El Gobierno de Estados Unidos vuelve a imponer sanciones contra la exportación de petróleo y el sector financiero de Irán este lunes, en un intento por aumentar la presión económica contra Teherán para que limite su programa nuclear y de misiles y así poder minar su creciente influencia militar y política en Oriente Próximo.
La medida implicará la restauración de las sanciones estadounidenses que fueron levantadas como parte del acuerdo nuclear negociado por la Administración del expresidente Barack Obama. También suponen un total de 300 designaciones nuevas contra el sector petrolero, comercial y banquero de Irán.
El presidente norteamericano, Donald Trump, anunció en mayo que su Administración iba a retirarse del acuerdo nuclear con Irán, que calificó de ser el “peor” tratado jamás firmado por Estados Unidos. El resto de países firmantes, incluidos Reino Unido, Francia, Alemania, China y Rusia, aseguraron que no van a retirarse.
Por su parte, el presidente iraní, Hassan Rohani, aseguró ayer en un discurso televisado que Teherán continuará vendiendo su petróleo y no cumplirá con las sanciones impuestas por Washington.
Se espera que China, Corea del Sur, Japón, India y Turquía, los principales importadores de petróleo iraní, reciban exenciones temporales de las sanciones para asegurar que el precio del barril de crudo no se desestabiliza.
La nueva imposición de las sanciones se produce a medida que Estados Unidos está centrado en las elecciones parlamentarias. Durante un mitin político este domingo a última hora, Trump aseguró que su “máxima presión” contra Irán estaba teniendo éxito.
“Irán es un país muy diferente al que era cuando llegué al poder”, aseguró. “Querían hacerse con todo Oriente Próximo. Ahora sólo quieren sobrevivir”, añadió.
Horas antes, miles de iraníes se han manifestado al grito de «Muerte a Estados Unidos» en una concentración conmemorando el sitio a la embajada norteamericana durante la Revolución Islámica de 1979.
