Estadística no hice, (ello lo tiene ‘oficialmente’ en exclusiva el Csi/teza), para saber cuántos de los de ‘aquí’ conocían donde se encontraba el Molino de La Paja, por lo cual solo me queda la posibilidad de dar la información al completo y, sobre todo, verídica, tanto para los que saben como para los que están en ‘babia’(1). Pues eso, que se ubicaba en la Calle de Santa Catalina, barrio de San Lorenzo, aguas abajo del Eresma. Molturaba cebada. Era propiedad de Isabel Velázquez de Cáceres que en su último tiempo (el del molino) lo arrendó al italiano/genovés Antonio Lauro. Este se dedicaba a tiempo completo al trabajo de extracción de aceite de los paños. Para ello había inventado una máquina especial que contrataba con los empresarios pañeros y económicamente sacó buen rendimiento al invento. Esto que les cuento es del siglo XVII. Por 1622, o así.
División de España
Escribo –dejo claro-, de aquella división administrativa que durante la Regencia de María Cristina –me-quiere-gobernar-, siendo primer ministro Cea Bermúdez, llevó a efecto y tramitó el Ministro de Fomento, Javier de Burgos, en Decreto de 30 de noviembre de 1833. Con la reforma el territorio español ‘queda dividido en 49 provincias, que toman el nombre de sus respectivas capitales’. El decreto excluía de este último apartado a Navarra, Guipúzcoa, Álava y Vizcaya.
Sabido es que fuero (2) y huevo son cuestión diferente. Sobre todo porque el huevo (de gallina) es más pequeño. Los de pato y avestruz son de otro volumen. Vamos, que se salen de lo normal, como el Fuero. Sesudo estudio, sin duda.
Hasta aquí lo ‘bonito’. Al respecto debo comentar, y lo escribo, que con la división –quizá por ello me gusta más multiplicar-, Segovia salió perdiendo. Antes de dividir tenía una extensión de 8.949 k2 y después nos quedamos con 6.949. Dos mil kilómetros que se ‘repartieron’ entre Madrid, Valladolid, Ávila…
Claro que también le quita a España espacio/kilómetros Gibraltar y… ahí seguimos.
Carta del obispo al Clero
Obispo hubo en Segovia (1645-1647), de nombre Pedro de Neila Bravo, nacido en Gallinero (Soria), Caballero de la Orden de Calatrava, arzobispo que fue de Palermo (permaneció años en Italia), que durante el tiempo de su obispado en la diócesis ‘segovienense’, escribió carta al clero con la finalidad de armonizar lo que podían y no deberían hacer. Aquí dejo algunos párrafos:
-‘Guarden decencia en las conversaciones y en el vestir, no entren en tabernas ni tiendas’.
-‘No tomen tabaco en ningún lugar sagrado ni en treinta metros de su contorno, ni en calles ni plazas públicas, ni dos horas después de decir misa ni antes de decirla, en manera alguna; ni lo traigan ni lo den a otros, bajo pena de excomunión mayor y de veinte días de cárcel y 2.000 maravedís.
-‘Sean honestos los clérigos y anden con mayor decencia, apartándose de juegos y casas de conversación’.
El obispo, que se encuentra sepultado en la Catedral de Segovia, edificó un palacio en Vinuesa (Soria) que es conocido como ‘Palacio de Pedro de Neila’. Y ahí sigue.
Luego, su predecesor Francisco de Araujo, (3) mantuvo la misma línea de su antecesor: ‘En el vestido se muestren muy compuestos, no traigan vestidos de color ni abierto corto, semejante al de los seglares; no llevarán armas ni entrarán en tabernas ni tiendas públicas…’.
(‘Semblanzas del Clero Segoviano. Siglo XVII’- Estudios Segovianos)
Las casas del Acueducto
Fue en tiempos del reinado de Carlos IV –su abdicación fue en 1808- cuando más se hizo por tirar las casas que se habían construido junto, debajo o al lado del Acueducto que significaban un obstáculo para el tránsito, quitaban la vista del monumento y perjudicaban enormemente tan maravillosa obra.
Cuando las susodichas se derribaron quedaron sobre las piedras del Acueducto claras muestras del lugar donde cada una había estado. Así, se pudo comprobar el ennegrecimiento de algunas de las piedras donde habían sido instaladas chimeneas y, en otras, rayas que indicaban hasta donde habían llegado los tabiques y tejados. Alguna había que tenia bodega cerca de los cimientos.
En la subida del Postigo estuvieron al descubierto varios restos de estas casas, que desaparecieron al construir la escalinata. Antes, año 1806, algunas de ellas sufrieron un incendio en el amanecer del 10 de febrero. Fue, sin duda, otro de los sucesos que precipitaron la necesidad de la su desaparición.
El corregidor encargado de la ‘operación derribo’, pidió a los propietarios de las casas ‘que las derribasen ellos o dejaran los escombros para ser vendido por la Ciudad y conseguir con ello algún dinero’. El derribo se efectuó entre noviembre de 1806 y marzo de 1807. En total fueron reducidas a escombros treinta y tres casas. Hasta llegar aquí el parto fue larguísimo. Había decisión, pero no dinero en el Ayuntamiento para indemnizar a los propietarios.
Eso no pasaría ahora. Sólo con la subida anunciada del IBI… ¡qué locura!
Por cierto, pongan máxima atención con los miedos, les encanta robar sueños.
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(1) Estar en Babia se aplica a aquellos que no se enteran de lo que ocurre alrededor, según docta manifestación de la RAE. También sepan que Babia es comarca de las montañas de León.
(2) Fuero. En España, norma o código históricos dados a un territorio determinado. Para más saber, Ley de 21 de julio de 1836 ‘de abolitoria de los Fueros Vascos’ y la de Confirmación de Fueros de 25 de octubre de 1839 (Gaceta de Madrid, 26 de octubre de 1839).
(3)Francisco de Araujo y Chaves nació en Verín (Orense); entró en la Orden de Predicadores; abogado, extraordinario educador, catedrático en la Univ. Salmantina, maestro de Sagrada Teología. Dejó el obispado de Segovia al ser nombrado para la diócesis de Cartagena-Murcia. Falleció a los 84 años.
