A los 18 años y con todas las puertas abiertas para su futuro, Francisco José Pinilla, un joven nacido en Sanchonuño, decidió escoger la «puerta estrecha» de la que habla el Evangelio e iniciar un largo y difícil camino hacia el sacerdocio que en apenas dos años llegará a su fin. Hoy, con 25 años, es el único seminarista mayor de la diócesis de Segovia, que este año ha comenzado sus estudios de especialización en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Salamanca y que espera con ilusión poder dedicarse «a estar con la gente» una vez que reciba su ordenación sacerdotal.
Sin antecedentes religiosos en su familia, Pinilla comenzó a discernir su vocación al finalizar el bachillerato de ciencias en el IES Marqués de Lozoya de Cuéllar, donde su profesor de religión comenzó a hablarle de una posibilidad «a la que inicialmente le veía más dificultades que ventajas».
«Lo mío no fue un fogonazo vocacional como en otros casos -explicó- sino que ha ido yendo de menos a más, y de hecho estuve pensando mucho tiempo incluso una vez ya en el propio Seminario, donde el ambiente y los estudios fueron limando mi proceso de indagación hasta ahora».
Salvo por su opción al sacerdocio, la vida de Fran, como le conocen sus amigos, no es muy distinta de la de otros jóvenes de su edad, con los que comparte aficiones como la comunicación a través de las redes sociales o un blog nuevotimoteo.blogspot.com que ha abierto recientemente para mostrar sus experiencias y opiniones como seminarista.
Su entorno familiar comienza a asumir la decisión del seminarista que reconoce los «esfuerzos» que han realizado para entenderla y aceptarla; algo que «les agradezco sinceramente», según explicó Pinilla. «Cuando dije en casa que quería ir al Seminario, aunque me dijeron que si, yo sabía que no les encajaba, quizá porque tenían otros planes para mi, pero ellos me quieren y me ven feliz, por eso lo aceptan», aseguró.
De cara al futuro, la orientación académica que los estudios del seminarista ha tomado en este año le hace sospechar que cuando se ordene sacerdote «mi labor sea más a nivel de curia y de despachos», pero es consciente de que las necesidades de la diócesis le obligarán a asumir responsabilidades en la atención pastoral en la provincia, algo que confía en desarrollar. «Espero que aunque por las mañanas tenga que estar en un despacho, el resto del día pueda estar con la gente, y que me quede tiempo para poder rezar, porque si no, no se aguanta la jornada».
«Lo que más me atrae es la función de puente entre la gente y Dios que hace el sacerdote -explicó- porque a veces tenemos la impresión de que es un ser distante que no tiene nada que ver con nuestra vida, pero en todas las necesidades de la gente esta Dios, y en la medida en que los hombres le conocen más, pueden abrir su corazón para cosas
concretas».