El director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, James Clapper, afirmó ayer que la rama iraquí de Al Qaeda podría haberse infiltrado en las filas de la oposición siria y es probablemente la responsable de atentados suicidas en el país, según anunció el diario británico The Daily Telegraph.
Clapper subrayó que los ataques con bombas que se han registrado en Damasco y Alepo desde el pasado diciembre «tienen todas características de ser ataques de la organización terrorista.
Estas declaraciones confirman las informaciones previas expresadas por altos cargos estadounidenses en las que apuntaron a Al Qaeda como responsable de los atentados en el país, y llegan pocos días después de que su líder, Ayman al Zawahiri, publicara un vídeo en el que respaldó a la oposición armada y animó a todos los árabes y musulmanes a derrocar el Gobierno de Bashar al Asad.
En este sentido, Clapper expresó su preocupación por el hecho de que militantes de Al Qaeda hayan entrado a formar parte de una oposición que se encuentra muy dividida y lo vinculó con el «preocupante fenómeno de la presencia de extremistas en grupos de oposición». Sin embargo, matizó que «en algunos casos los grupos opositores podrían no ser conscientes de su presencia».
Con respecto al posible fin del conflicto, Clapper manifestó que la oposición está « muy dividida» y que las fuerzas de Al Asad mantienen el control por el momento, por lo que consideró que no hay signos de que los enfrentamientos vayan a terminar a corto plazo.
Asimismo, subrayó que las agencias de Inteligencia estadounidenses están monitorizando «la extensa red» de arsenales químicos que posee Damasco y confirmó que ésta supone un desafío mayor que la que controlaba Libia. «Pese a todo lo que está ocurriendo, parecen estar seguros», concluyó.
Un muerto
Mientras tanto, las fuerzas de seguridad sirias acabaron ayer con la vida de un participante de la multitudinaria protesta celebrada en Damasco contra el régimen de Bashar al Asad, y otras 60 personas resultaron detenidas.
La manifestación, con motivo del funeral de tres jóvenes muertos el pasado viernes, reunió a unas 30.000 personas y fue una de las más numerosas muestras de repulsa contra el mandatario desde que comenzara hace 11 meses la revuelta popular.
