Cuando apenas quedan tres días para la jornada electoral del domingo, Galicia y País Vasco afrontan ya la recta final de sus campañas sin que los resultados estén totalmente claros. Por eso, los líderes de los partidos políticos utilizan durante estas jornadas sus últimas bazas para convencer a ese alto porcentaje de indecisos que pueden acabar marcando el resultado final. Los sondeos vaticinan un holgado triunfo del Partido Popular en la comunidad gallega y otro más ajustado de los nacionalistas vascos, aunque es en Euskadi donde aquellos que no tienen clara la papeleta por la que decantarse pueden variar el escrutinio final.
Quiénes ya no podrán cambiar su decisión son aquellos que eligieron el voto por correo que, mientras en Galicia ha sufrido un descenso del 2,56 por ciento con respecto a 2009, en el País Vasco las solicitudes han aumentado un 7 por ciento. En total, Correos anunció ayer que ha gestionado más de 46.500 peticiones de sufragio en Euskadi y más de 34.000 en la comunidad gobernada por Alberto Nuñez Feijóo.
Precisamente los comicios en Galicia, una región tradicionalmente muy ligada al Partido Popular, son considerados por los analistas como una reválida para el Gobierno de Rajoy, por el espaldarazo que supondría que su partido repita allí la mayoría absoluta, pese a la crisis económica que atraviesa el país.
Por eso, a pesar de que las encuestas evidencian el gran resultado del candidato y actual presidente de la Xunta, los grandes nombres del partido a nivel nacional están visitando cada día distintos puntos del territorio en diversos actos de campaña. Así, ayer fue el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, quién departió en la localidad pontevedresa de O Porriño con empresarios de la zona. También la secretaria general de la formación, María Dolores de Cospedal, aseguró en Lugo que los comicios gallegos «tienen su propia identidad».
Para hoy se espera a la expresidenta de Madrid Esperanza Aguirre, que se desplazará a la ciudad de Vigo, donde protagonizará un paseo por el mercadillo de Coia, que podría suspenderse en caso de lluvia, y, posteriormente, una comida mitin en el auditorio.
Mientras, Feijóo anunció ayer que, en caso de victoria, llevará a cabo las reformas «necesarias» para que en las siguientes elecciones autonómicas los gallegos elijan a 61 diputados en vez de los 75 actuales. Una promesa que, según subrayó, están pidiendo «a gritos» los ciudadanos.
A pesar de los sondeos, el PSOE confía en recortar la diferencia y, para ello, también utiliza a sus caras más conocidas como el propio líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba que el pasado lunes acompañó a Pachi Vázquez en un acto de campaña. Ayer, el candidato progresista a la Xunta no dudó en utilizar el inicio del juicio por el caso Prestige para atacar a los populares, y mostró su deseo de que este proceso sirva para «avivar la memoria» a los gallegos sobre una etapa de «engaño y fracaso» del Gobierno conservador
indefinición en euskadi. En el caso del País Vasco, en las últimas elecciones, el PNV fue la fuerza más votada, con 30 escaños, pero al sumar sus diputados los socialistas y el PP, lograron por primera vez una mayoría no nacionalista en esa comunidad autónoma con el socialista Patxi López como presidente. Ahora, si se confirman las encuestas, se repetiría una victoria insuficiente de los nacionalistas y, sobre todo, destacaría el descalabro de los actuales gobernantes y la fuerte representación en la cámara regional de los independentistas de EH Bildu, que se presentan por primera vez.
En la recta final de la campaña vasca, el gran objetivo de las formaciones en liza es movilizar a un electorado que, según los sondeos, aún roza el 30 por ciento de indefinición a la hora de decantar su voto. Traducido significa que aún faltan por decidir una veintena de escaños, un botín demasiado goloso que obliga a los candidatos a echar el resto.
Las consecuencias del posible triunfo nacionalista fueron apuntadas ayer por el presidente del PP vasco y candidato a lehendakari, Antonio Basagoiti quien subrayó que si el PNV gana las elecciones, aplicará un plan soberanista en Euskadi que «sobrepasará» al del presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas. Según el popular, el candidato peneuvista, Íñigo Urkullu, «se querrá poner de acuerdo» con Bildu para plantear «cosas» independentistas.
No obstante, el propio líder nacionalista aseveró que su partido «no descarta» la secesión, pero defendió que son «pragmáticos» y tienen «los pies en el suelo», por lo que consideran prioritario defender el Concierto Económico de la región. Así, Urkullu señaló que pretende lograr un nuevo estatus de autogobierno para Euskadi en 2015, que suponga «un régimen de bilateralidad con el Estado».
Mientras, el lehendakari y candidato a la reelección por el PSE, Patxi López, acusó tanto al PNV como al PP de «reatroalimentarse» con sus debates sobre independentismo y españolización, en vez de tratar los problemas que de verdad preocupan a los vascos, como la situación económica.