Artesanas procedentes de todas las comunidades autónomas de España, así como de pueblos de Colombia, Filipinas, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Senegal, Túnez y Uruguay llegan a Segovia para mostrar y poner a la venta sus productos en la XIX Feria Internacional de la Mujer Rural-Pronatura que se celebra los días 10,11 y 12 de junio en la avenida del Acueducto. La muestra Pronatura forma parte del programa de actividades que organiza la Federación Nacional de la Mujer Rural para poner en valor las capacidades productivas de las emprendedoras de los pueblos y eliminar así las barreras de una sociedad patriarcal. La presidenta de Femur, Juana Borrego, comenta la singularidad de esta muestra y analiza la situación actual de las féminas en los pueblos.
— ¿Cuál es la singularidad de esta muestra?
—La calidad de los productos de alimentación y de artesanía. El hecho de que sea una feria mixta de alimentación y artesanía anima mucho más el ambiente que si fuera solo de un sector. Unos visitantes van a picar y comprar productos de alimentación y otros para adquirir regalos o utensilios para la casa, pero lo que atrae a todos es que se trata de artículos de calidad y de diferentes de lugares.
— ¿A qué se refiere cuando hablan del sello de calidad y autenticidad de la Feria de la Mujer Rural?
—Pues que si hablamos de productos de cuero, no hay plásticos, sino piel y si se habla de sobaos hablamos de emprendedoras de Cantabria. Tenemos productos típicos de cada país, pero no es que aquí todo el mundo haga de todo. Dependiendo de donde vienen las expositoras traen los productos de calidad que realizan las mujeres en sus pueblos.
—¿Los contactos comerciales, que Femur ha procurado facilitar en ediciones anteriores de Pronatura a las artesanas, dan fruto?
—Tenemos que hacer un esfuerzo para mantener la población en los pueblos lo mejor posible. No se puede tener a las mujeres de feria en feria solo porque desde sus pueblos no puede vender lo que hacen en sus talleres y cooperativas. Nosotros hemos pensado que llevando a la feria a una serie de personas que representan a colectivos importantes, pueden conocer de cerca las bondades del trabajo de las artesanas y hacerlo valer en sus sectores. Por eso viene el presidente de la Asociación Interprofesional de Porcino de Capa Blanca, representantes de la asociación de supermercados, de foros de alimentos, de los hoteleros.
Pensamos que es muy importante trabajar con restaurantes y con hoteles, directamente. Por eso traemos a la directora del mejor hotel de Madrid y el tercero de España. También traemos a una escritora para que conozca a las mujeres rurales y el trabajo que cuesta poder elaborar estos productos y pueda escribir sobre ello. Y sí, han salido contactos de la feria del año pasado. En Segovia tenemos a Cándido que tiene productos de mujeres rurales. Es un ejemplo.
—Además de la promoción, en Femur se preocupan de formar y asesorar a las mujeres del campo ¿qué línea de trabajo protagoniza su actividad ahora que la asociación llega a su 25 aniversario?
—Lo más importante es la formación y segundo, el asesoramiento. Para crear una empresa o tener un taller artesano lo más importante es que las emprendedoras sepan qué quieren hacer, si tiene posibilidades, cómo pueden desarrollar sus cualidades… Nosotros damos información, formación y asesoramiento a las mujeres. Luego con esta feria promocionamos su trabajo y acercamos contactos para la venta de sus productos. En todo caso, la actividad más importante que hace la Federación es ayudar a las mujeres rurales a ser independientes económicamente, y, sobre todo, a realizar sus sueños.
—Las habitantes de los pueblos han permanecido históricamente en un segundo plano social. Haga autocrítica, ¿han sido relegadas a este lugar o ellas se han acomodado en este papel?
—Ha sido la sociedad la que no se ha dado cuenta de la existencia de la mujer. Los esfuerzos que han hecho durante años y años no se veían. Trabajando en el campo, con el ganado, en la casa, siempre teniendo todo a disposición del hombre, cuidando a ancianos y a niños, cuidando los espacios y hasta los servicios del pueblo. Nadie se daba cuenta de todo lo que hacía, pero nadie, nadie, ni políticos, ni familiares, ni ella misma que arrastraba una educación tan tradicional y patriarcal que la hacían invisible. Pero es que en estos momentos, en el siglo XXI la mujer rural y el trabajo que realiza sigue siendo invisible.