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Enclaves sagrados en la provincia de Segovia: patrimonio inmaterial, paisaje, arquitectura

por Redacción
26 de abril de 2020
CUÉLLAR. La Romería de El Henar es una de las más multitudinarias de la provincia.
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Ermitas, ermitas-humilladeros, santuarios constituyen un amplio patrimonio construido de tipología religiosa, sin culto continuo, que se encuentra diseminado ampliamente por el territorio, señalando o remarcando hitos, enclaves o cruces de caminos. A su vez, poseen un simbolismo y significado cultural diverso y complejo, unido a su trayectoria histórica y a los ritos festivos y religiosos estacionales, que constituyen expresión de devociones, punto de encuentro de personas, símbolo de identificación con un lugar y de pertenencia a una comunidad social.

La provincia de Segovia tiene un variado y numeroso conjunto de estas edificaciones, datado desde época visigoda hasta el barroco. Un estudio del año 2004 identificaba más de doscientas ermitas con culto, a las que habría que añadir las desaparecidas de las que se conservan vestigios arqueológicos y las referencias documentales de otras que existieron y que duplicaría el número. Un estudio más reciente, del año 2019, ha documentado en torno a ciento sesenta ermitas y santuarios. Prácticamente, en cada municipio, de los 209 que tiene la provincia, existe o ha existido históricamente una construcción de estas características. Integran y conforman, por tanto, un conjunto significativo del patrimonio cultural.

En torno a las ermitas y santuarios se reúne una serie de hechos históricos, leyendas, relatos -verdaderos o inventados-, y componentes culturales que manifiestan la magnitud y diversidad de sedimentos que conforman el contexto cotidiano y el ideario de un colectivo social. El significado y valor vinculados con estas construcciones se manifiestan en una multiplicidad de aspectos: el enclave territorial, la ritualidad colectiva, la expresión devocional y espiritual, la abundancia de símbolos, las expresiones creativas.

La ubicación responde a uno o múltiples y simultáneos factores históricos y culturales. Especial relevancia tiene la elección de espacios naturales de características excepcionales, por su frondosidad, sus recursos hídricos, su vinculación con cuevas o abrigos, desfiladeros o hitos orográficos. Escenarios propicios para encuadrar sucesos extraordinarios y sobrenaturales. El santuario de la Virgen de la Fuencisla, el de la Virgen de Hornuez, el de la Virgen de la Peña en Sepúlveda o la ermita de San Frutos del Duratón, entre otros muchos, hacen patente esta relación. En otros casos prevalece su referencia orográfica, como hito señalizador y de control de un territorio y a la vez protector de un entorno, de cosechas y ganado, al que se vincula su titular, con frecuencia una advocación de la Virgen; las múltiples ermitas en alto dominando un valle, nos ilustran de este dominio espacial. El control de humedales, pastos, arbolados, recursos imprescindibles en las sociedades agroganaderas, determina también la sacralización de un paisaje mediante un templo y una advocación protectora. La movilidad con el ganado por cañadas, cordeles y veredas se jalona también de ermitas que marcan puntos estratégicos en estos desplazamientos. Y, en épocas, de pestes y enfermedades, fue habitual recurrir a santos protectores como San Roque o San Sebastián y dedicarles una pequeña ermita. En los bordes de las poblaciones, a la vera o en el cruce de caminos, se construyeron humilladeros o ermitas-humilladeros, acompañados habitualmente con un crucero y en ocasiones con un completo camino devocional o vía crucis. En ellos predominan la advocación a Cristo y están frecuentemente vinculadas con las cofradías penitenciales surgidas a partir de la Contrarreforma católica de mediados del siglo XVI, así como al culto devocional a la Santa Cruz. Los cambios, crisis económicas y despoblaciones históricas han supuesto que algunos, en origen, templos parroquiales o conventuales se hayan convertido en ermitas, quedando aislados en zonas despobladas o alejadas de los núcleos urbanos.

Las diversas advocaciones de la Virgen constituyen el patrocinio predominante, con más del cincuenta por ciento del total, de ermitas y santuarios construidos en la provincia. Además de las advocaciones más habituales relacionadas con la propia vida de la Virgen – Visitación- y con la vida y pasión de Cristo –Virgen de la Piedad, de la Soledad, del Amparo, de la Cruz-, y con devociones locales -Fuencisla, Hornuez, Henar-, la mayor parte están relacionadas con su entorno –Nuestra Señora de los Olmos, del Río, de Hontanares, del Otero, de la Peña, del Soto, de la Vega, del Pinar, del Pinarejo, del Pedernal, del Castillo, entre otras muchas-. Muy significativas, por su reiteración y por constituir un legado amplio y destacado del patrimonio oral, son las diversas leyendas en relación con la aparición de la Virgen a los pastores o las referidas a su ocultación y posterior re-descubrimiento. Las ermitas dedicadas a Cristo representan algo más de una cuarta parte del total, relacionadas en su mayoría con la Pasión -Cristo de la Columna, de la Cruz, de la Cruz a cuestas, de los Afligidos, de la Agonía, del Humilladero, de la Expiación-, destacando alguna advocación local -Cristo del Caloco, Cristo del Corporario, Cristo de Moralejilla-. Las advocaciones al santoral cristiano supera el treinta por ciento, sobresalen las dedicadas a San Roque, San Marcos y San Antonio, teniendo un papel destacado San Frutos. La titularidad de santas mártires es menos numerosa, únicamente representa algo más del ocho por ciento, siendo una de las más significativa Santa Agueda.

En el conjunto de los aspectos inmateriales y de los rituales religiosos y festivos sobresalen las diversas romerías que celebran esas advocaciones, de las que se conservan con plena vitalidad al menos unas ochenta en la provincia, gran parte de ellas vinculadas con las fechas significativas del calendario litúrgico, pero también estrechamente relacionadas con el ciclo agrícola. Sobresalen tanto las celebraciones de primavera, especialmente mayo y principios de junio, y las de final de verano, septiembre, junto con las relacionadas con la Asunción de la Virgen a mediados del mes agosto. Estas festividades repletas de símbolos, significados y actos, han ido variando debido al cambio de su finalidad y a la evolución cultural. No obstante, continúan siendo importantes por la participación colectiva, que supone, en gran medida, el reencuentro entre los vecinos permanentes de la localidad y los que acuden para estar con familiares y amigos, que, de esta forma, se integran en una comunidad social, con la que les une diversos lazos, y experimentan una vivencia personal y colectiva. En estas conmemoraciones se aglutina un amplio conjunto de actos que expresa el sustrato cultural de un grupo social: ritos -desplazamientos de imágenes, ofrendas, bendiciones, procesiones-, comportamientos -relaciones de vecindad, colectivos para su organización, roles de participación en los rituales-, expresiones creativas -música, baile, juegos-relaciones sociales, símbolos -imágenes, cruces, pendones, estandartes-, sensaciones y emociones -devoción, respeto cultural, vinculación con el entorno-, actividades lúdicas y festivas.

Algunas de estas romerías destacan por su vitalidad, participación y expectación externa, pero eso no supone que sean las únicas ni las más importantes, pues la valoración depende del grado de implicación e identificación de quienes las promueven e intervienen de forma activa. Señalamos, sin embargo, algunas romerías de referencia, por la importancia de su titular, por su relevante entorno natural y por su influencia territorial, entre el amplio conjunto de las que se celebran en la provincia de Segovia: romería al Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla (Segovia); romería en honor de Nuestra Señora de Hornuez (ermita en Moral de Hornuez); romería al Santuario del Henar (Cuéllar); romería del Santo Cristo del Caloco (El Espinar); romería en honor de San Frutos, en la catedral de Segovia y en la ermita de las hoces del Duratón en Carrascal del Río; romería en honor a San Valentín y Santa Engracia, hermanos de San Frutos, en el Caballar; romería de Bernardos, con la subida de la Virgen del Castillo, que se celebra cada diez años.

Transmisión y valoración son las claves para la pervivencia, continuidad y vitalidad de estas manifestaciones y expresiones culturales, así como de todos los bienes y actividades asociadas a las mismas, desde las pequeñas construcciones, su entorno natural, sus imágenes y símbolos, sus ritos y su convivencia social.

—
(*) Etnólogo. Junta de Castilla y León.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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