Los terroristas de Estado Islámico reivindicaron ayer el atentado perpetrado en la ciudad de Jalalabad (Afganistán) que dejó al menos 33 muertos y más de 130 heridos en lo que se trataría de la primera vez que la organización terrorista asume la autoría de un ataque en el país centroasiático.
El comunicado procede de una facción denominada Estado Islámico en la Wilaya (provincia) de Jorasán y fue enviado a diversos medios revelando el nombre del responsable del atentado suicida y una fotografía del individuo, armado con un fusil de asalto Kalashnikov, delante de una bandera del Estado Islámico.
Jorasán es el nombre con el que la organización terrorista describe al conjunto de Pakistán y Afganistán, objetivos en los más recientes planes de expansión del grupo terrorista.
De hecho, la presencia de Estado Islámico en Afganistán se daba por segura pero hasta ahora había quedado en un segundo plano por detrás de la amenaza que representan los talibán.
Previamente, en Twitter, el presidente afgano, Ashraf Ghani, pidió a los insurgentes talibán que aparcasen temporalmente sus diferencias con el Gobierno y formasen un frente común para luchar contra los terroristas del Estado Islámico, que “están empleando la sangre afgana para su beneficio”.
Precisamente, esta misma organización reivindicó el viernes otro ataque, esta vez en las inmediaciones de la embajada estadounidense en la capital del Kurdistán iraquí, Erbil.
“Hemos sido capaces de detonar un coche bomba en el edificio del Consulado estadounidense en la ciudad (de Erbil), que ha conseguido matar y herir a muchos de ellos”, informaron los terroristas a través de una cuenta de Twitter.
Por su parte, el Departamento de Estado de Estados Unidos confirmó la explosión aunque anunció que no provocó heridos, al menos entre ninguna persona del edificio diplomático.