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Cantalejo, entre vestigios romanos y visigodos

por Juan Francisco Sanjuan y Fotos: José Antonio Santos
27 de julio de 2025
en Provincia de Segovia
Entrada principal de la Iglesia de San Andrés.

Entrada principal de la Iglesia de San Andrés.

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La ciudad de Cantalejo se asienta sobre un terreno arenoso muy poco accidentado entre los ríos Cega y Duratón en la comarca conocida como Tierra de Pinares, gran masa arbórea de —pino pinaster o resinero—, entre las pueblas de Fuenterrebollo al norte y Cabezuela al sur, a escasos 50 km al norte de la capital provincial. El centro urbano está dividido por el cruce de carreteras que van de Segovia a Aranda de Duero y de Cuéllar a Sepúlveda, o viceversa.

Actualmente cuenta con un censo poblacional de unos 3.550 moradores, cuyo gentilicio es cantalejanos. Desde el principio de su fundación como puebla, sus pobladores se dedicaron a la industria agropecuaria, agricultura con algo de huerta, ganadería y los trabajos del monte. Será a partir de mediados del siglo XVIII cuando los vecinos de Cantalejo comenzaron la industria del trillo que conseguiría su máximo esplendor a mediados del siglo XX. La aparición de las nuevas tecnologías que mecanizaron la agricultura acabó con aquella industria que tanto aportó al ingenio y enriquecimiento de los habitantes de Cantalejo.

Dicen los entendidos en la materia que el solar en que se asienta Cantalejo ya estuvo ocupado por los vacceos y luego por los romanos, de cuyas civilizaciones han aparecido rastros de su paso por aquí, y posteriormente por los visigodos, quienes nos dejaron la necrópolis y otros vestigios encontrados en el lugar donde luego se construyó la ermita de la Virgen del Pinar, patrona de Cantalejo.

El nombre de la ciudad tiene un origen incierto, pues la primera grafía del nombre apareció en un diploma del 14 de diciembre de 1137 escrito como —Cantaleio—. Y aunque se barajan dos hipótesis, no parece que haya unanimidad en los resultados: una es de origen celta, vinculada a las palabras; cantón, rincón, frontera o límite geográfico, y la otra relacionada con la abundancia de cantos, guijarros en la zona: en ambos casos seguido del nombre de un personaje, Alaesius o Alaius, que sería el dirigente del grupo o tribu que se asentó: luego ¿Cant + Alaius o Alaesius = Cantaleio del siglo XII?

Cantalejo está en un cruce de caminos que une Segovia, Aranda de Duero, Cuéllar y Sepúlveda.
Cantalejo está en un cruce de caminos que une Segovia, Aranda de Duero, Cuéllar y Sepúlveda.

El día 17 de noviembre de 1076, el rey Alfonso VI, llamado El Bravo, confirmó el Fuero de Sepúlveda y extendió la jurisdicción de Sepúlveda a todas las aldeas de su alfoz, consolidando con ello las nuevas poblaciones cristianas en la comarca, entre las que se encontraba Cantalejo, que pasó a formar parte de La Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda como capital del ochavo de su propio nombre, que agrupaba los siguientes pueblos: San Pedro de Gaíllos, Cabezuela, Fuenterrebollo, Sebúlcor, Aldeonsancho, Valdesimonte y Rebollar. Antiguamente, también formaban parte Aldealcorvo y Villar de Sobrepeña.

Los ochavos eran: Sepúlveda, Cantalejo, Navares, La Pedriza, Prádena, Bercimuel, Castillejo y el ochavo de la Sierra, hoy en la Comunidad de Madrid.

Los ochavos eran distritos territoriales con cierta autonomía y en cada uno de ellos había un ochavero que representaba los intereses de los pobladores de su territorio frente a los de la villa cabeza de La Comunidad.

En el año 1247 Cantalejo era una de las parroquias más florecientes del arciprestazgo de Sepúlveda; pagaba a los canónigos de la diócesis segoviana 31,5 maravedís y 3 sueldos al año, y tenía un hermoso templo románico, ampliado a finales del siglo XVII hasta convertirse en el actual.

El 16 de enero de 1527, la entonces puebla de realengo Cantalejo recibió la visita del rey Carlos I, que cenó y pernoctó en el palacio de los Vallejo en la puebla, en su viaje de El Pardo (Madrid) a Valladolid. Once años después, el día 26 de septiembre de 1538, se repetiría la visita real de Carlos I con cena y aposento en Cantalejo, en su viaje de Valladolid a Toledo.

En el censo realizado 8 de diciembre de 1533 para el pago de impuestos a la Hacienda Real, Cantalejo contaba con 126 vecinos pecheros; 28 años después, en 1591, en el censo realizado para la misma función, Cantalejo tenía 158 vecinos, de los cuales 150 eran pecheros, 5 hidalgos y 3 clérigos.

En su rico entorno natural podemos encontrar la laguna Navalayegua.
En su rico entorno natural podemos encontrar la laguna Navalayegua.

El 12 de julio de 1640, la Corona, por medio de su asentador general, Bartolomé Spínola, vendió la entonces puebla realenga de Cantalejo con 113 vecinos y jurisdicción de señorío y vasallaje al completo, a don Fernando de Ojeda y Triviño, que la recibió diez meses después, el 14 de mayo de 1641. Con este acto desapareció la puebla realenga y nació la villa feudal del señor de Cantalejo, don Fernando de Ojeda y Triviño, caballero de Alcántara y oidor mayor del Real Consejo de Hacienda, casado con doña María de Abarca y Vallejo, hija del doctor cantalejano, don Martín Alonso Abarca, quien fuera médico de cámara de Felipe II.

Al año siguiente, el nuevo señor ordenó que se levantaran en la plaza —horca y rollo—, insignias de jurisdicción de villa, y que se reconozca, pregone y publique cartelería en los sitios donde se fijare y en la plaza pública de esa villa, prohibiendo la retirada de horca y rollo, bajo pena de 50.000 maravedís aplicados conforme hubiere lugar de derecho.

Los arrieros

He encontrado esta hermosa cita que reproduzco tal cual.

—Cantalejo nació del vientre del bosque y, a medida que la criatura crecía, el bosque, como buena madre, disminuía y le entregaba su territorio. Cantalejo, agradecido, cuidó y mejoró su bosque durante milenios. En él hallaron los inmigrantes tardíos, los sin tierra, la materia prima para su industria de trillos, cribas y demás aperos agrícolas, famosos en toda la España cerealista hasta los años sesenta del siglo XX. El pino fue durante muchos años el medio de subsistencia para muchas familias por su resina y madera—.

La situación geográfica de Cantalejo en Tierra de Pinares ofrecía a sus habitantes la materia prima para dedicarse a la carpintería, oficio que llegó a ser un medio de vida muy importante durante el siglo XVIII, pues por entonces existían en la villa 50 aserradores, gremio éste que abarcó a la actividad carpintera, fabricando inicialmente aperos de labranza y utensilios del hogar: arados, arcones, artesas, carretas, puertas, taburetes, ventanas, yugos y luego también el “Trillo” y la criba; estos últimos llegarían a tener mucha demanda, lo que motivó que los mismos trilleros se convirtieran en arrieros con sus carros repletos de trillos y cribas buscando compradores de sus producto por la geografía ibérica durante la primavera.

La ermita de Nuestra Señora del Pilar está a las afueras de Cantalejo.
La ermita de Nuestra Señora del Pilar está a las afueras de Cantalejo.

Fue tal el éxito de su nueva línea de fabricación y comercio directo, que a mediados del siglo XIX se llegaron a contabilizar más de veinte arrieros en la villa. Convirtiendo a la fabricación y comercialización del trillo, su producto estrella, en la actividad económica fundamental de Cantalejo que tanto renombre, beneficio y vida ha aportado a los habitantes de la hacendosa villa segoviana, incluso cierta identidad como la ciudad de los trillos. Al final del siglo XIX Cantalejo venía experimentando un notable desarrollo en su industria, comercio y demografía, que alcanzó los 2.143 habitantes.

El constante crecimiento de trilleros, arrieros y otras líneas de producción y comercio, sirvieron de foco de atracción a los jóvenes en paro de los pueblos de sus alrededores y de otras latitudes que acudían a Cantalejo en busca de esposa, “una briquera” incrementando la población dedicada a la ya floreciente industria de fabricación y comercialización de trillos y cribas, y creando nuevos negocios que contribuirían a poner a Cantalejo entre los pueblos más destacados de Segovia; no en balde, en los años veinte del siglo pasado, Cantalejo era denominado “La Hormiga Segoviana” por su laboriosidad, empuje económico y cohesión social.

Alfonso XIII concedía a Cantalejo el título de ciudad el día 23 de enero de 1926, cuyo Real Decreto de concesión se publicó en la Gaceta de Madrid el l 9 de febrero de 1926, e incluía el siguiente texto.

—Queriendo dar una prueba de Mi Real aprecio a la Villa de Cantalejo, provincia de Segovia, por el creciente desarrollo de su agricultura, industria, comercio y constante adhesión a la Monarquía, Vengo en concederla el título de Ciudad y a su Ayuntamiento el tratamiento de Excelencia. Dado en Palacio a nueve de febrero de mil novecientos veintiséis—.

El censo poblacional de 1931, especificaba que Cantalejo tenía entonces —setenta y seis trilleros y cuarenta y nueve criberos—.

El Ayuntamiento y la iglesia de San Andrés, convertida en Bien de Interés Cultural (BIC) en 1995.
El Ayuntamiento y la iglesia de San Andrés, convertida en Bien de Interés Cultural (BIC) en 1995.

La Gacería

La Gacería surgió como leguaje secreto (jerga) en un contexto de movilidad de comerciantes y artesanos, trilleros, tratantes de ganado y otros oficios locales, con influencias lingüísticas tan diversas como la procedencia de muchos de los nuevos vecinos tratantes de la villa: árabes, catalanes, gallegos y vascos para poder entenderse entre ellos de forma discreta, sin ser entendidos por sus contertulios ajenos al oficio. Los hablantes de esta jerga son denominados —briqueros—.

En un librito editado por el Ayuntamiento de Cantalejo en 1993 se dice:

La Gacería fue un código de comunicación lingüístico artificial, jerga o argot de léxico muy reducido, que servía a los tratantes para comunicarse entre sí fácilmente y con libertad, sin ser entendidos por las demás personas ajenas al oficio. Y lo llamaron —Gacería—; sin duda porque ellos mismos tenían conciencia de que hablaban así para no favorecer al oyente (gazo vale por malo, feo).

La Gacería pronto se convirtió en una parte importante de la historia de la ciudad, actualmente sigue siendo un complemento vivo de la vida y cultura de Cantalejo, y aunque va perdiendo fuerza y extensión poblacional, sigue siendo utilizada de forma habitual por algunos vecinos.

Las lagunas de Cantalejo

El espacio natural “Lagunas de Cantalejo” está compuesto por un sistema de dunas fósiles cubiertas por extensos pinares, en cuyo seno se esconden grandes claros encharcados —lagunas— donde crece forraje que puede ser pastado in situ o segado y almacenado para consumir posteriormente. En estas lagunas se hospeda una rica y variada avifauna, y una no menos importante y rica variedad de mamíferos.

Cantalejo está a 49 km de la capital provincial.
Cantalejo está a 49 km de la capital provincial.

La Leyenda Continúa

La industriosa, dinámica y acogedora ciudad de Cantalejo que sigue intentando mantenerse a la vanguarda de las actividades que van aflorando en el mundo del ocio tan valorado en los últimos tiempos por la sociedad española, en 2016 creó un acontecimiento motero internacional “La Leyenda Continúa” que va ganado presencia motera año tras año.

El evento motero “La Leyenda Continúa” es una de las primeras citas moteras del año que se celebra durante la segunda semana de enero en el pinar de El Hoyal, un espectacular paisaje natural rodeado de pinos a las afueras de la ciudad, lugar perfecto para acoger el grandioso evento motero donde acuden millares de personas con sus motos, tiendas de campaña y grandes fogatas, creando un maravilloso ambiente de camaradería, ruido y diversión durante cuatro días.

El Hoyal es una zona que, además de contar con un paisaje natural espectacular, es perfecta para acoger a miles de moteros en busca de aventura, camaradería y, por supuesto, mucha diversión, con lugares cercanos como Sepúlveda, Las Hoces del Duratón, Sacramenia o incluso la espectacular Pedraza.

Patrimonio histórico-cultural. La Iglesia parroquial de San Andrés con torreón campanario fue construida en tres naves durante los siglos XVII al XIX en una mezcla de estilos arquitectónicos con final indefinido. Alberga en su interior un notable retablo mayor y una cruz procesional. Fue declarada Bien de Interés Cultural en 1995.

Ermita de Nuestra Señora del Pinar ubicada a unos tres kilómetros de la ciudad, junto a la vieja necrópolis visigoda entre pinares.

Museo del Trillo es un claro testimonio de su pasado industrial. Aquí podemos ver una gran variedad de los aperos de labranza, incluido su producto estrella.

Celebra sus fiestas: San Cristóbal, el 10 de julio; Nuestra Señora de la Asunción, a mediados de agosto, El Festival de Bailes Regionales durante el mes de agosto y el Día de la Gacería, el 8 de diciembre.

 

—

* Juan Fco. Sanjuán Benito

www. juansanjuanbenito.es

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