Las fiestas de septiembre en Escalona del Prado, como las de tantos pueblos castellanos, son un catálogo de lo que fuimos, lo que somos y lo que ya no podremos ser, aunque nos disfracemos de peña con mono verde fosforito.
La liturgia profana arranca el jueves 4 de septiembre con la IX Carrera de Colores, versión local de la carrera popular tuneada con polvos holi, importación india a precio de mercadillo. El corredor rural de antaño, curtido en eras y barbechos, se transforma en atleta efímero, pintarrajeado de rosa, verde y azul, como si al cansancio de correr le faltara la humillación estética de parecer un cuadro de Miró mal entendido.
Después, la Cena del Segador. La memoria colectiva exige el rito de sentarse en la plaza y quizá recordar que aún suena la hoz contra el trigo. A las 23:00, Daniel Romano con su piano, su guitarra y su voz. Un autor que sorprende en cada espectáculo. Y a las 00:45 otro tesoro del pasado, el Zurraovino, un destilado colectivo de lo que queda en las garrafas. Ahí se acaba toda metafísica y empieza la digestión lenta de la madrugada.
El viernes 5 comienza en serio la parte sacra con la Ofrenda Floral a Nuestra Señora de la Cruz, a las 20:00, seguida de la novena en la ermita. La Virgen es el eje secreto de estas fiestas que sostiene y da sentido a los DJ y a las fiestas de la espuma. Luego, la noche profana: desfile de peñas y carrozas a medianoche, con premio a la mejor animación. La carroza es la metáfora agrícola reciclada en espectáculo: de transportar mieses a transportar alegres peñistas. Y después la verbena con la orquesta Voodoo, bingo a mitad, DJ al final. El ciclo perfecto de la noche de pueblo.
El sábado 6 es un día con dos almas: por la mañana, la tradición; por la tarde, la espuma. Pasacalles con dulzaina y tamboril, misa y procesión en honor a la Virgen de la Cruz. En la ermita, el aire se llena de incienso y campanas, y se conserva un gesto ancestral: las camareras y camareros que portan las rosquillas, rosquillas que son tortas decoradas, casi obras de arte gastronómicas, ofrendas dulces con cirios, símbolo de luz y sustento. El pueblo las mira pasar, y aunque no todos saben ya por qué, todos entienden que ahí late el nervio de lo auténtico. Las rosquillas son un recordatorio de que comer, compartir y rezar eran antaño la misma acción.

Después de la procesión, charanga La Huevera en el parque de la piscina. La dulzaina da paso al saxo y al trombón de la charanga, puente entre lo sagrado y lo jocoso. La tarde ya es otro mundo: castillos hinchables, juegos de agua, fiesta de la espuma, disco furgo. Es la infancia bañada en jabón, el adolescente ahogado en música electrónica. Y a la noche, la suelta de reses de pega para divertirse sin riesgo pero con risas, y la verbena con la orquesta Horus. Los Qintos 2025 organizan bingo: juventud que ensaya cómo financiar su rito iniciático. Después, más DJ hasta rendir la noche.
El domingo 7 repite la liturgia: dulzaina y tamboril, misa y procesión en honor a la Virgen de la Cruz, esta vez explicitando a la que acompañan sus camareros y camareras. La procesión es el corazón de la fiesta: la Virgen avanza por las calles, los vecinos la escoltan, los camareros llevan sus rosquillas, quizá con velas, quizá con la memoria intacta de las tortas con cirios. Los jóvenes que bailaron ayer hasta el agotamiento hoy veneran a su patrona, con respeto, con sentimiento. No hay peña que pueda competir con esa imagen de comunidad. Después, carretones y cata de vino con jamón, chorizo y queso en el salón cultural. El vino compartido es liturgia laica, maridaje de jamón con historia. A medianoche, macrodisco Embrujo: el embrujo es el de la música que apaga la voz del cura y resucita el cuerpo del danzarín.
El lunes 8 es la resaca organizada: castillos hinchables, comida popular de judiones y caldereta, y por la tarde, teatro en el parque de la piscina con un título revelador: ¿Dónde vas a lavar? El vino, siempre el vino, como lubricante de memoria.
En el programa está todo, el ritual religioso, el folclore infantil, la gastronomía como coartada identitaria, la globalización de la fiesta (carrera de colores, fiesta de la espuma, DJ) y la persistencia de símbolos rurales (Cena del Segador, rosquillas de los camareros, judiones). El pueblo se debate entre la memoria agrícola y el ocio global, entre la Virgen de la Cruz y la macrodisco, entre el cirio y el altavoz.

El detalle de las rosquillas que portan los camareros y camareras es fundamental. La rosquilla no es un dulce más, es un símbolo de circularidad, de comunidad, de eternidad repetida en la masa horneada. En Escalona, esa ofrenda se repite cada año como una contraseña secreta: “seguimos aquí, seguimos juntos, seguimos creyendo en algo que nos trasciende”. Que luego venga un DJ a romper la madrugada es apenas un accidente histórico.
Porque al final, lo que sostiene la fiesta no es el bingo ni la espuma, sino la Virgen de la Cruz que sigue recibiendo flores, novenas y rosquillas. Es la cofradía que organiza, que vela, que conserva la tradición de llevar tortas con cirios aunque la expresión ya suene arcaica. Es la memoria de los camareros y camareras, que al ofrecer rosquillas, ofrecen un gesto de pan compartido, de luz encendida, de fe en el pueblo.
En un pueblo de Castilla, septiembre no es sólo el mes de las fiestas. Es la representación anual de la tensión entre el pasado agrícola y el presente globalizado. Es la prueba de que una Virgen con rosquillas puede convivir con una macrodisco a medianoche. Es el recordatorio de que, aunque las hoces se oxiden y las peñas se disfracen, siempre habrá alguien que lleve en procesión unas tortas con cirios, aunque ahora las llamemos rosquillas, y que en ese gesto sencillo se contenga la identidad de un pueblo entero.

PROGRAMACIÓN 2025
Jueves 4 de septiembre
19.00 horas. IX Carrera de colores Escalona del Prado en la Plaza Mayor. Inscripciones 18.30 horas en la Plaza Mayor.
21.30 horas. Cena del segador organizada por la Asociación Cultural en la Plaza Mayor.
23.00 horas. Actuación de Daniel Romano, versiones a piano y voz, organizado por la Asociación Cultural.
00.45 horas. Zurraovino.
Viernes 5 de septiembre
20.00 horas. Ofrenda Floral a Nuestra Señora de la Cruz, y a continuación novena en la ermita.
00.00 horas. Desfile de peñas y carrozas. Se premiará a los que vayan con carroza. La Asociación Cultural dará un premio al mejor espectáculo de animación.
01.00 horas. Verbena en la Plaza Mayor con la Orquesta Voodoo. Durante el descanso habrá bingo organizado por la Asociación Cultural. Después de la orquesta DJ.
Sábado 6 de septiembre
11.45 horas. Pasacalles con dulzaina y tamboril.
13.00 horas. Misa y procesión en honor a la Virgen de la Cruz en su ermita.
13.30 horas. Charanga La Huevera en el parque de la piscina.
18.00 horas. Castillos hinchables con juegos de agua y fiesta de la espuma en la zona del colegio.
18.00 horas. Discofurgo con Paco DJ en la zona del colegio.
00.05 horas. Suelta de reses.
01.00 horas. Verbena en la Plaza Mayor con la orquesta Horus. Durante el descanso habrá bingo por los Qintos 2025. Después de la orquesta, DJ.
Domingo 7 de septiembre
11.45 horas. Pasacalles con dulzaina y tamboril.
13.00 horas. Misa y procesión en honor a la Virgen de la Cruz acompañada de sus camareros y camareras.
18.00 horas. Suelta de reses.
21.00 horas. Cata de vino con degustación de jamón, chorizo y queso en el Salón Cultural.
00.00 horas. Macrodisco Embrujo.
Lunes 8 de septiembre
13.00 a 16.00 horas. Castillos hinchables en la zona de frontón y piscina.
15.00 horas. Comida popular. Judiones y caldereta en la zona de frontón y piscina.
18.00 horas. Programa ¿Dónde vas a lavar? Diputación Provincial de Segovia Grupo Aderezo con la obra “Antonio y Gabino, los amigos del vino” en el parque de la piscina.
