Llevaba mucho tiempo intentándolo. Hace tres años, en declaraciones a EL ADELANTADO, el director del Museo de Segovia, Alonso Zamora, apuntó la línea de investigación a seguir para desvelar, de forma definitiva, la inscripción de la cartela del Acueducto. “Con la fotografía láser se debería apreciar alguna diferencia entre las zonas donde se colocaron las letras, en teoría menos erosionadas, y las zonas que no estuvieron protegidas durante quince siglos por las letras”, declaró entonces.
Ayer, Zamora consiguió su objetivo de utilizar la última tecnología para tomar datos del monumento. Desde primera hora de la mañana, una gran grúa, cedida por la empresa ‘Calderón’, permitió a un equipo de técnicos acceder en una cesta hasta las dos cartelas (occidental y oriental). Por una parte, investigadores del Laboratorio de Fotogrametría Arquitectónica , de la Universidad de Valladolid, emplearon tres técnicas diferentes (escáner láser, fotografía digital y fotografía aérea) para plasmar, en 3D, el estado actual del Acueducto. También participaron en el estudio Félix Bellido, geólogo especialista en granitos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), y el arqueólogo Carlos Odriozola, de la Universidad de Sevilla, quien pretende, con un analizador de rayos X, detectar posibles eflorescencias del cobre de las letras que pudieran haber impregnado los sillares de granito.
Zamora insistió ayer en su teoría, consistente en que “tiene que haber algún tipo de diferencia de nivel, algún relieve, entre las zonas de granito que estuvieron cubiertas por las letras y las que nunca se cubrieron”. En ese sentido, el director del Museo de Segovia no ocultó su esperanza en que, fruto del estudio, se puedan apreciar esos “relieves”. Él centra su confianza en los sillares de la cartela menos erosionados, aquellos en los que se ven con nitidez los agujeros que se hicieron para sujetar las letras, muchos de los cuales conservan restos de plomo.
En cualquier caso, Zamora evitó ayer lanzar las campanas al vuelo. “No se si sacaremos alguna conclusión de todo este trabajo, pero hasta que no se intenta una empresa no se consigue”, insistió. Varios fenómenos pueden haber ‘limado’ la cartela hasta hacer desaparecer definitivamente los relieves ocasionados por la permanencia de las letras hasta el siglo XVI. De una parte, la erosión posterior a esa centuria. Por otra, la última restauración del Acueducto, ya que la profunda limpieza del monumento que se llevó a cabo pudo eliminar huellas entonces invisibles que hoy, con tecnología actual, sí pueden ser detectadas.
Más allá de lo que finalmente logre el equipo dirigido por Zamora, el trabajo de ayer sirvió a los técnicos para constatar diversos daños que sufren los arcos. “En los arcos más altos —indicó Zamora— no aparecen bolsas de patatas fritas, como en la zona más baja, pero en cambio sí se ven muchísimos excrementos de pájaros”. Sus heces, muy ácidas, atacan a la piedra.
No obstante, el geólogo Félix Bellido, indicó que el granito del Acueducto se halla “en un estado aceptable” y “lógico para la edad de la edificación”. “Se observan —añadió—, algunas diferencias en el grado de alteración, dependiendo de la orientación de los sillares, y eso es debido a la humedad y a la climatología”.
Tras la toma de datos, el equipo de investigación continuará con su labor, ya en laboratorio, con la intención de publicar a medio plazo un estudio con los resultados obtenidos.
