La crisis en el Viejo Continente abre una gran cantidad de incógnitas. ¿Se desvanece o se hace más grande? ¿Es hoy más fuerte o está en el final de sus fuerzas? ¿Se necesita más Europa o menos? ¿Habrá en el futuro un norte rico y un sur pobre, una región comunitaria de dos velocidades, o una Europa a la carta, de la que cada uno tomará lo que quiere?
Desde comienzos de 2010, los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 países miembro de la Unión Europea (UE) intentaron contestar estas preguntas en nada menos que 21 cumbres. En estos encuentros se trató de mantener unido el bloque comunitario y con vida la eurozona, a la que pertenecen 17 países. Pero también surgió una y otra vez la pregunta acerca de cómo debe ser el futuro a largo plazo de la UE.
Todavía no hay respuestas concluyentes. Javier Solana, exresponsable de política exterior de la Unión, escribió como consuelo en un texto conjunto con el exministro de Economía de Turquía Kemal Dervis: «El hecho de que la UE no halle siempre de inmediato todas las soluciones a sus problemas no significa que no tenga futuro».
La crisis de deuda y de la moneda única liberó tensiones y fuerzas centrífugas, que también serán muy importantes en los próximos años, señalaron diplomáticos y expertos de think tank europeos.
«La nueva frontera interior europea, aparentemente, se establece entre el norte, con una mayor disciplina presupuestaria, y el sur endeudado, y no, como se temía en el pasado, a lo largo de la frontera entre Oriente y Occidente», opinó la presidenta de la fracción de los Verdes en el Parlamento Europeo, Rebecca Harms, sobre la situación en los mercados financieros.
El límite entre aquellos que están cerca del máximo de déficit permitido acordado en los tratados y gozan de la máxima solvencia y aquellos a quienes se les pide al mismo tiempo ahorro y crecimiento, no es la único nuevo límite.
Se agrega el que existe entre los países de la eurozona y las 10 naciones que no pertenecen a la unión monetaria. Este último grupo no quiere ser solo espectador de las decisiones de los 17 miembros de la zona euro, que casi siempre tienen impacto en toda la UE.
La región comunitaria reconoce la necesidad de una mayor colaboración, pero no quiere que sus decisiones sean dependientes de la aprobación de los países del bloque. En círculos de los 27 hay opiniones muy diferentes acerca del futuro de la UE.
«Los países pueden hacer lo que consideren necesario para solucionar la crisis. Pero el futuro de la Unión Europea, en general, ya no se encuentra en la centralización y la uniformidad, sino en la flexibilidad y la geometría variable», opinó el ministro de Relaciones Exteriores británico, William Hague. La «desilusión» sobre la UE en la opinión pública de su país «es tan grande en la actualidad como nunca antes».
Otros lo ven de diferente forma. «Más Europa», insta el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, mientras que un grupo de naciones impulsadas por el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, quiere una «unión política».
Lo importante ante todo es qué se quiere decir con estos términos. «Más Europa» puede significar más control sobre presupuestos de los países individuales o más deudas en común.
En el futuro, no solo se trata de la fuerza de la UE, sino también de su tamaño. A mediados de año, Croacia se convertirá en el socio número 28, en el caso de que Zagred cumpla con sus deberes.
Y tras las exeperiencias negativas con el ingreso de Rumanía y Bulgaria en 2007, los países miembros quieren conocer muy bien quién accede al club, lo que podría causar problemas
Al mismo tiempo, en Escocia gana fuerza los movimientos independentistas.
