Hace solo unos días, distintos medios de comunicación se hacían eco de la detención de 48 personas (46 en Alicante y 2 en Murcia) acusadas de explotar sexualmente a la escalofriante cifra de 1.000 mujeres en el último año. En enero, fue desarticulada otra organización criminal dedicada a la explotación sexual en pisos en Salamanca, con 12 detenidos y 17 víctimas identificadas. En 2023 se identificaron 664 víctimas (294 de trata y 370 de explotación), entre ellas 12 menores de edad. Se llevaron a cabo 196 operaciones policiales, desarticulando 80 grupos criminales y deteniendo a 575 personas (345 por trata y 233 por explotación). En 2008, la macrocausa judicial más extensa sobre proxenetismo y corrupción policial en España documentó más de 120.000 folios, tomó declaración a cerca de 400 testigos y víctimas en el Juzgado de Instrucción nº 1 de Lugo e identificó a más de 200 mujeres explotadas sexualmente. Estos son solo algunos ejemplos de la magnitud de esta realidad en nuestro país.
La mayoría de los prostíbulos en España dependen del tráfico de mujeres y niñas. La Policía Nacional estima que el 80 % de las mujeres en contextos de prostitución son víctimas de trata. Según la UNODC (Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito), los españoles lideran el consumo de prostitución en Europa y son los terceros del mundo, solo por detrás de Tailandia y Puerto Rico. Los consumidores son, casi al 100 %, hombres, mientras que el 96 % de las víctimas son mujeres y niñas. Estamos ante un problema social de alcance global que afecta a unos 42 millones de mujeres en todo el mundo.
La falsa libertad: cuando no hay opción real
La idea de que la prostitución es una elección libre ignora las circunstancias que empujan a las mujeres a esta situación. La libertad no está determinada sólo por la ausencia de cadenas físicas, sino también por factores menos visibles: la falta de formación, la pobreza extrema, la discapacidad, el abuso previo, la adicción a las drogas o la condición de niñez. Estas circunstancias reducen la capacidad de elección real y llevan a muchas mujeres a caer en la prostitución. Concretamente, según un informe del Parlamento Europeo, entre el 80 y el 95 % de las mujeres prostituidas han sufrido previamente alguna forma de violencia, como violación, incesto o abuso infantil.
La prostitución se sostiene en la idea neoliberal de que las mujeres pueden comprarse, usarse, reemplazarse y desecharse como objetos. Las mujeres y niñas que se encuentran en el sistema prostitucional son, sin lugar a dudas, víctimas de violencia machista sistemática. Escapar no es fácil, como afirma Amelia Tiganus en su libro La revuelta de las putas (Penguin, 2021): «En el prostíbulo pierdes tu identidad y te conviertes en una mujer en serie […] el campo de concentración te aliena, te despersonaliza. El tiempo se detiene, la mente se separa, el alma se esfuma y tu cuerpo solo intenta sobrevivir». En el libro, relata su paso de víctima a superviviente, y actualmente es una referente del activismo feminista en España.
El modelo sueco: el camino hacia la abolición en España
Frente a los modelos regulacionistas, que legalizan y perpetúan la explotación sexual, el modelo abolicionista es el único que ha demostrado reducir la prostitución y proteger los derechos de las mujeres. Suecia implementó este enfoque en 1999, basado en tres pilares fundamentales:
- Criminalización de la demanda: penalización a los compradores de sexo, ya que sin demanda, no hay prostitución.
- Despenalización de las mujeres prostituidas: se las reconoce como víctimas y no se las criminaliza.
- Programas de salida y apoyo: asistencia social, psicológica y laboral para ayudar a las mujeres a salir de la prostitución.
Los resultados han sido contundentes:
- La prostitución callejera se ha reducido en más de un 50 %, mientras que en países vecinos como Alemania o los Países Bajos, donde se ha legalizado, ha aumentado exponencialmente (Ministerio de Justicia de Suecia, 2010).
- Suecia tiene una de las tasas más bajas de trata de mujeres con fines de explotación sexual en Europa, muy por debajo de países con modelos regulacionistas (UNODC, 2020).
- El 80 % de la población sueca considera inaceptable la compra de sexo, reflejando un cambio cultural profundo (fuente: Swedish Institute, 2019).
Este enfoque ha sido replicado en países como Noruega, Islandia, Canadá, Francia e Irlanda, consolidando el modelo abolicionista a nivel internacional. En contraste, modelos regulacionistas como los de Países Bajos y Alemania, no han mejorado las condiciones de las mujeres y han provocado un aumento de la trata y el proxenetismo (como indica un informe del propio Gobierno Federal de Alemania de 2019). Esto demuestra que la regulación solo favorece a quienes explotan a las mujeres.
Para erradicar la prostitución, España debe adoptar un modelo abolicionista con medidas concretas:
- Criminalizar la demanda y endurecer las sanciones a proxenetas.
- Ofrecer alternativas laborales y apoyo integral a las víctimas.
- Perseguir de manera eficaz todo el entramado de explotación (no solo a proxenetas, sino a cualquiera que se lucre indirectamente).
- Cerrar prostíbulos encubiertos.
- Implementar programas educativos que visibilicen la violencia de la prostitución.
- Reforzar la cooperación internacional para combatir la trata.
El modelo sueco ha demostrado que la abolición es posible. España debe seguir este camino para erradicar esta forma de esclavitud y garantizar los derechos humanos de todas las mujeres. La prostitución no es una elección libre, sino la consecuencia de desigualdades estructurales. La prostitución no se elige, en la prostitución se cae.
Movimiento Abolicionista de Segovia