo de Gracia con Gran Vía, donde presuntamente se produjo el disparo.
Precisamente por eso corrieron paseo de Gracia arriba y vio furgonetas de los antidisturbios de los Mossos dando vueltas a la rotonda; observó a un agente bajar de uno de los vehículos con un arma, escuchó la detonación e “inmediatamente” se produjo el impacto en su ojo.
La víctima explicó al tribunal que se fijó en un agente con una escopeta porque se había bajado con el coche en marcha, pero cree que había dos o tres y no pudo precisarlo; estaban a una distancia de unos 30 metros de las tres furgonetas policiales, según relató.
A preguntas de la fiscal y de su abogada, Quintana sostuvo que en ningún momento escuchó que los Mossos alertaran con altavoces a la gente para que se dispersara antes de su actuación ni tampoco vio ni oyó ruido de altercados como lanzamientos de piedras o cristales rotos.
La testigo relató que estaba muy asustada y bajó con su pareja por paseo de Gracia pidiendo auxilio hasta llegar al cruce de esta calle con Ronda de Sant Pere, donde pudo sentarse y un agente de la Guardia Urbana llamó a una ambulancia. Luego la llevaron al Hospital de Sant Pau de la capital catalana, la operaron al día siguiente, estuvo seis días ingresada y todavía sigue en tratamiento médico y psicológico después de la pérdida del ojo izquierdo, explicó al tribunal.
También declaró como testigo su pareja, quien coincidió con Quintana en señalar que la situación estaba tranquila en esa zona y aseguró que cuando ella recibió el impacto él estaba a un metro de ella aproximadamente. El testigo relató que él escuchó el disparo, que vio a un policía con un arma y que ella le dijo que le habían dado.
Después de que la Consejería de Interior indemnizase a Quintana con 260.000 euros y de que los Mossos alegasen sus pocas dudas de que la pérdida de ojo se produjo por un disparo policial, en el juicio que está previsto que termine el 27 de abril, deberá aclararse si el escopetero que se sienta en el banquillo es quien disparó.
