El palacio de La Floresta, del siglo XVIII fue adquirido por su padre a la Duquesa de La Floresta de Trifontane allá por los años 70. Tras permanecer cerrado 3 años debido a las obras de restauración que llevó a cabo el arquitecto Alberto García Gil, el antiguo palacio pasó de albergar los antiguos juzgados, o la sede de la Audiencia Provincial, a convertirse en un salón que albergaría en sus principios sólo celebraciones de bodas y banquetes y que hoy cuenta con una barra y patio que dan servicios de desayunos comidas y cenas a los trabajadores de la zona.
Julián Duque no recuerda con exactitud en qué momento se puso al frente del negocio familiar, porque como él mismo cuenta «ya desde pequeño recuerdo venir a jugar al palacio, con una llave de las antiguas, enorme».
El éxito empresarial de este hostelero, que cuenta en su haber con tres restaurantes entre los que se encuentran la finca de Sotosalbos y el recién abierto Bar Julián Duque, en la Plaza Mayor de la capital Segoviana, son el ejemplo de una labor empresarial y hostelera basada en la confianza y honestidad. «Como siempre decía mi padre, en este negocio, y en todo en la vida, nunca hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti. El cliente es más que eso, es un amigo. Tiene la opción de elegir entre infinidad de bares, y nosotros tenemos que ser capaces de fidelizarle con generosidad, amabilidad y siendo afable, sin olvidar por supuesto la calidad en el servicio». Por supuesto, «la figura del trabajador es fundamental para que un negocio funcione, tienen que involucrarse en su trabajo para que entre todos salga adelante».
Este apasionado de su negocio, cuenta también cómo en ocasiones el mito del camarero psicólogo o amigo, es realidad. “La gente viene a tomarse un vino o una cerveza muchas veces porque quiere compañía o necesita evadirse con un ‘desconocido’ por unos momentos” aunque siempre, cuenta Julián, prima eso de “oir ver y callar”.
Consciente de la situación actual, este hombre, valiente en los tiempos que corren, decidió hace un par de meses abrir otro negocio homónimo porque «echaba de menos el día a día de la barra, el trajín de la taberna…y decidí irme a la plaza».
Con el positivismo de quien trabaja en un negocio tan sacrificado como el de la hostelería, Julián Duque se enfrenta a la situación económica con el tan conocido «al mal tiempo, buena cara». Y es que, cree que «en tiempos de crisis hay que echarse para adelante, pero entre todos: el tabernero, el trabajador y el consumidor. Si esto no lo saca la ciudadanía, no lo va sacar nadie». Aunque es consciente también de que el ritmo en las consumiciones ha bajado, anima a la gente a salir a la calle. «Somos latinos, mediterráneos, y somos incapaces de quedarnos en casa, no somos alemanes gracias a Dios. Es posible que en vez de tomarnos tres cervezas nos tomemos una, pero apelo a salir a la calle, somos gente de barra de bar».
Cuenta Julián, que se ha notado el bajón económico ya que antes, en verano los negocios funcionaban mejor porque había mucha más gente con un poder adquisitivo más regular, «ahora el que tiene dinero no viene porque está de vacaciones. Los pocos turistas que vienen lo hacen con muy poco dinero con lo que Segovia se está diversificando mucho. Segovia tiene que apostar por la honestidad en el producto, somos una ciudad que no puede estar en el bajo coste, hay que optar por la moderación y el sentido común». Por eso, destaca que «el tema de los menús se ha quedado instalado, porque hay miedo de cuánto va a costar la comida, pero no hay que confundir un menú con baratillo».
En cuanto a la variedad en la oferta gastronómica, Julián destaca que a pesar de tener que mantener los menús tradicionales de cochinillo y judiones, hay que jugar con la imaginación. «La mejor despensa de Europa es Castilla y León, con tal variedad tenemos que darle vueltas a la cabeza, buscar alternativas para que las cartas no siempre sean lo típico, y al cocinero segoviano le gusta darle vueltas a la cabeza».
A parte de hostelero, Julián Duque también es el presidente de la Asociación de Industriales Hosteleros de Segovia, por lo que su preocupación por el negocio va más allá de lo personal. Respecto al problema que tiene la ciudad de Segovia, en la que la afluencia de visitantes es mayor que el número de pernoctaciones, Julián propone añadir más actividades a la ya extensa actividad cultural de la ciudad. «Segovia tiene una actividad cultural importantísima, en invierno está entretenido, pero se echa en falta más ciclos, como alguno de ópera, y preparar una agenda a seis meses vista. Hay que fomentar una actividad de no muchas pequeñas cosas, dispersadas en la provincia, y si de ciclos temáticos más largos».
Lo que está claro es que para Julián Duque, la hostelería y el ciudadano son «la red social más importante, somos los portavoces de la vida de la ciudad desde la barra», y opta por el optimismo como receta para los tiempos actuales porque «prefiero morir de pie que no sentado en un sofá, y esto vamos a sacarlo adelante todos juntos y a una».
