Hace años que este pedagogo apostó por divulgar el potencial musical de Segovia. Músico, tutor en la UNED, Master en Economía de la Cultura y técnico en inserción laboral de la ONG ACCEM, es el director del Festival Música Diversa, a punto de cumplir 15 ediciones. Después creó Vete al fresco y la música volvió a aliarse con las noches de verano. Conoce al detalle lo que musicalmente da de sí Segovia y lo que aportan a la vida cultural los músicos de las más diversas tendencias.
— Como organizador de eventos, ¿qué es más difícil, gestionar la falta de presupuesto o seleccionar entre tantos y variados grupos?
— Lo más difícil ha sido conseguir que confluyan intereses muy diversos. Es complicado calmar cada voz en este encaje de bolillos que hay que hacer entre instituciones, organizaciones, músicos y público. El festival ha tenido desde el principio una voluntad de progreso que permitiera divulgar la cantera de músicos de la ciudad; esto ha sido lo más importante, más allá de que progresara el concepto de festival. Esto, ha habido gente que lo entendió y otros no. Lo más difícil ha sido hacer tomar conciencia de lo que significaba el festival: algo no lucrativo que intentamos conseguir que sea rentable porque la industria lo demanda así. El objetivo ha sido, y sigue siéndolo, tener espacio para que el talento de la ciudad se manifieste. Han pasado en quince años centenares de bandas segovianas y se han formado muchas de ellas y lo que, finalmente, ha sucedido, es que hay muchos mejores músicos que hace 15 años: en mayor número y calidad.
— ¿Es un festival para amantes de la música o para practicantes de festivales?
— Muy buena cuestión: Los festivales se han convertido en marcas, es como tener un iphone en lugar de un samsung, y se han sabido explotar muy bien porque hay un importante número de bandas que nadie conoce y, sin embargo la marca la aporta el Festival. Se han convertido en algo casi social, con un interés desmedido por la aglomeración. Interesa estar en un sitio en un momento, a veces más que la propia música. Los festivales grandes se convierten en algo parecido al fenómeno de los grandes supermercados: Vas, tienes de todo, puedes hacer la compra y si te descuidas, vienes habiéndote comprado una tele, una moto, preservativos y habiendo visto una película. Al final puedes hacer todo en un sitio, porque son estructuras de marketing muy bien organizado, con mucho dinero de inversión que, lógicamente, busca el retorno. Entonces, tiene que haber una especie de emblema de algunas ciudades, de ahí que todas quieran tener un festival potente. El de Segovia es algo diferente. Es un Festival participativo, que tiene que estar en la calle.
— En el origen estaba crear una plataforma que permitiera salir a los músicos segovianos a tocar y mostrar lo que hacían. ¿Qué ha cambiado de los inicios y que se mantiene?
— Mantenemos del inicio el entusiasmo, pero el número de bandas ha ido creciendo. Llevamos un par de años intentando recortar, porque el sacrificio que hemos hecho músicos y organización ha sido demasiado. Nuestra preocupación se centra ahora en que las bandas estén mejor reconocidas y tengan mayor dignidad en sus actuaciones.
Vamos a intentar contratar menor número de bandas. Con los presupuestos que manejamos estamos muy limitados. No tenemos grandes marcas porque no tenemos grandes espacios. En un espacio de 600 personas, como el que proporciona San Juan de los Caballeros, no se puede rentabilizar el calado que puede tener un Enrique Bumburi, la orquesta de Ben Miller u otros grandes.
Podemos pagar mucho mejor que al principio y estamos orgullosos de ello. Hemos conseguido mejores condiciones técnicas y se ha logrado que la ciudad, tanto sus vecinos como los hosteleros, acepten el formato porque, al principio, generaba ciertas dudas. Es como si la gente pensara ‘a ver qué descontrol produce esto de música en la calle’, ‘!A ver si se nos llena de melenudos!’.
— ¿De qué presupuesto hablamos?
— El año pasado estábamos en torno a los 52.000 euros, este año cerca de 60.000 euros.
— ¿Quiénes son los principales valedores del festival?
— El Ayuntamiento y la Diputación, con bastantes ayudas de los hosteleros. Hemos tenido ayudas de marcas de cerveza y de refrescos que, a veces, no han aparecido por estrategias de visibilidad. Pero, sinceramente, no hay patrocinador más potente que el Ayuntamiento que nos financia a través de un convenio con 20.00 euros y permite cierta estabilidad.
— ¿Cómo surgió la idea de crear un festival como Música Diversa?
— Las ideas no son patrimonio de nadie; no me siento artífice, simplemente consideraba que había un hueco para este tipo de música ‘diversa’, como dice el nombre. La Fundación Juan de Borbón siempre ha estado centrada en la música clásica y consideraba que había hueco para esa otra música que fomentaba la creación de bandas en Segovia. Nos inspiramos en el formato que había concebido Julio Michel dedicado expresamente a los títeres. Titirimundi fue inspirador y el hueco era evidente. Los conciertos del Santana estaban ya a punto de desaparecer. No había ayudas institucionales para tantos grupos como surgían y no había sitios para tocar. No se cuidaba la cantera musical que siempre hemos pretendido potenciar. Lo que más me enorgullece es que haya músicos de aquí que pueden tocar con otros que vienen de fuera: Que haya gente de Segovia que toca con bandas potentes. No ha salido aún una banda mediática que llene estadios, pero todo se andará. En el Sonorama participaron Los Rallajos y Acróbatas. Aún no hemos estado, digamos, en ‘la movida’, pero una de las pretensiones era fomentar que se tocara y fueran a ver lo que se hace. Crear esa ilusión compensa el esfuerzo y el hecho de que todos los años el Festival se repita permite que se produzcan propuestas nuevas de grupos, lo cual quiere decir que se mueven y se genera una corriente musical. Y hemos roto una dinámica que hasta hace quince años estaba muy arraigada: si eras de una banda no podías estar a bien con las demás. Ese prejuicio ha desaparecido y los músicos se intercambian; tocan aquí y allá. Hemos acabado con esa endogamia y hay mayor interacción. Músicos que eran muy buenos en distintas bandas han acabado tocando juntos en el Festival, lo que es siempre enriquecedor en todos los sentidos. Este año queremos ir más lejos. Se han presentado 166 bandas para cubrir tres conciertos. Para nosotros es una noticia estupenda pero el hecho de que haya 166 bandas de toda la península, y alguna de fuera, que preguntan ya para el 2019, quiere decir que son centenares de músicos los que han oído hablar de Segovia y siguen su trayectoria cultural y musical. Creo que es un formidable escaparate para la ciudad. Cada vez nos mandan fuera de concurso más propuestas para ver si pueden encajar en la programación. No son siempre desconocidos sino que también hay músicos potentes que actúan en festivales significativos. Nosotros siempre decimos que somos un festival muy pequeño, donde la gente que trabaja no gana dinero, y es un festival para una ciudad de 50.000 habitantes y aún así hacen el esfuerzo de venir.
— Cuando se habla de Segovia como ciudad cultural, ¿qué peso debe concederse a la música?
— Pues por lo menos (se ríe), un séptimo del peso total, porque son siete artes. Creo que la música es una pata fundamental. He visto músicos que se han instalado en Segovia porque dicen que aquí se pueden hacer muchas cosas.
Hay músicos muy buenos y favorecer esas condiciones atrae talento necesariamente. Por eso cada vez vienen artistas más potentes a llamar a la puerta: porque quieren tocar en Segovia. La pintura, por ejemplo, está asociada a otros momentos florecientes que dejaron un poso que, ahora mismo, no sé dónde está. Creo que la música se complementa y lo que debe provocar es una reflexión que sume. Si hay otras artes que no tienen peso, hagamos que lo tengan. A veces vas a una institución y la respuesta es que no pueden porque si ponen aquí han de quitar de allí. Sé que son movimientos complicados para quienes están en una institución pero, al final, esto redunda en que se hagan cosas o no.
— ¿De dónde surge tanta cantera musical como hay?. Supongo que la influencia del Conservatorio, primero elemental y ahora profesional, habrá sido concluyente.
— El Conservatorio ha impulsado buena parte de esa cantera, pero durante años la relación entre Conservatorio y Festival no ha sido tan fructífera como nos habría gustado. En el conservatorio hay grandes músicos que luego se han dedicado a otros estilos más allá de la música clásica. Lo que sí creo es que el festival ha permitido que el alumno percibiera que la formación musical servía para algo real. Es decir: ‘Toco el piano porque me trajeron mis padres pero esto sirve para algo más’. Todos ellos pueden acabar tocando en un grupo de soul, una charanga o en cualquier otra formación, más allá de lo curricular. Antes, los músicos no pasaban tanto por el conservatorio y ahora tienen mucha mejor técnica, pero también hay que proporcionar esas otras plataformas que vinculen lo academicista con la iniciativa personal. No se si no hemos sabido transmitir bien esta idea pero cuando hemos querido ligarnos al Conservatorio las iniciativas siempre vienen de profesores. En ese aspecto algo hemos hecho mal y probablemente hayamos sido nosotros.
— Reivindica la música en directo para generar capital humano. ¿Tiene Segovia suficientes espacios para la música en directo, aparte de los escenarios naturales al aire libre?
— La propia ciudad es un espacio abierto, maravilloso. Eso lo sabemos. En cuanto a espacios cerrados hay una carencia tremenda de aforos grandes, que puedan atraer por su rentabilidad a figuras potentes por su proyección. No ha un solo espacio en el que quepan 4.000 personas. Y no es un deseo que tengamos solo nosotros, sino una cuestión que piden muchos artistas, conscientes de que pueden convocar a 5.000 personas y no puede venir, ni siquiera a riesgo, porque no hay ningún aforo que cubra las expectativas de su montaje. Creo que sería necesario un espacio grande para este tipo de actuaciones. Luego, hay sitios increíbles, como la Casa de la Moneda, San Juan de los caballeros, El Jardín de los poetas, el Alcázar….Como espacio grande está la Plaza de Toros, pero cuando los productores vamos a hacer un concierto grande allí, hay tantas trabas normativas, son tales las exigencias técnicas, que los conciertos que valen 70.000 euros, tienen un riesgo de 50.000 y vas a ganar poco más de mil, con lo que no interesa. El último fue el de Melendi. Solo quedaba la sala Beat que se cierra el 30 de mayo.
— ¿Cuál es su estrategia de coordinación y selección?. ¿Qué razones contempla para contratar a los participantes en Vete al fresco y Música Diversa?
— Es multifactorial. Por un lado el grupo tiene que sonar, pero nos gusta que no sean excesivamente mediáticos. De hecho, ha pasado gente que luego ha sido grande, como Angel Stanich, que está ya en los principales festivales; Los Correas, Los Arizona Baby, que no eran nadie y ahora están en otro nivel; luego quiere decir que no estaban mal elegidos. Se tiene en cuenta lo económico; Esto es un festival pequeño con mucha ilusión y poco presupuesto. Con los grupos segovianos hemos sido más benévolos porque ellos justifican este festival. También se tienen en cuenta los visionados que hay en youtube, no es lo mismo que te den una propuesta con 500 visitas que con 50.000. Hay muchos factores, porque también se miran los músicos con los que trabajan los grupos e incluso, pedimos el historial de nombres con los que han trabajado. Todo va marcando pautas de selección.
— Hablemos de esa conjunción entre lo público y privado. ¿el capital privado se destaca?
— Ahora nos preguntan más y se interesan por contribuir, pero no podemos estar incluyendo treinta logos. Tratamos de buscar gente que aporte más y pida menos, pero el capital privado ha sido importantísimo. Es lo que ha permitido que el festival creciera y adquiriera más visibilidad. Las instituciones pararon y no hay más, lo que nos ha forzado a dar muchas vueltas y hacer recorrido puerta a puerta. Ahora ya hay muchos fidelizados con pequeñas aportaciones que entre todos suman. El hecho de que podamos cobrar entrada en San Juan de los Caballeros nos permite recuperar y reinvertir en mejorar las condiciones de los músicos y de algunos técnicos.
— ¿Qué necesita la marca Música Diversa para ganar potencial?
— Un espacio mayor porque incluso a artistas que han querido venir a riesgo, no les puedes ofrecer un aforo tan pequeño. Probablemente en 2019 o 2020 puede que tengamos alguna estrategia en marcha para tener más visibilidad pero sin un espacio grande no podremos nunca hacer un BBk o un Sonorama , a menos que alguien quiera arriesgar mucho.
— En algunos lugares sus festivales de música ponen la marca de identidad cultural: el Viña Rock, el Low Festival de Benidorm, el vitoriano Azkena Rock. ¿El de Segovia apuesta por el eclecticismo y la variedad musical en lugar de la música dedicada a un género, no?
— Claro, tiene todo el sentido cuando conoces la filosofía de partida. Aquí no tendría sentido un festival de rock, porque habría tres bandas. Había que hacer algo ecléctico y esa riqueza es esencial. Probablemente para triunfar en lo económico, lo mas adecuado sea segmentar bien, elegir un público objetivo y dirigirte a él mediante una estrategia. Para mí, esto seria violar los principios.
— ¿Hasta qué punto se ha acrecentado y fomentado la industria creativa con las plataformas musicales que dirige?
— Honestamente creo que ha servido para que la industria creativa se multiplique. Hay muchos datos tomados en 15 años y quizás lo que necesitamos es analizar ese millar de conciertos realizados. Es evidente que hay nuevas propuestas que proceden de la mezcla de músicos. El eclecticismo ha servido para acrecentar la cantera musical.
— ¿Cuántas personas hacen posible el Festival?
— Cuatro personas durante el año para organizar y mover medio centenar de bandas siempre en las mismas fechas. Empezamos siendo más, pero no recoger frutos produce frustración. Esto se inició siendo no lucrativo. Ahora entendemos que si el propio festival no genera capital, muere de inanición y llevamos tres años que los voluntarios perciben una compensación. El crecimiento lento y tortuoso, va bien, pero tratamos de mejorar y ampliar horizontes.
“Los festivales de música fomentan la cohesión social y el espíritu comunitario»
— Primero fue Música Diversa y luego Vete al fresco, ¿Cual es la diferencia entre ambos?
— Vete al fresco es una costilla de Música Diversa. Surgió al percibir que no íbamos a tener más presupuesto y me puse a recorrer bares y a preguntarles si querrían participar en el festival de Música Diversa, con actuaciones al aire libre, cerca de su establecimiento. Y prosperó. Uno de los hosteleros pensó: ¿porqué no hacerlo todo el verano?. El lo decía pensando en su terraza, pero yo pensé en toda la ciudad. Y ahí surgió este proyecto que ahora se desarrolla también en Palencia y Zamora. La formula ha funcionado y se toca música al fresco en muchas terrazas de Castilla y León y en Madrid. Hay un sueño que es el de conectar las ciudades para que los músicos vayan de un sitio a otro. El fundamento es el mismo: que los músicos puedan tocar y fomentar así el talento; crear nuevas oportunidades y ayudar a fomentar tanto el espíritu comunitario como la cohesión social.
— ¿ Todo ello a través de la música?
— Sí, todo está directamente relacionado. Soy tutor en la UNED de una asignatura que me gusta mucho: Diversidad e Igualdad en Educación. Se habla mucho de la cohesión social y hay varios parámetros para medirla. Los indicadores de cohesión social tienen unas variantes muy señaladas en la participación. Las instituciones, precisamente para fomentar la cohesión social, tienen que estar abiertas a la participación y nosotros somos solo la puerta entre la institución y la creatividad de los músicos. Cuando tratamos de que el ciudadano llegue a nosotros, lo que estamos haciendo es abrir la puerta para que se dirija a la institución y se logre una participación real; de ahí los proyectos de Música Diversa y Vete al fresco.
También tratamos de fomentar el espíritu comunitario, que es algo muy importante. Que la comunidad genere capital humano y artístico musical. Y que por otro lado tengamos una identidad, porque aún no hemos logrado un sonido ‘Seattle’ pero sí hay una identidad segoviana. Hay mucha gente que desde fuera de Segovia nos dice con admiración: ¡Lo que habéis logrado!, ¡No paráis!
Muchos lo atribuyen a que, como estamos al lado de Madrid, tenemos suerte. Puede ser, pero aquí se trabaja en todos esos parámetros.
