«Como muestra de repulsa a las salvajes matanzas» perpetradas por el régimen de Bashar al Asad, el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, informó ayer de que el Gobierno ha decidido suspender las actividades de su embajada en Damasco, tras anunciar su decisión en la reunión que mantuvieron los delegados de los Veintisiete. No obstante, dos diplomáticos se incorporarán a la legación de la UE para dar protección a los 500 ciudadanos nacionales que allí quedan.
De esta forma, España sacó «tarjeta amarilla» a Siria lanzando el «mensaje político» de que es «inadmisible» la prolongación de las «brutalidades y matanzas» perpetradas en el país, si bien, tal y como detalló el ministro, la decisión no es técnicamente un cierre de la sede en Damasco, que seguirá funcionando.
El Ejecutivo patrio se une así a la decisión adoptada la semana pasada por el Reino Unido y Francia, a los que se ha sumado también Alemania, al tiempo que Italia «está pensando hacer exactamente lo mismo», en palabras de García-Margallo.
Mientras tanto, España aún cuenta con margen diplomático para seguir aumentando su presión sobre el régimen de Al Asad. Todavía no ha decidido expulsar al embajador sirio en Madrid, ya que esta medida plantea un problema. Y es que Damasco respondería automáticamente con la salida de los delegados patrios en el país árabe.
Por otro lado, Naciones Unidas alertó de que ha recibido imágenes en las que aparecen varios heridos que participaron en manifestaciones antigubernamentales siendo torturados por miembros de las Fuerzas de Seguridad y médicos de la nación.
Los vídeos, «realmente impactantes», según un portavoz de la ONU, fueron grabados en secreto y muestran a varios pacientes con múltiples heridas, vendas en los ojos y encadenados a las camas.
También en una grabación, un alto oficial del Ejército sirio anunció su deserción y se une a los rebeldes tras negarse a bombardear su ciudad natal.
Adnan Qassem Farzat, que se convierte en el segundo general que abandona las tropas, aseguró que los ataques sobre zonas bajo control rebelde «no forman parte de los valores» del organismo castrense.
