Equipo. Según la RAE, en una de sus acepciones, lo define como “grupo de personas que participan unidas en una competición deportiva”. Lógicamente, ese punto de vista tiene tantos matices como el nivel de esa propia competición.
Llevándolo al escenario de un equipo senior, donde (afortunadamente) la influencia de los progenitores decae y sólo te encuentras con ramalazos aislados de protagonismo paternal, ese colectivo se mueve y actúa como un ente con vida propia, con picos y valles, curvas y rectas ascendentes y descendentes, egos, roles…
Es necesario (y real) que los integrantes de un equipo lleguen al status de amigo? Por supuesto que el buen ambiente ayuda, especialmente para establecer un punto de origen ante cualquier conflicto que pudiera surgir o decisión que pudiera tomarse, pero ni es lo único ni garantiza el éxito. Es más, pienso que en muchas ocasiones se le ha dotado de un tinte de romanticismo excesivo y que, si tus cartas son únicamente el “buenrollismo” y las cañas post entreno…estás muerto.
He estado en vestuarios donde, fuera de ahí eran casi desconocidos, pero en el momento que el olor a radio salil impregnaba esas paredes y el balón echaba a rodar…ay amigo!! iban a muerte el uno con el otro. Permítanme abrir un paréntesis recomendándoles que busquen la relación entre “La Brujita” Verón y “El Cholo” Simeone cuando ambos coincidieron en la Lazio. Yo quiero 15 jugadores así.
Después de tantos años, tu perspectiva y hábitos cambian. Creo ciegamente que el vestuario pertenece a los jugadores y no me gusta invadir esa intimidad salvo un par de minutos por partido. Es un templo que ellos deben cuidar, y cuando en ese espacio, son capaces de decirse todo a la cara y, a la vez, encajarlo del mismo modo, sin la presencia del entrenador…eso es un EQUIPO.
