Pasaban unos minutos de las diez de la mañana y, mientras Mari Paz Gómez, la empleada de la limpieza, acababa su tarea en los palcos del Juan Bravo, un grupo de extraños formado por una treintena de apasionados del patrimonio histórico de la ciudad, irrumpía en el patio de butacas a esa hora tan intempestiva para un teatro.
El anfitrión, su director gerente, Víctor Aranda, abrió ayer todas las puertas del que él mismo definió como “teatro de todos los segovianos” pues, no en vano, es en la actualidad propiedad de la Diputación Provincial.
No se trató de una visita guiada al uso, de esas que están salpicadas de datos históricos, comentarios artísticos y anécdotas con solera. Desde el primer momento Aranda dejó claro que lo que pretendía era “que se conozca lo que es un teatro por dentro” y habló maravillas del equipo de profesionales que hace posible el mantenimiento de una temporada estable de teatro, danza y música en Segovia.
La visita se enmarcaba dentro del ciclo ‘Domingos del Patrimonio’ que organiza la empresa municipal Turismo dentro de los actos del 25 aniversario de la declaración de Segovia como Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
De esta manera, los visitantes pudieron recorrer estancias del teatro habitualmente vetadas al público. Adentrarse en las entrañas de este edificio construido en 1917, aunque rehabilitado y remodelado, es una experiencia interesante que sirve precisamente para tomar conciencia de que detrás del telón se tocan muchos hilos, que en la producción y desarrollo de un espectáculo teatral participan personas que no salen a escena pero son importantes para el resultado final, un trabajo que el director ha destacado “por ser artesanía pura”, aunque cuente en algunos aspectos, como la iluminación y el sonido, con la ayuda de la tecnología moderna.
Aranda recalcó tres aspectos del Teatro Juan Bravo, su versatilidad, algo que hizo extensivo también al personal —especialmente al equipo técnico—, su acústica y que se trata de un lugar “recogido”.
Lo primero es importante porque permite la programación de espectáculos diferentes: teatro, conciertos de música clásica, rock, pop, blues, jazz, etc, danza, zarzuela y hasta opera, con alguna adaptación.
De la acústica señaló que es un aspecto que han elogiado casi todos los actores y cantantes que pasan por Segovia, así como también la cercanía entre artistas y público por tratarse de un teatro de pequeño tamaño —tiene capacidad para 480 personas sentadas, aunque únicamente 460 asientos garantizan una buena visibilidad— y la disposición de las butacas hace posible una gran proximidad de los espectadores al escenario.
El director de este espacio de titularidad pública explicó también que con la reforma emprendida hace dos años, el teatro ha ganado versatilidad, ya que las butacas pueden ser retiradas en dos horas gracias a un sistema de raíles, dejando un espacio diáfano para la celebración de eventos como cenas de gala, conciertos de pop-rock con el público en pie, etc.
Sobre el escenario los asistentes aprendieron lo que es aforar —cubrir perfectamente los lados o partes del mismo que deben ocultarse al público—, la diferencia entre bambalinas (tiras que cuelgan de la parte superior o telar y sirven para la decoración de un espectáculo) y patas laterales (para aforar) o para qué sirven el peine (enrejado con poleas situado en el telar del escenario) o las varas, por ejemplo.
Supieron que el Juan Bravo ya no tiene foso —se eliminó con la reforma de hace dos años— pero sí contrafoso, que situado bajo el escenario es utilizado para guardar las butacas cuando se quiere dejar el patio diáfano. Tampoco tiene chácena, un espacio situado en algunos teatros al fondo del escenario, útil para la escenografía porque en él se puede almacenar objetos. Eso sí, hay una puerta de carga con entrada directa al escenario.
Aranda explicó que se baraja la posibilidad de una reforma futura para mejorar las posibilidades del escenario, ya que la existencia de unas columnas, con escasa separación entre ellas, complica incluso introducir un piano de cola.
El grupo también pudo comprobar el funcionamiento del telón cortafuegos, obligatorio por la normativa, un telón metálico que en caso de incendio evita que las llamas se propaguen al patio de butacas y al resto del teatro.
Sobre la mesa de uno de los camerinos situados en el primer piso, austeros pero dignos, impecables en la limpieza, llama la atención una pintada, “Carlotta”, en rotulador azul. El director comentó que es un recuerdo dejado por el ex de los Rolling Stone Bill Wyman, que el pasado mes de mayo ofreció un concierto con su banda y, al parecer, quedó prendado de una de las componentes del equipo de producción del teatro.
Antes de acceder a la parte superior, la tramoya, como final del recorrido, en el pasillo que da acceso a la sala de exposiciones pudieron contemplar un viejo proyector de cine y 37 dibujos de figurines y dos cuadros de gran formato pertenecientes a escenografías realizadas por el pintor Rafael Baixeras, muy vinculado a Segovia durante gran parte de su vida, que fueron adquiridos por el Teatro a un coleccionista madrileño.
Las visitas guiadas de los Domingos de Patrimonio comenzaron en mayo y concluirán el próximo 5 de diciembre. Para ellas, el Ayuntamiento ha contado con especialistas en cada uno de los lugares elegidos para este programa cultural. Son gratuitas aunque es necesario inscribirse con antelación a través de los servicios de la Empresa Municipal de Turismo, en el Centro de Recepción de Visitantes.
